La vergonzosa emboscada, organizada o no, al presidente Zelensky Le haré una oferta que no podrá rechazar (Don Vito Corleone)
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"Nada como la vergonzosa emboscada, organizada o no, al presidente Zelensky ilustró la esencia de la "pax americana" de Donald Trump: el más fuerte manda, y no hay espacio para la negociación ni la discusión"
"Esta vez, o Europa encuentra la manera y, sobre todo, la fuerza para reaccionar y actuar contra un antiguo aliado que hoy patrocina a las fuerzas políticas eurodestructoras de la extrema derecha, o preparará su propio final. Tertium non datur"
"Ahora todo el mundo sabe lo que es la Pax Amerikana: 'Si quieren la paz, tendrán que pagar un alto precio por ella'"
"Ahora todo el mundo sabe lo que es la Pax Amerikana: 'Si quieren la paz, tendrán que pagar un alto precio por ella'"
"Le haré una oferta que no podrá rechazar"(Don Vito Corleone)
Nada como la vergonzosa emboscada, organizada o no, al presidente Zelensky, retransmitida a todo el mundo desde la Oficina Oval de la Casa Blanca, ilustró la esencia de la "pax americana" de Donald Trump: el más fuerte manda, y no hay espacio para la negociación ni la discusión. La ley del Lejano Oeste o, en su defecto, de la Mafia.
Y ese vergonzoso ataque verbal también nos confirmó cuál es hoy el objetivo inmediato de la América trumpiana: establecer los términos de un alto el fuego en una negociación directa y exclusiva entre la Casa Blanca y el Kremlin; conceder a este último todos los territorios (y quizás más) conquistados militarmente en el Donbass por el ejército ruso, que hoy controla una quinta parte del territorio ucraniano; enviar un mensaje de vasallaje a una Europa incapaz e inepta de reemplazar la tutela estadounidense en Kiev.
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El objetivo final, crear las condiciones para acordar con Putin un “Yalta 2”, es decir, una estabilización pactada de toda el área centroeuropea, que corresponda a los intereses no tanto del viejo continente sino de las dos “potencias”, como premisa para una colaboración aún más amplia.
Con el “zar” de Moscú que haría realidad el sueño tantas veces repetido de recomponer una pequeña parte del antiguo imperio soviético; y con el “magnate” de Washington que enviaría un mensaje político imperial a Europa, que ahora ya sabe que no puede contar con la defensa de décadas de la OTAN, mientras Trump, satisfaciendo las ambiciones de su interlocutor ruso, espera insertar una cuña que divida o debilite la “alianza sin límites” entre Moscú y Pekín.
Es en este contexto que hay que situar la farsa con la que el jefe de la Casa Blanca y su adjunto J. D. Vance (que, como ya habíamos previsto, se está labrando el papel no sólo de número dos, sino de sucesor) han querido humillar públicamente al hombre de Kiev.
Esta vez, o Europa encuentra la manera y, sobre todo, la fuerza para reaccionar y actuar contra un antiguo aliado que hoy patrocina a las fuerzas políticas eurodestructoras de la extrema derecha, o preparará su propio final. Tertium non datur.
Escenas de caza y guerra en la Casa Blanca. Frente a Trump, Zelensky intentó desesperadamente defender sus razones y las de Ucrania. Pero se dio cuenta demasiado tarde de que el famoso acuerdo sobre sus tierras era una trampa para atraerlo a Washington y hacer que su cabeza rodara en la mesa de negociaciones entre Estados Unidos y la Rusia de Putin.
Trump ha invertido completamente la narrativa (Rusia ya no es el agresor) y ha barrido con los principios del derecho internacional y cualquier ética que Europa quería defender precisamente en Ucrania.
Sólo se aplica el derecho del más fuerte, la violencia, tal como ocurre entre israelíes y palestinos, algo sobre lo que los europeos deberían reflexionar: si uno cede en las leyes y/o principios internacionales por un lado, tarde o temprano se verá obligado a ceder también por el otro.
Está claro que no quiere sentarse a la mesa de negociaciones, lo cual se puede aventurar como la primera conclusión de una reunión donde la reyerta, fuertemente deseada por Trump y su vice Vance, ha sustituido a la diplomacia: no creo que se haya visto nunca nada parecido en la Casa Blanca.
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Según la lógica de Trump, a los europeos les corresponde pagar una posible tregua en Ucrania, pero también financiar la OTAN si aún quieren contar con el paraguas estadounidense. Y si alguna vez son invitados a las negociaciones entre Estados Unidos y Rusia, tendrán que pagar una lucrativa tarifa de entrada para sentarse a la mesa.
Otro punto quedó claro. Para Trump, la “paz justa”, la fórmula a la que se aferran constantemente ucranianos y europeos, no existe. A lo sumo sólo hay una "paz posible", que no se consigue con el consentimiento de las partes, sino de la única manera concebida por el presidente norteamericano: con sus diktats y sus acuerdos con Putin.
"Si quieren la paz, tendrán que pagar un alto precio por ella"
En su visión del mundo, los ucranianos y los europeos son simplemente extras y si quieren la paz –ese es su razonamiento– tendrán que pagar un alto precio por ella. Lo dijo él mismo cuando se le preguntó si se consideraba del lado de Ucrania o un mediador: "No estoy con nadie", fue su respuesta, "sólo estoy por los intereses de Estados Unidos". Una reedición de una vieja frase churchilliana según la cual "los estados no tienen amigos sino intereses".
El enfrentamiento en la Casa Blanca va más allá de la guerra en Ucrania y las fronteras europeas. Cualquier líder o gobierno invitado en el futuro a la Casa Blanca para firmar un acuerdo se preguntará si se está metiendo en un acuerdo o en una trampa.
Trump se siente “princeps legibus solutus”, no tiene intención de responder ante nadie por sus palabras y acciones: actúa además guiado por el estado de ánimo del momento, dado que incluso en un momento determinado se puso morado al increpar e insultar a Zelesnky.

Sin embargo, no hay que pensar que todo esto sea fruto del azar o de la extravagancia de un dirigente. Se ha planeado mucho en los últimos cuatro años, no sólo en política exterior sino también en el ámbito interno, como lo demuestra la avalancha de órdenes ejecutivas presidenciales firmadas en un mes por Trump. El suyo es un ataque al Estado profundo de Estados Unidos, al que considera su verdadero enemigo. Los europeos, a sus ojos, somos meros vasallos que sirven como porteadores en una expedición de caza. Fin del Occidente conocido y comienzo de la nueva Edad Media.
Ahora ya sabemos más que ayer, pero menos que mañana, el mesías de Nueva York ha sido enviado por Dios para salvar a la humanidad. Ahora todo el mundo sabe lo que es la Pax Amerikana, según el sheriff de Washington. Lo hemos vivido en vivo por televisión, en la Oficina Oval transformada en un lúgubre salón, cómo Trump trata a los gobiernos que no se someten a su doctrina imperial. Sobre todo, hemos visto cómo pretende poner fin a la guerra en Ucrania. No existe una “paz justa”, sólo una paz aterradora.
Los voluntarios verdugos de la Revolución Trumputiniana estarán felices ahora. Los atlantistas al mando que en esta Europa perdida siguen exaltando el enfoque transaccional del magnate que ladra pero no muerde, amenaza pero negocia. Los soberanistas de segunda categoría que en la Italia desunida siguen repitiendo que el mesías de Nueva York enviado por Dios para salvar a la humanidad merece el Premio Nobel. Ahora todo el mundo sabe lo que es la Pax Amerikana, según el sheriff de Washington. Lo vimos en vivo por televisión, en la Oficina Oval transformada en un lúgubre salón, cómo Donald trata a los gobiernos que no se someten a su doctrina imperial. Sobre todo, hemos visto cómo pretende poner fin a la guerra en Ucrania. No existe una “paz justa”, sólo una paz aterradora.
Sí, ahora por fin todo está claro. Está claro lo que significa “acuerdo” para estos arquitectos del caos: no una mediación, sino la capitulación del más débil. Sí, ahora por fin todo está claro. Está claro lo que significa “acuerdo” para estos arquitectos del caos: no una mediación, sino la capitulación del más débil. No hay compromiso con el agresor, sólo capitulación del agredido. El encuentro entre Trump y Zelensky en la Casa Blanca es realmente un punto de inflexión en la historia. Marca un antes y un después, no sólo en el epílogo del conflicto de estos tres años, sino en los futuros equilibrios geoestratégicos globales.
¿Cuál es nuestro destino? ¿Aceptamos ser aplastados entre oligarquías y autocracias? ¿Preferimos ser el “objeto” de la gran partición global, renunciando a la soberanía y a la dignidad, o queremos convertirnos en el “sujeto” de la política internacional, reafirmando los valores de nuestra civilización? ¿Elegimos seguir siendo “protagonistas”, reivindicando la historia y la memoria, o sólo pedimos permanecer “protegidos”, arrullados en el habitual vasallaje feliz a la sombra de los Imperios resucitados?
No, no hay amigos en el trabajo, nuestra amistad está fundada en los negocios (Don Vito Corleone)... No, no es nada personal, son negocios (Don Michael Corleone).
Posdata:
Si Donald Trump se mueve como un jefe de la mafia, aunque no con el estilo de Don Vito Corleone, en el humillante cara a cara entre el presidente norteamericano, y Zelensky es humillado y reprendido sin medida con tonos que pertenecen más a la jerga de Don Vito Corleone y su "oferta que no puedes rechazar" que a los de un líder occidental... ¿no se trataría de pensar la conveniencia de una cuarta entrega de "El Padrino" con nuevos protagonistas...?
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