La luz de los sencillos y los humildes, epifania de la vida La magia del regalo: entre el absurdo y la luz
El día de Reyes en la vida de un cura entre rural y urbano. Detalles de interpelación y de luz que me despiertan en el quehacer ministerial. Entre la gentilidad de una cultura rampante de la que formo parte y la fe de los sencillos y los humildes que también me rodea. Deseando volver a lo verdadero y auténtico por un nuevo camino. Homenaje a Isabel Rodríguez de Almendralejo y abrazo a su familia.
- ¿Isabel, has amado mucho?
- “Todo lo que he podido”
- ¿Y te han querido?
- “A rabiar, Señor, hasta el último suspiro. Sigue bendiciéndolos.”
- “Todo lo que he podido”
- ¿Y te han querido?
- “A rabiar, Señor, hasta el último suspiro. Sigue bendiciéndolos.”
- “A rabiar, Señor, hasta el último suspiro. Sigue bendiciéndolos.”
| Jose Moreno Losada
La magia del regalo: del absurdo y la luz
¿Qué queda de Epifanía?
El disgusto de los regalos, frustración
En el camino recibía la llamada de un familiar y me contaba los sucesos de los regalos ante su hija. Ella había enviado una última carta a los reyes y la había entregado, pero le habían traído lo que pedía en la primera, no atendieron a la corrección. Y tenía un disgusto mayúsculo, no aceptaba lo que le habían depositado. De alguna manera ella manifestaba lo que está de fondo del absurdo de este día, les hacemos creer a los niños que ellos son los que mandan y todo a su alrededor debe obedecer a sus deseos. Para ellos el regalo no es don, es una exigencia y si no reúne las condiciones que ellos exigen entonces se rebelan y se enfrentan al regalo y al don. Reciben los regalos en el mayor disgusto.
Envuelto en mantas en un portal
Al entrar en la población, de unos quinientos habitantes, observo que en el portal de la primera casa –no habitada- está durmiendo un transeúnte con sus mantas y sus bebidas al lado. Le saludo y me pregunto con extrañeza, qué hará ahí y qué mensaje encierra su presencia. Acababa de leer un artículo del arzobispo Agrelo – ya emérito- donde interpelaba a esta sociedad cristiana europea que deja morir a los migrantes en sus orillas del mar y que ya van cientos en estos primeros días del año. Se preguntaba ante quién se arrodillan los hombres de hoy, y los mismos cristianos. Dios se manifiesta en los más débiles y vulnerables de la historia, en un niño que no estaba en el palacio, sino envuelto en pañales y acostado en un pesebre, en las afueras, en lo vacío de la ciudad.
Regalos sin Dios ni evangelio: gentiles
En la eucaristía no había ni un niño, ninguna familia, nueve personas, sólo un matrimonio mayor, viudas, viudo, dos jóvenes maduros y alguna mujer más. La fiesta del regalo, estaba sin Dios, sin pasaje evangélico, para la mayoría, no tienen idea de la raíz de esta fiesta y su significado. Las oraciones y las lecturas hablaban de pueblos gentiles, lejanos al misterio, y yo entendía que la gentilidad está dentro de mi pueblo, en los bautizados, e incluso en mí mismo. Toca volver al Evangelio en los espacios que se consideran religiosos, con tradiciones y sin tradición evangélica, llenos de consumo (oro) e injusticias, de éxitos (incienso) y desesperanza, y de placer (mirra) con soledad y dolor, hambrientos de sentido, sin interioridad ni espiritualidad. Un detalle de ternura –me ha sabido a gloria del cielo-, una feligresa me ha regalado una caja de calcetines preciosos. Algo muy gratuito y oportuno para mi ánimo.
La fe los mayores y la herencia
Más tarde comí con una familia cristiana, que se unían para celebrar juntos el día del don y que intentaban ser muy entrañables entre ellos, uniendo la acción de gracias por la vida y por poder encontrarse. Aun así, reconocían que queda mucho por avanzar en el camino de la fe, aunque las abuelas son referentes de una fe sencilla, popular, pero auténtica. Una mención especial al abuelo David, que murió en la pandemia, y que tenía la fe como principio de su vivir. Nos sigue costando volver a la vida por el camino de la luz creyente, unir evangelio y vida en nosotros. El joven creador en búsqueda, con una conversación de nivel, me alegra conocer el guion de un corto que ha creado y su vocabulario filosófico.
La luz de Isabel que se hace eterna: verdadera epifanía.
Ahora al atardecer, retomo la comunicación con amigos y personas a las que me une la misión y el sentido de comunidad cristiana, y me llega la noticia de la muerte de Isabel Rodríguez. La madre de Inesu, a quien conocí en la universidad, como estudiante de matemáticas y con su pareja David. Han sido años de caminar y de proyectos, eso me dio la oportunidad de conocer su familia, a sus padres y hermanos, así como sobrinos. Hoy su madre ha llegado a su meta ha coronado su vivir. Y recobro en ella el sentido del día, una mujer fiel, sencilla y humilde que vivió su fe en el acontecer del diario: mujer, esposa, madre de cuatro hijos, abuela, trabajadora (churrera), vecina, costalera de la virgen… Nada se le ponía por delante y educó en la libertad y en la honestidad a sus hijos, en el buen ser y en el buen hacer. Recuerdo cuando nació el primer hijo de Inesu y nos comunicó que se iba a llamar Lucas. Me encantó su explicación, la razón era que ese evangelio le seducía por cómo hablaba de la providencia y de la vida de los sencillos, de la misericordia y del perdón. Buen motivo para nominar a sí a su primogénito. En esta tarde al mirar el horizonte invernal en este día de luz y contemplar el rojizo del horizonte del sol entregado, entendía que Isabel es sacramento la espiritualidad de Lucas y la ha vivido con la mayor naturalidad y frescura, lo que le ha hecho brillar entre las mujeres. Hoy se ha sembrado en la providencia divina en la que ha creído y vivido. Imagino el diálogo con Cristo y con María la virgen:
- ¿Isabel, has amado mucho?
- “Todo lo que he podido”
- ¿Y te han querido?
- “A rabiar, Señor, hasta el último suspiro. Sigue bendiciéndolos.”
Y habrá comenzado a narrar y contemplar su vida con Dios y darse cuenta de que ha vivido divinamente. Ojalá sepamos nosotros leerla así con ella, con esperanza y amor creyente. La vida como el mayor regalo y el mayor don, recibido en la gratuidad absoluta, para ser regalados y gozar con la entrega a los demás. Isabel, ha sido un don, un regalo, Dios ha estado grande con nosotros y estamos alegres. Por eso no este día era muy propio para su marcha. Yo me callo, oro, contemplo y contrasto los detalles de un día cargado de luz y de interpelaciones. Cuántos detalles regalados para pensar y amar más. Isabel, toda una vida llena de Luz y verdad, hecha carne.
¡Qué contraste con la filosofía de fondo que hoy pervierte esta fiesta de la luz, de la sencillez, la humildad y el agradecimiento ¡
José Moreno Losada