El Ayuntamiento de Casinos –dominado por Compromís- ha cambiado el nombre de la calle dedicada al Papa Juan XXIII desde hace medio siglo por la de un guitarrista y cantaor de flamenco apenas conocido, José Esteve Cano, quien es familiar de una edil de la Corporación Municipal. Por todo curriculum, desde el partido se alega que en cierta ocasión llegó a cantar flamenco ante la princesa de Mónaco Grace Kelly.

Después de más de medio siglo conociendo dicha calle como la calle Juan XXIII, en la vecindad se han extrañado del cambio que para los vecinos supone numerosas molestias de tipo burocrático para aquellos que residan en la misma, pues han de variar toda aquella documentación que posean propia de identificación, oficiales, registrales o notariales, por el capricho o la perversidad del Ayuntamiento sin explicación objetiva alguna. De entre las decenas de calles del pueblo, le ha tocado a la del Papa Juan XXIII.

La decisión ha llamado más la atención por cuanto el alcalde Miguel Navarré Sancho parece que está preparando oposiciones para ser docente en la rama de Historia y se supone que debería tener criterios científicos para valorar desde el punto de vista de la ciencia histórica quién ha sido más importante: el aperturista Juan XXIII de la “Pacem in terris” o un cantaor de flamenco que no sale ni en los rastreos de Internet. El alcalde Navarré, a pesar de tener siete concejales de su partido en el Ayuntamiento, se ha quedado para sí las carteras de Empleo, Urbanismo, Memoria Histórica, Patrimonio y Turismo.

Los vecinos de dicha calle afectados por el cambio han manifestado su protesta y queja a través de un escrito que han presentado en el Ayuntamiento por lo que les supone de problemas y dificultades personales y comerciales, además de económicos, por el cambio de nombre de la calle. Sobre el cambio de nombre en el callejero no fueron consultados ni se les solicitó su parecer. Fue una imposición a las bravas.

El pueblo de Casinos es famoso por la producción de peladillas desde que a principios del siglo pasado a un guardia civil gallego destinado allí se le ocurrió aprovechar la gran plantación de almendros que había en el pueblo para enseñarles a hacer dulces garrapiñados de su tierra natal, que devinieron en fabricación de turrones y peladillas.

Precisamente un anterior alcalde del PP, que rigió durante 10 años la población, tenía buen contacto en el Vaticano y acudió a llevar peladillas y turrones a los Papas con los que coincidió, Juan Pablo II y Benedicto XVI, como manera de promocionar los productos de su tierra.