La crónica desde el Ávila 'Perucho' Rincón Gutiérrez, rector estrella
"Honra a la Universidad de los Andes que esté conmemorando el centenario del nacimiento de uno de los rectores estrella, el rector perenne, en la persona de “Perucho” Rincón como familiarmente se le conoció"
"Después del 23 de enero de 1958, comienza la era de Perucho al frente de la Universidad de los Andes. Con 35 años de edad, el médico partero se convirtió en el padre del nuevo parto que fue convertir la pequeña universidad en una casa de estudios abierta al país"
"Como senador, ministro y embajador fue hombre de iniciativas y creatividad. En el retiro de sus últimos años, no le amargó los sinsabores de quienes, por no estar en el poder, se apartaron de él"
"Los discursos de Pedro Rincón Gutiérrez son una ventana a la Venezuela integral del siglo XX, y fuente de inspiración para lo que debe ser el futuro de nuestra universidad y nuestra patria”. Honra a quien honor merece"
"Como senador, ministro y embajador fue hombre de iniciativas y creatividad. En el retiro de sus últimos años, no le amargó los sinsabores de quienes, por no estar en el poder, se apartaron de él"
"Los discursos de Pedro Rincón Gutiérrez son una ventana a la Venezuela integral del siglo XX, y fuente de inspiración para lo que debe ser el futuro de nuestra universidad y nuestra patria”. Honra a quien honor merece"
Honra a la Universidad de los Andes que esté conmemorando el centenario del nacimiento de uno de los rectores estrella, el rector perenne, en la persona de “Perucho” Rincón como familiarmente se le conoció. Son muchas las facetas de la vida de este zuliano que desde la adolescencia fue enviado por sus padres a estudiar, primero en el Colegio San José de Táriba, regido por los Padres Salesianos. De allí pasó al otro Colegio San José de la ciudad serrana, prez de la Compañía de Jesús durante varias décadas. De allí, el joven bachiller pasó a la Universidad de los Andes para graduarse de médico cirujano. El resto de su vida transcurrió casi todo en Mérida.
Me contó en una oportunidad el Cardenal Quintero que con motivo de la inauguración del edificio del Rectorado de la ULA, el Rector de entonces, Dr. Joaquín Mármol Luzardo se vio en un aprieto pues sobraban los que se ofrecieron para tener el discurso de orden ante el dictador Marcos Pérez Jiménez. Salió del paso, pidiéndole a Mons. José Humberto Quintero, a la sazón arzobispo coadjutor y eximio orador que fuera él quien tomara la palabra a nombre de la universidad y el pueblo merideño. Uno de los candidatos, según Mons. Quintero, era el Dr. Rincón que gozaba de fama, ya entonces, de pico de oro. Se le achacó al arzobispo el sanbenito de perezjimenista. Pero, cómo no decir una palabra de elogio a quien financió buena parte del hermoso edificio, me acotó el Prelado.
Después del 23 de enero de 1958, comienza la era de Perucho al frente de la Universidad de los Andes. Con 35 años de edad, el médico partero se convirtió en el padre del nuevo parto que fue convertir la pequeña universidad en una casa de estudios abierta al país, multiplicando el número de alumnos y demás personal, con la participación de excelentes profesores e investigadores provenientes de diversos países. Se multiplicaron las facultades y demás servicios de la universidad. Con visión de futuro adquirió terrenos y construyó en los tres centros: la Hechicera, la Liria y Santa Juana, dando razón al elogio de Mariano Picón Salas, Mérida una ciudad con una universidad por dentro.
Hago memoria de los recuerdos mutuos, pues, cuando llegué a Mérida me recibió con el cariño amasado en sus años de estudios en Táriba donde compartió pupitre con mi papá. Por eso, me llamaba “mi muchacho”, que yo podía ser como un hijo suyo. En una ocasión, me dijo “yo me parezco al Corazón de Jesús”, a lo que le respondí que no exagerara. Al instante me dijo: “¿acaso el Corazón de Jesús no está entronizado en casi todos los hogares?, pues yo me parezco a él porque la foto en la que estoy entregando el diploma de grado a más de veinte mil estudiantes, está colgado en alguna parte de los hogares de los graduandos”. No me quedó sino decirle que tenía razón. Se llamaba a sí mismo “cristiano primitivo”. Tenía buena formación en este campo y hacía gala en sus muchos discursos. Con corazón abierto ayudó a muchos a superarse, y ante acontecimientos conflictivos vividos en la ciudad y universidad, supo capotearlos con elegancia para salir victorioso, dejando en alto el nombre de la casa de estudios.
"Con corazón abierto ayudó a muchos a superarse, y ante acontecimientos conflictivos vividos en la ciudad y universidad, supo capotearlos con elegancia para salir victorioso"
Como senador, ministro y embajador fue hombre de iniciativas y creatividad. En el retiro de sus últimos años, no le amargó los sinsabores de quienes, por no estar en el poder, se apartaron de él. Tuve la dicha de recibir sus cuitas y el renacer de su fe, que en medio de sus devaneos, nunca abandonó.
El Rector Magnífico recibió a través de las publicaciones del Archivo Arquidiocesano de Mérida, el merecido homenaje de “Discurso y Memoria de Pedro Rincón Gutiérrez”, en la serie de estudios n. 12, con la autoría del Lic. Oneiver Arturo Araque y el aporte de la Secretaría de la Universidad de los Andes en el 2011. En más de 600 páginas se recogen aspectos biográficos, una aproximación al discurso de Pedro Rincón Gutiérrez y una buena parte de su producción literaria, la mayoría en discursos, unas veces escritos con ágil pluma, y otras, muchas otras, con la envidiable capacidad de improvisación y memoria de miles de datos.
Tal como escribí en ocasión de la presentación de dicho libro “estoy seguro que no solo en el claustro universitario ulandino despertará interés esta obra. Los discursos de Pedro Rincón Gutiérrez son una ventana a la Venezuela integral del siglo XX, y fuente de inspiración para lo que debe ser el futuro de nuestra universidad y nuestra patria”. Honra a quien honor merece.
15.- 8-4-23 (4517)
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