¿El perdón es el gesto más grande que puede realizar el ser humano?

Podríamos afirmar que el perdón es la última etapa del camino de humanización de toda persona, pues tenemos el ejemplo de Jesús que nos enseña a perdonar al enemigo estando en la cruz y apunto de morir: “Padre, perdónalos, que no saben lo que se hacen” (Lc 23,34) y nos da este mandato a sus discípulos una vez resucitado: “Recibid el Espíritu Santo: a quienes les perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; a quienes se los imputéis, les quedarán imputados” (Jn 20, 23).
Enzo Bianchi (1943), fundador y prior de la comunidad monástica Bose (Italia) nos hace una reflexión muy sugerente: “El otro no es el mal, no es su encarnación, no puede ser demonizado: el otro sigue siendo un hombre o una mujer que ha cometido una acción mala; pero cada uno es siempre más grande que el mal cometido. Si no se asume esta mirada, la única salida posible consiste en condenar a muerte al ofensor, negarlo a costa de su destrucción” (E. BIANCHI, Don y perdón, Por una ética de la compasión, Sal Terrae Breve, Santander 2016, 50). Y más adelante, al hablar de la compasión, nos recuerda su importancia: “si la compasión es el sentimiento que impulsa a con-sufrir y compartir los males del otro, ha de reconocerse que es constitutiva de la existencia humana. Sin compasión no podría existir humanización, porque esta es el fruto de la comunicación y de la solidaridad, de la responsabilidad recíproca y de la comunidad de destino entre los seres humanos” (pág. 89).
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