Queremos “poner en práctica tu palabra y no contentarnos con oírla, engañándonos nosotros mismos” La vida en amor salva, no los actos religiosos (D. 22º TO B 2ª lect. 01.09.2024)
“Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros”
| Rufo González
Comentario: “Poned en práctica la palabra”(St 1,17-18.21-22.27)
Durante cinco domingos leemos fragmentos de la Carta de Santiago. De género sapiencial y profético, con exhortaciones a vivir la fe con obras. Muchas afinidades y reminiscencias evangélicas. Se sugieren palabras y actitudes de Jesús sin nombrarlas. Se leen tres fragmentos del capítulo 1º, orientados a vivir la auténtica vida cristiana.
El primer fragmento recuerda lo fundamental de la fe cristiana:
a) “Todo buen regalo y todo don perfecto viene de arriba, procede del Padre de las luces, en el cual no hay ni alteración ni sombra de mutación” (v. 17). Recuerda el hecho creído por nosotros, como canta el salmista: “Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño” (Sal 100,3). Somos don, regalo, del “Padre de las luces” (alusión a Gn 1,14-18, y al salmo 136,7: “Él hizo lumbreras gigantes”). Los astros cambian, se ocultan…, pero no su Creador.
b) “Por propia iniciativa(literalmente: “queriendo”: boulezeìs: “por un acto de su voluntad”) nos engendró con la palabra de la verdad, para que seamos como una primicia de sus criaturas” (v. 18). “La Palabra de la verdad” es Jesús, la Palabra encarnada, humanizada. “A cuantos la recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios” (Jn 1,12-13). Han recibido su Espíritu (Jn 3,5). Somos así “primicia de sus criaturas”.
El segundo fragmento es una exhortación a la acción:
a) “Desechad toda inmundicia y la carga de mal que os sobra” (v. 21a). La tala necesaria que hay que hacer y vigilar. Corregir defectos o impurezas de conducta: egoísmo, impaciencia, pesimismo, pereza, envidia, intolerancia, manipulación, procrastinación (tendencia de posponer responsabilidades o tareas), perfeccionismo, impuntualidad, autoritarismo, cinismo, egocentrismo, irresponsabilidad, vanidad, soberbia, cobardía… “La carga de mal…” (perisseían kakías: abundancia, sobras de mal”): “costras de mal” que quedan como residuos de nuestra suspicacia y prejuicios.
b)“Acoged con docilidad esa palabra, que ha sido injertada en vosotros y es capaz de salvar vuestras vidas” (v. 21b). Aceptar a Jesús, “Palabra” atenta a la salud, a la comida, a la relación fraterna, sustentada en la voluntad del Padre que “hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos” (Mt 5,45). “Palabra” que, “injertada en vosotros”, es capaz de “salvar vuestras vidas” del sin sentido, de los vicios, de la falta de esperanza… La “Palabra”, cuyo Espíritu nos habita, elabora actitudes positivas, realizadoras a nivel personal y social, y abiertas a la vida plena.
c) “Poned en práctica la palabra y no os contentéis con oírla, engañándoos a vosotros mismos” (v. 22). Es el eco del consejo evangélico de Jesús: “El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó” (Mt 7,26-27)
El tercer conjunto declara la actividad fundamental de la vida cristiana:
“La religiosidad auténtica e intachable a los ojos de Dios Padre es esta:
a) “atender a huérfanos y viudas en su aflicción”(v. 27). Conexión con los profetas (Is 1,11-17; Jrcon 5,28; Ez 22,7), y el Evangelio: en el juicio final, sólo cuentan para la realización plena -la gloria- las obras de ayuda al necesitado (Mt 25,31ss).
b) “y mantenerse incontaminado del mundo”: no aceptar los criterios y modos de vida mundanos, basados en el egoísmo y la apariencia orgullosa y falsa.
Oración:“Poned en práctica la palabra”(St 1,17-18.21-22.27)
“A Dios nadie lo ha visto jamás:
Tú, Dios unigénito, que estás en el seno del Padre,
eres quien nos lo ha dado a conocer” (Jn 1,18).
Al escuchar hoy a Santiago que “todo buen regalo
y todo don perfecto viene de arriba,
procede del Padre de las luces,
en el cual no hay ni alteración
ni sombra de mutación”,
oímos también, Cristo Jesús, tu palabra:
“el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis
y creéis que yo salí de Dios” (Jn 16,27);
“si vosotros sabéis dar regalos buenos a vuestros hijos,
y eso que sois malos,
¡cuánto más vuestro Padre del cielo
dará cosas buenas a los que le piden!” (Mt 7,11).
En el Padre “no hay ni alteración ni sombra de mutación”:
Siempre “Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene:
en que Dios envió al mundo a su Unigénito,
para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor:
no en que nosotros hayamos amado a Dios,
sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo
como expiación por nuestros pecados.
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera,
también nosotros debemos amarnos unos a otros.
A Dios nadie lo ha visto nunca.
Si nos amamos unos a otros,
Dios permanece en nosotros
y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud” (1Jn 4,8-12).
Tu Padre, Cristo Jesús, y nuestro Padre:
“por propia iniciativa nos engendró
con la palabra de la verdad”, que eres Tú,
para que seamos como una primicia de sus criaturas”.
“Por eso”, queremos “desechar toda inmundicia
y la carga de mal que nos sobra,
y acoger con docilidad tu Palabra,
que ha sido injertada en nosotros
y es capaz de salvar nuestras vidas”.
Queremos “poner en práctica tu palabra
y no contentarnos con oírla,
engañándonos nosotros mismos” (v. 22).
Recordamos tu advertencia, Jesús:
“El que escucha estas palabras mías
y no las pone en práctica
se parece a aquel hombre necio
que edificó su casa sobre arena.
Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos,
soplaron los vientos y rompieron contra la casa,
y se derrumbó” (Mt 7,26-27).
Tu palabra “es capaz de salvar nuestras vidas”:
librándonos del egoísmo, pesimismo, intolerancia,
manipulación, autoritarismo, cinismo, egocentrismo,
irresponsabilidad, vanidad, soberbia, cobardía…;
construyendo actitudes de amor,
“la ley perfecta, la de la libertad;
permaneciendo en ella, no como oyentes olvidadizos,
sino poniéndola en práctica;
así seremos dichosos al practicarla” (Sant 1, 25);
Que tu Espíritu; Jesús de todos, nos convenza de que:
“la religiosidad auténtica e intachable a los ojos de Dios Padre
es esta: atender a huérfanos y viudas en su aflicción
y mantenerse incontaminado del mundo” (Sant 1,27),
basado en el egoísmo y la apariencia.