“En Roma, y en gran parte de nuestros obispos, existe el deseo, repetidamente manifestado, de mantener sin fisuras la ley del celibato en la Iglesia latina” (año 1977) No es “Tiempo de Hablar” sobre la ley del celibato

Nunca grupos de sacerdotes casados han intentado romper con la Iglesia

Es la decisión que ha tomado el Papa Francisco para la Etapa Sinodal del próximo octubre en Roma. Es la misma que, en el concilio Vaticano II (1962-65), tomó Pablo VI: prohibir tratar el tema en el aula conciliar. Francisco lo ha eliminado de la lista de temas que se habían sugerido desde distintas plataformas eclesiales.

Ante esta situación, en 1977, los creadores de la revista “Tiempo de Hablar. Tiempo de Actuar” reconocieron que “nos quedarían dos opciones: romper y luchar al margen, o ceder y entender que hemos errado el camino al elegir el momento histórico actual para estos planteamientos. Pues, no estamos ni por lo uno ni por lo otro”.

No cayeron en estas dos tentaciones: ni rompieron ni cedieron. Es todo un ejemplo de fe, esperanza y amor en la Iglesia de Cristo. “Esta Iglesia, establecida y organizada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él si bien fuera de su estructura se encuentren muchos elementos de santidad y verdad que, como bienes propios de la Iglesia de Cristo, impelen hacia la unidad católica” (LG 8). Nunca grupos de sacerdotes casados han intentado romper con la Iglesia. Si no han cedido en este tema, y quieren seguir “Hablando y Actuando”, es porque están convencidos de que el Evangelio les da la razón, de que ahora es el tiempo, el “kairós” del Espíritu de Dios. Escribieron en el año 1977: “Pensamos, que por ello no se nos puede acusar de hacer caso omiso del momento y la situación que vivimos”.

Ellos partieron de la realidad de entonces: “Es claro que, en Roma, y en gran parte de nuestros obispos, existe el deseo, repetidamente manifestado, de mantener sin fisuras la ley del celibato en la Iglesia latina… A pesar de ello, pensamos que nuestro objetivo (alumbrar una figura de sacerdote enraizado en una comunidad y libre para optar por el matrimonio o el celibato) es alcanzable”.

La realidad actual es no igual. Ahora muchos obispos quieren hablar y solucionar el problema. Algunos dicen abiertamente que el Papa Francisco «tiene miedo de que haya un cisma en la Iglesia. Que se desgarre la Iglesia. Y lo lamentaría infinitamente» (Mons. E. Kräutler, obispo emérito de Xingú en Brasil. Entrevista al diario Kronen Zeitung 10.04.2023). En otra entrevista recuerda al Sínodo de la Amazonía: «Me sentí frustrado y decepcionado. En el Sínodo de la Amazonia, el 80 por ciento de los obispos votaron por los viri probati (ordenación de hombres casados) y el diaconado de las mujeres. Es inconcebible que el papa Francisco no lo haya mencionado en exhortación apostólica. Un hermano que suele ser más tradicional me dijo: tengo cuatro hombres casados que puedo ordenar inmediatamente. No entiendo por qué ninguna de nuestras demandas se ha cumplido» (Kath.ch/InfoCatólica 4/12/23).

A primeros de este año, el arzobispo de Malta y secretario Adjunto de la Doctrina de la Fe, Charles Jude Scicluna,declaraba:

          “Ha llegado el momento de discutir seriamente el tema y tomar decisiones al respecto. Ya hablé abiertamente sobre ello en el Vaticano, pero, en última instancia, no es mi decisión... ¿Por qué deberíamos perder a un joven que habría sido un excelente sacerdote, sólo porque quería casarse? Y perdimos buenos sacerdotes sólo porque eligieron el matrimonio.

          La norma centenaria sobre el celibato sacerdotal ha sido debatida públicamente durante décadas, pero las autoridades de la Iglesia local, hasta ahora, siempre la habían defendido, insistiendo en que la vida de un sacerdote debe dedicarse exclusivamente a la Iglesia y su comunidad. Fue opcional durante el primer milenio de existencia de la Iglesia y debería volver a serlo.

          El celibato todavía tiene y seguirá teniendo un lugar en la Iglesia, pero he aprendido por experiencia que a los sacerdotes también se les debe dar la opción de casarse, al igual que en las iglesias católicas del Rito oriental… Un hombre puede madurar, entablar relaciones, amar a una mujer. Tal como están las cosas, él debe elegir entre ella y el sacerdocio, y algunos sacerdotes se las arreglan entablando relaciones sentimentales en secreto.

          La Iglesia Católica Romana en su rito latino es la única religión cristiana que requiere que todos sus sacerdotes sean célibes: abstenerse del matrimonio y de las relaciones sexuales… Durante el primer milenio después de la muerte de Jesús, a los sacerdotes en general se les permitía casarse y tener hijos. Fue en el siglo XII cuando la Iglesia introdujo definitivamente la regla. Pero es simplemente una regla –no un dogma de la Iglesia–, por lo que el Papa Francisco puede cambiarla, aunque el Pontífice de 87 años todavía no parece convencido.

          Algunos de ellos han estado en una relación comprometida durante años y otros incluso tuvieron hijos en secreto de esas relaciones. Esta es una realidad global. No ocurre sólo en Malta. Sabemos que hay sacerdotes en todo el mundo que también tienen hijos y creo que hay otros en Malta que quizás también los tengan”.

          El Vaticano estuvo muy cerca de cambiar la regla en 2019, cuando el Sínodo de Obispos votó abrumadoramente para permitir que hombres casados en la región amazónica se convirtieran en sacerdotes para ayudar a satisfacer las necesidades de la Iglesia allí. Pero a pesar de parecerse a un parlamento de obispos, el Sínodo no es una autoridad que toma decisiones. La última palabra sobre cambios de reglas en la Iglesia está en manos de Francisco, quien no siguió adelante con el cambio en absoluto.

          El Papa tiene razón al insistir en que tal cambio no debería tener como objetivo mitigar la crisis de vocaciones. La vocación tiene que ver con la fe y la relación de una persona con Dios, y las reglas no deben cambiarse simplemente para atraer a más hombres al sacerdocio o para llenar los vacíos” (Times Of Malta, 7 enero 2024).

Es la tesis de las Asociaciones de Sacerdotes Casados. La vocación al sacramento del Orden es don divino, no vinculado necesariamente con el celibato, otro don de Dios (PO 16). Ni Jesús ni la Iglesia apostólica lo vincularon legalmente. El celibato opcional ha traído a la Iglesia mucho bien. Igualmente, el celibato obligatorio ha sido y está siendo fuente de sufrimiento y quebranto, ajena al Evangelio y a la voluntad divina.

En 1977, los iniciadores de “Tiempo de Hablar. Tiempo de Actuar” decidieron:

          “Queremos enfrentarnos hoy a esta difícil situación con las armas habituales del cristiano: la reflexión, el diálogo y la oración. Desde aquí queremos pedir a nuestros pastores que, en lugar de constituirse en guardianes de tradiciones, o hablar de «reglas de juego en 1a Iglesia», se pongan también ellos en búsqueda” (editorial del nº 1).

Hay que agradecer a este arzobispo su valentía. No sólo es arzobispo de Malta. Es un alto funcionario del Dicasterio de Doctrina de la Fe. Su tratamiento de la crisis de los abusos sexuales desde hace unos 20 años le ha merecido una evidente percepción de la realidad. Sin miedo reconoce el problema, discierne culpas y causas, y propone las mejores soluciones. Su tajante e inequívoco diagnóstico -“Ha llegado el momento de discutir seriamente el tema y tomar decisiones”-, huele a Evangelio: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio» (Mc 1,15).

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