Los párrocos por el Sínodo: “la idea de cambiar el papel ministerial de la mujer y el delicado asunto del celibato, encontró un eco favorable en la asamblea… El tema de las mujeres y el celibato merece seguir siendo tratado, y hablado con parresía” Un sector de la Iglesia no quiere resolver el celibato obligatorio desde el Evangelio

El tema de los sacerdotes casados ¿“nunca se ha puesto sobre la mesa”? (II)

Extraña la declaración del cardenal Mario Grech, Secretario General del Sínodo: “el tema de los sacerdotes casados nunca se ha puesto sobre la mesa. Tampoco se abordará en el grupo de trabajo que se ocupa de la relación con las Iglesias orientales que, en cambio, tienen sacerdotes casados” (RD 15.03.2024).

No es cierto que “nunca se ha puesto sobre la mesa”. El Informe de la Síntesis de la Primera Sesión (28.10.2023) en su Parte II (“Todos discípulos…”), en el número 11 (Diáconos y   presbíteros en una Iglesia sinodal), Cuestiones que afrontar”, apartado “f)”, dice:

          “Se han expresado valoraciones diversas sobre el celibato de los presbíteros. Todos aprecian su valor, cargado de profecía, y el testimonio de conformación con Cristo; algunos se preguntan si su conveniencia teológica con el ministerio presbiteral se deba traducir en la Iglesia latina en una obligación disciplinar, sobre todo, donde los contextos eclesiales y culturales lo hacen más difícil. Se trata de un tema que no es nuevo y que requiere ser retomado ulteriormente”.

Eso de “su conveniencia teológica con el ministerio presbiteral” es pura ideología de política clerical. El celibato obligatorio no tiene “conveniencia teológica” con ministerio alguno eclesial. Es una idea inventada para justificar la disciplina eclesial en la Iglesia latina. Contradice la conducta de Jesús en la elección de los Apóstoles, y de éstos al poner dirigentes en las comunidades. Más justo es decir “conveniencia clerical”, sobre todo de la jerarquía desde el s. III. El Nuevo Testamento revela conveniencia contraria: “Conviene que el obispo sea irreprochable, marido de una sola mujer…, que gobierne bien su propia casa y se haga obedecer de sus hijos con todo respeto. Pues si uno no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?” (1Tim 3,2-5).

También el Informe de la Síntesis de la Primera Sesión (28.10.2023) en su Parte II (“Todos discípulos…”), en el número 11 (Diáconos y   presbíteros en una Iglesia sinodal), entre las “Propuestas”, la número 6 sostiene:

“Considérese, evaluando caso por caso y teniendo en cuenta los contextos, la oportunidad de incorporar a un servicio pastoral que dé valor a su formación y a su experiencia, a presbíteros que dejaron el ministerio”.

Apoyado en este texto sinodal, el cardenal de Bogotá (Colombia), L.J. Rueda Aparicio, ha convocado a sacerdotes casados “que quieran sumarse a la tarea de la evangelización en la ciudad, al `ministerio de la escucha´. Aprovechando su preparación académica, su vida de fe y su experiencia familiar y profesional. Encargándoles también, colaborar en la Lectio divina en algunas parroquias que deseen recibir su apoyo” (Dumar Espinosa, Religión Digital 16.04.2024). Lo justifica con el texto de Pablo VI: “Estamos seguros, venerables hermanos, … de que no perderéis jamás de vista a los sacerdotes que han abandonado la casa de Dios, que es su verdadera casa, sea cual sea el éxito de su dolorosa aventura, porque ellos siguen siendo por siempre hijos vuestros” (Encíclica “Sacerdotalis Coelibatus”, 95). Y con el Documento la V Conferencia del Episcopado latinoamericano y del Caribe (13-31 mayo 2007): “Teniendo en cuenta el número de presbíteros que abandonaron el ministerio, cada Iglesia particular procure establecer con ellos relaciones de fraternidad y de mutua colaboración conforme a las normas prescritas por la Iglesia” (Doc. Aparecida, n. 200).

Hasta en su encuentro internacional, que estos días se está celebrando en Roma, “Los párrocos por el Sínodo” han hecho notar este problema marginado por la jerarquía:

          -Teo Nieto, cura de Zamora: “aquí sí he percibido estas ganas de un caminar distinto, un caminar en el que (lo dijo un hermano) los párrocos seamos “facilitadores de la gracia” y no “facilitadores de la norma” ... O, como cuando alguien con cierta autoridad nos lanzó un par de provocaciones que apuntaban hacia la idea de cambiar el papel ministerial de la mujer y el delicado asunto del celibato, y encontró un eco favorable en la asamblea (con alguna resistencia que seguro era signo de muchas más resistencias), pero fue bello escuchar aquello, fue hermoso que se pudiera hablar con libertad…” (RD 02.05.2024)

          - Francisco Benítez: “Queda un “sabor agridulce” porque ha habido temas que no aparecieron o no fueron abordados con profundidad, no por malicia, sino por falta de mayor tiempo... Los temas a seguir profundizando son: los abusos sexuales en la Iglesia, los “hijos sin rostros” (de los sacerdotes); los sacerdotes casados (que no solo es de normativa eclesial, sino también personal); la homosexualidad en el ministerio; la situación del mundo en guerras y violencia, mirar el mundo en que estamos; la salud del clero, física, psíquica y de adicciones. El tema de las mujeres y el celibato merece seguir siendo tratado, y hablado con parresía. Y este tema es más nuestro que de la gente. Hubo mucho involucramiento de lo que nos afecta. Una mayor escucha involucrada que me deje afectar” (RD 02.05.2024).

En la revista “Tiempo de hablar. Tiempo de actuar”, del primer trimestre de este año, un párroco de Albacete reconoce que “las parejas que formáis el MOCEOP, los curas casados y sus familias, seguís siendo la dirección acertada, pero como en el caso del niño nacido en Belén, aún le queda un tiempo de maduración… Los indicios que un servidor tiene no permiten otear en la mayoría del presbiterio al que yo pertenezco, y supongo que no será una excepción, la conciencia de que el modelo de presbiterado exclusivamente célibe debe superarse… De hecho, ni se debate porque se evita siquiera entrar en la cuestión… Aunque una mayoría estadística de los miembros de la Iglesia estarían por cambios en la dirección que con mucha constancia venís apuntando, el problema no reside sólo en la jerarquía episcopal y curial… También dentro del laicado hay fuertes resistencias a esas actualizaciones… Se trata de la multiforme percepción de lo que nos caracteriza y singulariza, tanto en el mundo y en el tiempo, como respecto a otras iglesias cristianas” (Fco. Javier Avilés, TH nº 176 www.moceop.net, P. 14-16).

Creo acertado el análisis: “seguís siendo la dirección acertada”; “la mayoría del presbiterio evita siquiera entrar en la cuestión”; “una mayoría estadística de los miembros de la Iglesia estarían por cambios”; “en el laicado hay fuertes resistencias a esas actualizaciones”; creen que el celibato es “lo que nos caracteriza y singulariza”.

No pueden los cristianos ocultar este problema, y aceptar esta ley por encima del Evangelio. Sobre todo, las personas más seducidas por el Espíritu de Jesús. El clero debería formar al laicado en la verdad y libertad del Evangelio, más que en leyes humanas y culturales. Me cuesta creer que cristianos inspirados en el Evangelio y en espíritu de Amor bendigan esta ley de consecuencias como: abandono del ministerio, parroquias sin eucaristía, personas deshumanizadas, escándalos innecesarios, hijos desprotegidos, mujeres invisibles, vicios “contra naturam”, abusos “con impúberes de cualquier sexo”, destierros impuestos, etc. etc.

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