"Cada vez que lo hicistéis con uno de estos, conmigo lo hicistéis" Belén y la transfiguración. Una muerte que interpela e ilumina.

Hoy en mi parroquia, Carolina, militante de HOAC, feligresa de calle y de a pie en la pequeña parroquia de Guadajira, ha traído un mural dedicado a María Belén. La educadora social que ha muerto a manos de los tres adolescentes a los que cuidaba y acompañaba en un piso tutelado de Badajoz. Decía ella que no podíamos pasar en silencio este hecho de muerte y vida, debía estar en nuestro altar. No debíamos silenciar y olvidar esta persona.
| José Moreno Losada
Ser de la transfiguración...

Recibir el evangelio en lo diario es la mayor riqueza y sabiduría a la que podemos llegar en la fe, a la convicción de que lo afirma el evangelio es verdad,no tanto porque lo digan los escritos evángelicos, sino porque ese mensaje se cumple en la vida. Nos recuerda esta clave la afirmación que hizo Jesús en la sinagoga tras leer el texto profético de Isaías sobre el reino y el mesías, al expresar que "hoy se cumple esta palabra que acabáis de oír". No hay duda de que él creía en aquella promesa y se hacía parte de ella, estaba dispuesto a ser evangelio vivo, buena noticia para los pobres, y quería dedicar toda su vida a transformar la realidad, desde su pequeñez, para que el Reino viniera y estuviera ya aquí.
Hoy esuchábamos con solemnidad el texto de la transfiguración , como siempre hacemos en el segundo domingo de Cuaresma. Pero este año debíamos leerlo a la luz de nuestra historia y de nuestro momento. Recuerdo que hace unos días Carolina, feligresa de la parroquia rural de Guadajira, me expresaba que sentía que la Iglesia no había expresado su sentir sobre esta muerte de una trabajadora social en Badajoz, a ella le parecía insuficiente los signos que se habían producido en nuestro entorno, en los ámbitos eclesiales. Con este motivo yo le pedía que ella hiciera un pequeño mural que lo tendría presente en la liturgia dominical para hacer lectura creyente de este hecho de muerte, que como todos, creemos que ha de encerrar vida.
Dejarnos interpelar e iluminar
A lo largo de estos días, desde que sucedió el crimen, he leído con avidez lo que se ha ido publicando sobre el suceso, tanto desde la perspectiva de la víctima, como de los culpables, los familiares, así como de las estructuras y contextos en los que se ha producido: empresa, legislación, mediaciones poíticas, judiciales,etc. Ante tanto dolor es necesaria una información no morbosa sino cuidada y atenta, que nos ayude a una buena reflexión y a incorporar el hecho con llamada e interpelación personal, social, cultura, politica, religiosa, etc.
El bien interno de una profesión: dar vida

Según he ido informándome ha habido un aspecto que me ha seducido desde el comienzo y que quiero subrayar, de alguna manera es el que me ha sugerido la reflexión homilética de hoy. Me refiero al aspecto profesional de María Belén. ¿Por qué ella se dedicaba a esta tarea? ¿Sólo por el sueldo? ¿Con qué actitud se situaba ante los jóvenes que acompañaba y cuidaba? ¿qué pensamiento la habitaba con respecto a ellos? ¿cómo hablaba con su propia famila, con sus amigos del pueblo, con su pareja, con los otros trabajadores, con la empresa, con los familiares de los tutelados?... Me han llegado datos muy sencillos que me han ido seduciendo. He notado que en su motivación profesional estaba claro el bien interno de su profesión que no estaba tanto en lo que ella ganaba -bienes externos-, sino en lo que los chicos y chicas necesitban de ella. A a partir de ahí entendía la conexión con la escena de la transfiguración en el evangelio. Su trabajo tenía sentido, porque esos chavales lo necesitaban.

Ella miraba a esos jóvenes con una mirada especial, transfigurada, se imaginaba cómo podían ser y tenían derecho a ser. La necesidad de tener de confianza y esperanza en ellos. La riqueza que podría suponer cuidarlos y acompañarlos para recuperarlos para la vida y sacarlos de sus muertes. Jóvenes sin vida, con personalidades heridas gravemente, desorienbtados, con historias difíciles, con procesos confundidos, incapaces de vivir en libertad. La imagino también crítica viendo que los medios, modos y estructuras no facilitaban lo que realmente necesitaban , y que ellos mismos hacían poco por sanarse y lilberarse.
En este sentido creo que podemos afirmar que ha muerto porque creía en la vida, porque tenía esperanza, porque quería darles vida con su vida. Ante la realidad de muerte, tenemos la tentación de considerar fracaso su vida, su confianza, su esperanza, su riesgo, su entrega... pero ahí los creyentes creo que tenemos que alzar la voz, el corazón, el evangelio y dejarnos interpelar por lo que hay de transfiguración en ella. Su vida ha sido luz y no podemos esconderla ni enterrarla, sería otro crimen.
Un fracaso que ilumina
Jesús se transfigura para preparar a los díscipulos ante su fracaso que se acerca. Él ha creído, confiado, esperanzado en medio de la gente y la sociedad, ha querido vivir desde el Reino y predicarlo, especialmente para los más rotos, desorientado, pobres, confundidos, enfermos, endemoniados... Y sin embargo, ve que su mensaje, su deseo, su ejemplo, su entrega es muy vulnerable, puede perder en cualquier momento. Por eso quiere preparar a sus discípulos y darle el sentido de todo, incluido del mayor fracaso que puede llegar, aunque él no lo quiere, ni lo busca. LLegó en la cruz y en la soledad del calvario.
Es en el monte Tabor, en la altura, donde les ilumina con la luz de la Palabra profética y de la Ley, para que entiendan que el amor es más fuerte que la muerte. La vida tiene sentido por aquellos que la entregan y especialmente por los que mueren en el camino de la verdad y de la esperanza, aceptando el riesgo de perder. La última palabra no la tendrá la muerte sino la vida, por eso en este caso la última palabra no la tendrá el asesinato sino el amor de María Belén que define su muerte, ha muerto cuidando y amando.
Nos ha dejado un ejemplo a toda la sociedad que debemos acoger e interiorizar. Todos tenemos una interpelación en ella y su muerte: preguntarme por mi persona, mi sentido de vida, por mi profesión y quehacer diario, mi ciudadanía, mi compromiso por los otros... Soy capaz de transfigurarme y transfigurar lo que me rodea para que haya más vida que muerte, mas amor que odio, más paz que violencia, más cercanía que indiferencia....
Belén y todos los educadores y cuidadores sociales
No hay duda de que nuestra sociedad necesita ser transfigurada, llenarla de sosiego, ternura, compasión, verdad, fraternidad, generosidad... Noto que en su muerte ha despertado muchas conciencias y reivindicaciones, no caigamos en el peligro de no saber poner en lo más alto de nuestra casa la luz de su vida y su persona para que nos ilumine a todos los que hemos sabido de su vida y de su muerte. Elevemos su luz a lo más alto para que nosotros también quedemos iluminados por su verdad y su entrega. No nos quedemos solo en la queja, el dolor, la rabia, o la exigencia, vayamos a lo más. Desde aquí mi homenaje creyente y sincero a todas las personas que se dedican personal y profesionalmente a los más rotos de la historia, incluidos a los menores judicializados que han de vivir en regimen semiabierto o encerrados. Os mereceis la mayor atención y cuidado, porque vuestro ser y quehacer es de la mayor ejemplaridad para nuestra sociedad.
