"Estábamos acostumbrados a un exceso de confianza en la palabra" El magisterio gestual del Papa Francisco
"Existe otro magisterio, también elocuente. Me refiero al magisterio de los gestos y de los signos que dicen mucho, y aclaran aún más, el sentido que el Papa "llevado casi al fin del mundo" ha querido y quiere seguir dando a su Pontificado"
"Estábamos acostumbrados a un exceso de confianza en la palabra, sobre todo en la Iglesia … El Papa Francisco ha reequilibrado en cierto modo esta especie de distancia o falta de concordancia que se había creado entre palabras y gestos"
"Son todos gestos teológicos y sacramentales, densos de significado, que remiten a una imagen de Dios, del Reino, de la Iglesia capaz de transformarlo todo para que todo (estructuras, lenguajes, comportamientos) se convierta en cauce adecuado para la evangelización del mundo de hoy"
"Son todos gestos teológicos y sacramentales, densos de significado, que remiten a una imagen de Dios, del Reino, de la Iglesia capaz de transformarlo todo para que todo (estructuras, lenguajes, comportamientos) se convierta en cauce adecuado para la evangelización del mundo de hoy"
Tras el viaje apostólico del Papa Franciscoa los continentes asiático y oceánico, leo con interés artículos al respecto sobre las imágenes o el ‘magisterio visual’ de ese mencionado itinerario. Y, junto a todo ello, yo creo que existe otro magisterio, también elocuente. Me refiero al magisterio de los gestos y de los signos que dicen mucho, y aclaran aún más, el sentido que el Papa «llevado casi al fin del mundo» ha querido y quiere seguir dando a su Pontificado.
Seguramente porque tiendo a fijarme, cada vez más con el paso del tiempo, más en el magisterio de los signos que en el de los discursos. Más en el magisterio de los silencios que en el de las palabras. Seguramente defecto de forma en los que estamos acostumbrados a escribir o pronunciar mucho.
Todos signos que, no por casualidad, me llevan siempre a pensar en una cierta «desmitificación del Papado». Y, si se me permite, de hasta una «desacralización». Como que el Papa se negara a aparentar ser Papa.
"El Papa se fue despojando progresivamente de todos esos símbolos que el cardenal alemán Walter Kasper describió como 'expresiones de un barroco' todavía presente en la Iglesia"
Seguramente habría que preguntarse qué se entiende por «mito del papado». Si viéramos algún vídeo de Youtube de los años 50 (y no estamos en el Renacimiento, entonces) o de principios de los 60, nos daríamos cuenta de que ha cambiado tanto que parece una película ambientada hace siglos. Entonces estaba la corte papal, los guardias nobles, el Papa con su tiara y su indumentaria pontifical. Luego, con el Concilio, todo cambió. El Papa se fue despojando progresivamente de todos esos símbolos que el cardenal alemán Walter Kasper describió como «expresiones de un barroco» todavía presente en la Iglesia.
Las franjas más tradicionalistas ven incluso con recelo la apertura a la sinodalidad y la colegialidad que ha hecho el Papa Francisco. El ala conservadora sostiene que la sinodalidad ni siquiera es concebible, recordando lo que dijo en vísperas del segundo Cónclave de 1978 el cardenal genovés Giuseppe Siri, campeón del sector más tradicionalista y considerado durante años delfín de Pío XII. El temor es que, al dar poder a los obispos y, en consecuencia, a los episcopados nacionales, el Pontífice acabe dejando de ser la cabeza suprema de la Iglesia católica para convertirse sólo en un ‘primus inter pares’.
"El ala conservadora sostiene que la sinodalidad ni siquiera es concebible"
La posición del Papa Francisco, sin embargo, parece clara. Sí está a favor de la colegialidad y del desarrollo de la sinodalidad -lo ha repetido a menudo en estos años de pontificado-, pero ha sido igualmente explícito al subrayar que todo ello debe estar siempre coordinado con el primado petrino. Un pensamiento sencillo pero claro: a menudo se consulta sobre las grandes cuestiones de la Iglesia, pero al final el que decide es uno solo, el Papa. Una línea que Francisco ya ha demostrado que sabe aplicar.
"De Jesús de Nazaret se decía que era un profeta poderoso en sus gestos y en sus palabras" (Lucas 24, 19).
"Estábamos acostumbrados a un exceso de confianza en la palabra, sobre todo en la Iglesia … El Papa Francisco ha reequilibrado en cierto modo esta especie de distancia o falta de concordancia que se había creado entre palabras y gestos"
No soy intérprete autorizado de los gestos del Papa Francisco pero ¡son gestos! Estábamos acostumbrados a un exceso de confianza en la palabra, sobre todo en la Iglesia. Cuando se habla de magisterio, se piensa en textos y discursos. El Concilio Vaticano II dejó claro que la revelación de Dios en Jesús no es sólo de palabras, sino también de gestos intrínsecamente conectados.
El Papa Francisco ha reequilibrado en cierto modo esta especie de distancia o falta de concordancia que se había creado entre palabras y gestos, dando precedencia a los gestos sobre las palabras, porque las palabras pueden entenderse dentro de la lógica del Evangelio. Digamos que ha resurgido el lenguaje parabólico de los Evangelios en lugar del más dogmático. En la actitud del Papa Francisco hay una especie de desarme dogmático, que no es negación dogmática, sino una precedencia al gesto que luego permite captar también la palabra.
"Se diría que el Papa Francisco nos vuelve a poner en esta actitud de novedad del Evangelio... también el que nos viene proclamado desde Asia o desde Oceanía"
Entre los gestos del Papa Francisco encontramos su frecuente referencia a las «periferias existenciales». Jesús mismo anuncia el Evangelio más en la calle, en las periferias, que en el templo. Una periferia, entre tantas, es Asia y Oceanía sobre todo si se toma Roma (continente europeo – occidente de Europa) como centro. Lo dice claramente la Evangelii Gaudium. Y se diría que el Papa Francisco nos vuelve a poner en esta actitud de novedad del Evangelio... también el que nos viene proclamado desde Asia o desde Oceanía.
Lanovedad no es a nivel del contenido de la fe. Jesús es un judío observante, pero revolucionó el modo. A diferencia de Juan el Bautista, su precursor, que se para junto al río Jordán y la gente acude a él, Jesús no lo hace. Él mismo se bautiza en el Jordán y es él quien va a la gente. Jesús tiene la actitud de que la salvación es la condición de la conversión. Mientras que Juan el Bautista dice «conviértete y así te salvarás», Jesús dice las mismas palabras que el Bautista «conviértete y cree en el Evangelio», pero cuando se encuentra con la gente, especialmente con la que sufre, lo primero que hace es dar la salvación incondicionalmente. Y es este don incondicional de la salvación lo que hace posible la libertad de una opción de conversión.
"Recuerdo que el Jueves Santo lavó los pies a dos mujeres, cosa que está prohibida, incluida una que no es cristiana sino musulmana"
Cada uno de nosotros puede recordar gestos del Papa Francisco durante estos años de su pontificado. Yo recuerdo ahora que escribo uno: el litúrgico. Cuando el Jueves Santo lavó los pies a dos mujeres, cosa que está prohibida, incluida una que no es cristiana sino musulmana. Hay gestos que dicen atención a este tema y la conversión, pero está claro que el primer paso es siempre la ‘provocación’ del gesto.
Obispo y pueblo, Iglesia hospital de campaña, pastores con olor a oveja, lucha contra la cultura del despilfarro, tercera guerra mundial en pedazos, misericordiando… El léxico y las metáforas del Papa Francisco se imponen por su eficacia e inmediatez, así como por el uso de neologismos que a veces innovan el idioma. Su lenguaje atrae tanto simpatías como críticas, no tanto de los puristas como de quienes lamentan al gran intelectual alemán que le precedió, o afirman que el nuevo Papa no está a la altura de la formación intelectual, orgullo de la Compañía de Jesús.
De hecho, la radical predicación evangélica de las homilías no sólo le garantiza la cercanía de los fieles, sino que manifiesta su sólida base teológica, y resiste las críticas de los tradicionalistas católicos. El lenguaje del Papa Francisco mezcla vivacidad, dinamismo popular y experiencia latinoamericana, revela una capacidad para encontrar fórmulas eficaces, que dicen algo profundamente verdadero, aunque no sea de un modo técnicamente refinado.
"Obispo y pueblo, Iglesia hospital de campaña, pastores con olor a oveja, lucha contra la cultura del despilfarro, tercera guerra mundial en pedazos, misericordiando… El léxico y las metáforas del Papa Francisco se imponen por su eficacia e inmediatez"
Para el Papa Francisco el lenguaje de los gestos es una buena forma de comunicación. E innumerables son los gestos que ha realizado en sus años de pontificado y en éste, su último viaje apostólico por las tierras de Asia y de Oceanía: desde elegir no vivir en el piso de los papas hasta besar los pies de los gobernantes sudaneses para implorarles la paz; desde visitar al líder espiritual de los chiíes del mundo, el ayatolá Al-Sistani, en Irak, hasta los numerosos viajes a las periferias del mundo para «tocar las heridas» de los pobres y los emigrantes.
El silencio ciertamente más incomprendido por los medios de comunicación es el de la visita al lager nazi de Auschwitz, en 2016. Francisco sintió que en Auschwitz Wojtyla y Ratzinger ya lo habían dicho todo, no habló en público y dejó escrito en el libro de visitas: «Señor, perdóname por tanta crueldad». Las dos horas en silencio en el lager resultaron imposibles de entender para los sitios web, que llenaron sus pantallas con palabras pronunciadas por el Papa en otras ocasiones. Seguramente los gestos del Papa Francisco corren el riesgo de ser malinterpretados desde los que obviamente vemos e interpretamos desde nuestro propio punto de vista. De hecho, lo mismo le ocurrió a Jesús de Nazaret.
"La radical predicación evangélica de las homilías no sólo le garantiza la cercanía de los fieles, sino que manifiesta su sólida base teológica, y resiste las críticas de los tradicionalistas católicos"
Y, sin embargo, como los gestos del Maestro, los de Francisco no son gestos cualesquiera. Son todos gestos teológicos y sacramentales, densos de significado, que remiten a una imagen de Dios, del Reino, de la Iglesia capaz de transformarlo todo para que todo (estructuras, lenguajes, comportamientos) se convierta en cauce adecuado para la evangelización del mundo de hoy.