Francisco y los Patriarcas de Jerusalén, voces que claman en el desierto…
Después de la anunciada medida de Trump de trasladar la embajada de Tel Aviv a Jerusalén, el Papa Francisco fue de los primeros en levantar la voz para pedir por: ”respetar el status quo de la ciudad, en conformidad con las pertinentes resoluciones de Naciones Unidas”. En una reciente artículo en este digital, decíamos: “Sin duda, una voz necesaria, pero que clama, lamentablemente, en el desierto…¿Se escuchará su voz?”. De momento no ha sido el caso. Me pregunto, si el hombre del maletín nuclear, habrá preguntado a sus asesores militares sobre cuantas divisiones tiene el Papa Francisco…¿Recuerdan?
Hace unos meses, la simple colocación de un detector de metales para controlar a los fieles que iban a rezar a las Mezquitas de Omar y el Aksa, supuso un revuelo tan importante que las autoridades israelíes tuvieron que ceder ante la presión popular. La excusa esgrimida por el liderazgo israelí fue un ataque en el que murieron dos policías desplegados en la Ciudad Antigua.
En estos momentos, la mudanza de la embajada norteamericana de Tel Aviv a Jerusalén está creando un gran malestar internacional y el inicio de una rebelión seria e importante de la sociedad civil Palestina. Sin embargo, quien diga que el gran estallido social iniciado en Jerusalén Oriental, y pronto esparcido hacia el resto de Palestina Ocupada, es simplemente debido al traslado de un edificio, no entiende ni la esencia del problema ni lo que es la realidad de una ciudad – y un país - que han cumplido cincuenta años bajo una ocupación militar. La carga simbólica de ese acto es tan explosiva, porque supone reconocer “de iure y de facto” un estatuto de capitalidad a Jerusalén, que hasta ahora no era reconocido prácticamente más que por el Estado de Israel.
El problema fundamental es que no se pueden autocomprender ni Israel, ni Palestina sin que la capital sea Jerusalén. Y esto ambos lo saben, y lo americanos también. Y en las olvidadas conversaciones de paz entre palestinos e israelíes, me consta que este tema se ha hablado, y se han arbitrado soluciones técnicas para que esto sea posible, aunque parezca la cuadratura del círculo. Pero “conversaciones”. En realidad no se ha hecho nada. Ni hay voluntad política para ello, y ahora probablemente menos. Sin Jerusalén como capital, Israel no tiene sentido. Palestina sin Jerusalén como capital tampoco. Y todavía más complicado sin alambradas, ni muros entre ambas. Hoy, y cada vez más una utopía…
Trasladar la embajada a Jerusalén, y ahora habrá que ver donde la construyen lo americanos, es cambiar las reglas del juego de una partida inacabada. Uno de los supuestos árbitros se alinea abiertamente con el lado contrario. Ya lo estaba, pero sentía un cierto pudor ante la opinión pública. Ahora se se han perdido hasta las formas. El lobby judío de la construcción de los asentamientos está ganando la partida…Otra vez unas navidades calientes.
La impresión es que los americanos ya no creen en la solución de los dos Estados, aunque los americanos lo siguen afirmando, y que tanto agita nuestro ministro de Asuntos Exteriores, sino que desean prologar el estatuto actual de ocupación “in eternum”. Europa debería reconocer ya, de hecho, el Estado Palestino, y empezar con la transformación de los Consulados Generales actuales en Jerusalén, incluido el nuestro, en Embajadas ante Palestina. Esto no se dará. Demasiados intereses cruzados entre los europeos, pero sería una manera de romper la baraja y crear un alto nivel de conflictividad diplomática que obligue a todos los países a posicionarse más allá de la retórica. Mogherini, la Comisaría Europea de Exteriores, tiene mucha faena, pero otra voz que clama en el desierto. Israel no se toma en serio a Europa. Pero, mientras tanto, de nuevo, el sufrimiento por ambos lados, el odio y la sangre.
Junto al Papa Francisco se ha manifestado también, todos juntos, los líderes cristianos de Tierra Santa. En una declaración oficial, afirman: “Seguimos “con preocupación” las noticias acerca de la posibilidad de un “cambio” en la política estadounidense en lo que concierne al “estatus de Jerusalén”. Tenemos la certeza de que tales pasos “producirán un crecimiento del odio, del conflicto, de la violencia y del sufrimiento en Jerusalén y en Tierra Santa” y terminaría alejando “del objetivo de unidad” encaminándonos a una “división destructiva”.
El comunicado de las Iglesias cristianas recuerdan, por último, que: “la Navidad está llegando” y que ésta representa una “fiesta de paz”. De aquí la petición: “Como líderes cristianos de Jerusalén -concluyen- lo invitamos, [presidente Trump], a caminar con nosotros en la esperanza, mientras construimos una paz justa e inclusiva para todos los pueblos de esta ciudad única y santa”. Ojalá, la sensatez reine y se reanude el dialogo para lograr un acuerdo justo. Mientras tanto…más violencia.
Hace unos meses, la simple colocación de un detector de metales para controlar a los fieles que iban a rezar a las Mezquitas de Omar y el Aksa, supuso un revuelo tan importante que las autoridades israelíes tuvieron que ceder ante la presión popular. La excusa esgrimida por el liderazgo israelí fue un ataque en el que murieron dos policías desplegados en la Ciudad Antigua.
En estos momentos, la mudanza de la embajada norteamericana de Tel Aviv a Jerusalén está creando un gran malestar internacional y el inicio de una rebelión seria e importante de la sociedad civil Palestina. Sin embargo, quien diga que el gran estallido social iniciado en Jerusalén Oriental, y pronto esparcido hacia el resto de Palestina Ocupada, es simplemente debido al traslado de un edificio, no entiende ni la esencia del problema ni lo que es la realidad de una ciudad – y un país - que han cumplido cincuenta años bajo una ocupación militar. La carga simbólica de ese acto es tan explosiva, porque supone reconocer “de iure y de facto” un estatuto de capitalidad a Jerusalén, que hasta ahora no era reconocido prácticamente más que por el Estado de Israel.
El problema fundamental es que no se pueden autocomprender ni Israel, ni Palestina sin que la capital sea Jerusalén. Y esto ambos lo saben, y lo americanos también. Y en las olvidadas conversaciones de paz entre palestinos e israelíes, me consta que este tema se ha hablado, y se han arbitrado soluciones técnicas para que esto sea posible, aunque parezca la cuadratura del círculo. Pero “conversaciones”. En realidad no se ha hecho nada. Ni hay voluntad política para ello, y ahora probablemente menos. Sin Jerusalén como capital, Israel no tiene sentido. Palestina sin Jerusalén como capital tampoco. Y todavía más complicado sin alambradas, ni muros entre ambas. Hoy, y cada vez más una utopía…
Trasladar la embajada a Jerusalén, y ahora habrá que ver donde la construyen lo americanos, es cambiar las reglas del juego de una partida inacabada. Uno de los supuestos árbitros se alinea abiertamente con el lado contrario. Ya lo estaba, pero sentía un cierto pudor ante la opinión pública. Ahora se se han perdido hasta las formas. El lobby judío de la construcción de los asentamientos está ganando la partida…Otra vez unas navidades calientes.
La impresión es que los americanos ya no creen en la solución de los dos Estados, aunque los americanos lo siguen afirmando, y que tanto agita nuestro ministro de Asuntos Exteriores, sino que desean prologar el estatuto actual de ocupación “in eternum”. Europa debería reconocer ya, de hecho, el Estado Palestino, y empezar con la transformación de los Consulados Generales actuales en Jerusalén, incluido el nuestro, en Embajadas ante Palestina. Esto no se dará. Demasiados intereses cruzados entre los europeos, pero sería una manera de romper la baraja y crear un alto nivel de conflictividad diplomática que obligue a todos los países a posicionarse más allá de la retórica. Mogherini, la Comisaría Europea de Exteriores, tiene mucha faena, pero otra voz que clama en el desierto. Israel no se toma en serio a Europa. Pero, mientras tanto, de nuevo, el sufrimiento por ambos lados, el odio y la sangre.
Junto al Papa Francisco se ha manifestado también, todos juntos, los líderes cristianos de Tierra Santa. En una declaración oficial, afirman: “Seguimos “con preocupación” las noticias acerca de la posibilidad de un “cambio” en la política estadounidense en lo que concierne al “estatus de Jerusalén”. Tenemos la certeza de que tales pasos “producirán un crecimiento del odio, del conflicto, de la violencia y del sufrimiento en Jerusalén y en Tierra Santa” y terminaría alejando “del objetivo de unidad” encaminándonos a una “división destructiva”.
El comunicado de las Iglesias cristianas recuerdan, por último, que: “la Navidad está llegando” y que ésta representa una “fiesta de paz”. De aquí la petición: “Como líderes cristianos de Jerusalén -concluyen- lo invitamos, [presidente Trump], a caminar con nosotros en la esperanza, mientras construimos una paz justa e inclusiva para todos los pueblos de esta ciudad única y santa”. Ojalá, la sensatez reine y se reanude el dialogo para lograr un acuerdo justo. Mientras tanto…más violencia.