"María de Guadalupe, ponemos en tus manos al Papa Francisco, fortalécelo y acompáñalo en estos días de su enfermedad" ¿Cuántas veces hemos agradecido a Dios?

Aguiar en Guadalupe
Aguiar en Guadalupe

"La confianza en el Señor, si yo confío que Él me orienta, me da la luz y me salva, entonces mi confianza es total en Él, aunque sucedan cosas trágicas, negativas, adversas"

"Los tres discípulos escuchaban a Moisés y Elías lo que le estaban diciendo a Jesús, que moriría en Jerusalén crucificado"

“Mira el cielo y cuenta las estrellas si puedes, así será tu descendencia, … Abraham creyó lo que el Señor le decía”.

Creer iluminados por la fe, que nos va orientando cómo proceder, cómo actuar, cómo sea nuestra conducta, tanto en lo personal como en la relación con los demás; creer en la Palabra de Dios: “Este es mi hijo muy amado, escúchenlo” es lo que veremos en el Evangelio, que escuchan los tres discípulos, que los invitó Jesús a orar, creer en la Palabra de Dios; por eso dice el texto al final del libro del Génesis: “hizo el señor una alianza con Abraham, … a tus descendientes doy esta tierra desde el río de Egipto hasta el gran río Eufrates”.

Preguntémonos cada uno de nosotros ¿Cuántas veces hemos agradecido a Dios de algo que nos parecía imposible realizar, o muy difícil de conseguir y lo logramos? nos quedamos solo con la satisfacción personal, decir soy un hombre capaz, soy una persona inteligente, ¿o le agradecemos a Dios su intervención de qué lo logramos con su ayuda? y entonces, si así lo hemos hecho o estamos movidos para hacerlo, podemos asumir nosotros el canto del salmo que escuchábamos “El Señor es mi luz y mi salvación”.

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Monte Tabor

De aquí se deriva el segundo punto, la confianza en el Señor, si yo confío que Él me orienta, me da la luz y me salva, entonces mi confianza es total en Él, aunque sucedan cosas trágicas, negativas, adversas; y por ello es que afirma San Pablo, “se los repito llorando, hay muchos que viven como enemigos de la cruz de Cristo”. Es decir que ante cualquier adversidad reniegan, se escandalizan “pero por qué me está pasando esto a mí si yo soy un hijo fiel de Dios”.

San Pablo dice: porque sólo piensan en cosas de la tierra, y debemos superar la miopía de solamente considerar lo que con nuestros ojos físicos vemos, y no lo que con nuestro espíritu podemos ir descubriendo. San Pablo por eso termina diciendo: “Jesucristo transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso semejante al Suyo”; y por eso afirmaba que no debemos vivir como enemigos de la cruz de Cristo, no nos tenemos que escandalizar que tengamos adversidades en la vida, siempre contaremos con la ayuda de Dios, afrontando la misma adversidad, y va a ser siempre cualquier adversidad, Camino para bien de nosotros.

Además el Evangelio ofrece un testimonio hermosísimo, de lo que también nosotros debemos de hacer cuando tenemos estas experiencias espirituales, que nos han fortalecido en el camino de la vida, abuelos, papás o los mismos jóvenes, vean lo que hizo Jesús, “se hizo acompañar de Pedro, Santiago y Juan”; es decir, las experiencias de superación y de conquistas en el sentido de la palabra, de haber afrontado la adversidad y superadas, hay que compartirlas como lo hizo Jesús. Llamó a los tres y les dijo: hagamos oración.

“Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se hicieron blancas y relampagueantes. De pronto aparecieron conversando con él dos personajes, rodeados de esplendor: eran Moisés y Elías. Y hablaban de la muerte que le esperaba en Jerusalén”.

Los tres discípulos escuchaban a Moisés y Elías lo que le estaban diciendo a Jesús, que moriría en Jerusalén crucificado, ¿qué nos enseña esto? Significa que nosotros debemos compartir las experiencias que hemos vivido internamente porque ayudarán a quienes invitemos a conocerlas; y así fue, porque tanto Pedro como Santiago y como Juan fueron fuertes ante la muerte en cruz de Cristo, y confiaron en la Resurrección, estuvieron pendientes de que Cristo resucitaría; También nosotros resucitaremos de esta vida es terrena, es pasajera, aunque vivamos más o menos muchos años, según nuestros promedios de vida; sin embargo, todo termina, tenemos que atravesar la muerte, pero como sabemos a donde vamos, siempre la afrontaremos con esta virtud de la confianza, de la esperanza de quien creemos, y confiamos en que nos ha dado su vida por nosotros.

Esta es la misión de todos los bautizados: dar a conocer a Jesús y sus enseñanzas para integrar así la comunidad de discípulos como Iglesia; por eso estamos aquí, por eso estamos celebrando la Eucaristía, por eso celebramos y escuchamos la Palabra de Dios y además en este lugar donde está nuestra Madre, donde vino para orientar a todos los habitantes de esta tierra, también a nosotros.

Los invito, pongámonos de pie, y pidámosle a ella que nos dé esta fortaleza espiritual de creer lo que Jesús enseñó; segundo, de confiar en lo que Jesús enseñó, tercero, de practicar compartiendo con los demás lo que vamos viviendo de desarrollo espiritual, personal a nuestra familia y a nuestros semejantes.

Pongámonos puestos de pie en un breve momento de silencio le abrimos nuestro corazón a nuestra Madre:

Bendita seas Madre Nuestra, María de Guadalupe, con gran confianza, ponemos en tus manos al Papa Francisco, fortalécelo y acompáñalo en estos días de su enfermedad.

Te pedimos desarrollar nuestra Fe, siguiendo tu ejemplo de cumplir la Voluntad de Dios Padre, asumiendo las enseñanzas de tu Hijo Jesús, y a experimentar en la cotidianidad de nuestras relaciones, que Cristo camina y vive en medio de nosotros. Con esa experiencia, tendremos la fortaleza espiritual, que consolidará nuestra plena confianza en Dios, para ser fiel a todo, lo que Dios Padre nos pida.Ayúdanos a confiar en la asistencia del Espíritu Santo y descubrir que nuestra esperanza va más allá de las cosas terrenales, y así desarrollemos nuestra convicción de la vida eterna, anunciada por tu Hijo Jesús, para habitar contigo en la Casa de Dios, Nuestro Padre.

Así, confiando en la Divina Providencia descubriremos nuestra responsabilidad para cuidar unos de otros, viviendo y compartiendo nuestras experiencia como una familia; compartiendo con los más necesitados y procediendo con justicia, afrontaremos con esperanza todo tipo de tribulaciones.

En este Año Jubilar que estamos iniciando, te pedimos en este mes de marzo dedicado a la familia y al don de la vida, muevas el corazón de abuelos, padres e hijos para escuchar y practicar las enseñanzas de tu Hijo Jesús, leyendo, meditando y compartiendo los Evangelios y los demás libros del Nuevo Testamento.

Todos los fieles aquí presentes este Domingo nos encomendamos a ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen, María de Guadalupe! Amén.

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