Cardenal Aguiar, Domingo de la Palabra 2025 "¿Venir aquí no les da fuerza?"

Cardenal Carlos Aguiar
Cardenal Carlos Aguiar

Esdras y los Levitas, le dijeron a todo el pueblo: “Hoy es un día consagrado al Señor, nuestro Dios, no estén tristes, porque celebrar al Señor es nuestra fuerza”

A propósito de esto, recuerden lo que expresa San Pablo a la comunidad de Corintios: “así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo”

"Todo está en sintonía. Si sufre uno de esos miembros, nos duele todo el cuerpo, pòr tanto, siendo muchos miembros, seamos muy solidarios y subsidiarios con los demás"

"Todos ustedes tienen una Biblia en su casa. Les pido que nos conceda también transmitirlas, no solo leerlas y recibirlas, sino llevarlas en el corazón y transmitirlas a los demás"

"Esdras, el sacerdote, trajo el libro de la ley ante la asamblea"

De cada una de las tres lecturas de la Palabra de Dios que hemos escuchado este domingo, ofrecen un mensaje claro, distinto, pero complementario. En la primera lectura vemos cómo el sacerdote Esdras trajo el libro de la ley ante la asamblea. Esta convocatoria que hace el sacerdote Esdras se debe a que el pueblo había regresado de la esclavitud en Babilonia y había vuelto a estar en su bendita tierra.

‘Informe RD’ con análisis y el Documento Final del Sínodo

Claro, aquí tienes el texto dividido en párrafos:

Quizá ustedes tienen esa experiencia del gozo que sienten los migrantes en Estados Unidos, aquellos que son de origen mexicano o nacieron allá, pero que regresan a su patria por Navidad o para alguna fiesta. Tienen una gran emoción de volver a su patria y reencontrarse con los suyos. Esa es la circunstancia que mueve esta lectura, en donde el sacerdote Esdras trae el libro de la ley ante la asamblea, lo abre a la vista del pueblo y, “los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad, explicaban el sentido, de suerte que el pueblo comprendía la lectura”.

Una Biblia para los tiempos modernos - Dialektika - Reseñas

Eso es lo que hacemos todos los sacerdotes, como lo estoy haciendo en este momento: escuchamos la Palabra de Dios, los textos de la Biblia, y luego el sacerdote explica el sentido de esa palabra. Por eso, termina el texto diciendo que Nehemías, el gobernador, la autoridad, y el sacerdote, Esdras y los Levitas, le dijeron a todo el pueblo: “Hoy es un día consagrado al Señor, nuestro Dios, no estén tristes, porque celebrar al Señor es nuestra fuerza”.

Para todos ustedes en este domingo, ¿venir aquí no les da fuerza? Claro que sí, vuelven a sus casas movidos por esta relación de cariño y amistad, y por el auxilio de nuestra madre María de Guadalupe, quien nos intercede ante su hijo Jesús para salir de nuestras situaciones y volver a tener paz en medio de nosotros. Eso es lo que nos dice la primera lectura. Y por eso, en el salmo cantábamos: “Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna”.

La segunda lectura, a propósito de esto, recuerden lo que expresa San Pablo a la comunidad de Corintios: “así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo. Así también es Cristo. Vean ustedes, cuántos estamos aquí, somos muchos, y todos estamos bautizados como miembros de la familia de Dios. Somos parte de su familia, somos un solo cuerpo.

San Pablo reflexiona diciéndonos: “El cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos”. Los miembros son muchos, pero el cuerpo es uno solo. Y concluye diciendo que Dios formó el cuerpo para que cada miembro se preocupe por los demás. Un pequeño ejemplo de esto es la familia: papá y mamá se preocupan por sus hijos, y los hijos, por sus padres. Si se preocupan, se formarán bien y tendrán esta paz interior para actuar para el bien, porque han recibido el cariño y el amor de padre y madre.

Eso es lo que Dios hace con nosotros, como dice San Pablo. Pero, a su vez, nos dice que hay que ampliar esta ayuda entre unos y otros, como lo hace el brazo con el resto del cuerpo, o los pies que nos trasladan de un lugar a otro, y todos los demás órganos que tenemos. Todo está en sintonía. Si sufre uno de esos miembros, nos duele todo el cuerpo. Por ejemplo, si nos duele la cabeza, todo nuestro cuerpo se ve afectado. Por eso, debemos entender que somos miembros de una sola familia: la familia de Dios. Y por eso estamos aquí, junto a nuestra madre María de Guadalupe.

La tercera lectura, el Evangelio de hoy, nos indica cómo recorrer ese camino, para que, siendo muchos miembros, seamos muy solidarios y subsidiarios con los demás. Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Si Él es el camino, tenemos que entender, que nuestra vida es una peregrinación, que debemos recorrer bajo la guía de Jesús.

Si no hay un coordinador en la peregrinación, no sabemos a dónde vamos. El líder es el que guía, el que va conduciendo. Ese liderazgo lo ejerce Jesús, ¿cómo lo hace?, a través de la Palabra de Dios, para que la escuchemos, la comprendamos y vivamos conforme a las indicaciones que nos ofrece. Por eso, Jesús, impulsado por el Espíritu, iba enseñando en las sinagogas.

Descubren sinagoga en la que supuestamente predicó Jesús | Gente |  Entretenimiento | El Universo

Y nosotros debemos transmitir lo que toca nuestro corazón, de lo que escuchamos en la Palabra de Dios. No debemos guardarlo como un tesoro escondido para que nadie lo sepa. Al contrario, debemos darlo a conocer a los más cercanos y compartir lo que Dios está moviendo en nuestro corazón, para bien nuestro.

Jesús iba enseñando en las sinagogas y, al llegar a Nazaret, entró en la sinagoga, se levantó para hacer la lectura, y se le dio el volumen del profeta Isaías. Lo desenrrolló y encontró el pasaje que decía: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos, la curación a los ciegos, dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor”.

Jesús, al finalizar, afirma: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la escritura que acaban de oír”. Hoy mismo, Jesús se hace presente en el pan y el vino que son consagrados en la Eucaristía. Hoy se hace de nuevo realidad en que se cumple la Palabra de Dios.

Resumiendo: la vida que Jesús ofrece es mediante el impulso del Espíritu. Se fijan que siempre decimos “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. El Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad. Cuando Jesús estuvo con sus discípulos, les dijo, le pediré a mi Padre que también los acompañe, así como Él me ha acompañado. Tengamos la certeza, la seguridad y la convicción de que el Espíritu Santo está para ayudarnos.

¿No se han sentido alguna vez solos, sin saber qué hacer en alguna situación? Es el momento de orar y decir: “Señor, envía tu Espíritu”. Entonces, cobraremos la fuerza necesaria para afrontar cualquier adversidad y, especialmente, para compartir las alegrías que la vida también nos da.

"Tengamos la certeza, la seguridad y la convicción de que el Espíritu Santo está para ayudarnos"

Por eso, Jesús es la vida, porque ofrece el impulso del Espíritu Santo que le pide a Dios, el Padre, para nosotros. Es el camino porque el camino consiste en escuchar, meditar y aplicar la palabra de Dios.

Todos ustedes tienen una Biblia en su casa. Y ahora, cuando termine esta homilía, entregaremos algunos ejemplares simbólicamente, para que recuerden que el Evangelio nos dice cómo debemos recorrer el camino. Si un peregrino no sabe cómo llegar a la Basílica, ¿cómo va a llegar? Tendrá que preguntar, conocer el camino.

Para llegar a la casa de Dios Padre, Jesús es el camino. Y, caminando orientados por la Palabra de Dios, descubrimos la Verdad. La verdad es esta: la alegría inmensa que nos causa la compañía del Espíritu Santo, el saber que Jesús está con nosotros. Eso es el Reino de Dios: ya estamos en Él.

Jesús es el camino - Misioneros Combonianos Centroamérica

A todos ustedes, los fieles, los que siguen las enseñanzasde Jesús, les pido que nos conceda también transmitirlas, no solo leerlas y recibirlas, sino llevarlas en el corazón y transmitirlas a los demás. Que sea así, para que tengamos una sociedad solidaria y llena de amistad, reconociendo la dignidad de cada uno.

Los invito a ponernos de pie y decirle a nuestra madre, la Virgen de Guadalupe, que abrimos nuestro corazón y queremos ser fieles discípulos de su hijo Jesús, viviendo según sus enseñanzas. En un breve momento de silencio, cada uno de ustedes, ábrale su corazón a nuestra madre:

Madre Nuestra María de Guadalupe, en este Año Jubilar que hemos iniciado. Le pedimos que mueva nuestro corazón para aprender a escuchar las enseñanzas de su hijo Jesús, y que, en ese camino, tomemos conciencia de que necesitamos conocer y meditar más sobre Él, leyendo y meditando los Evangelios para alcanzar la promesa de la vida eterna, de habitar para siempre en la casa de Dios, nuestro Padre.

Ayúdanos a ser conscientes de que somos miembros de un mismo cuerpo, que debemos ayudarnos mutuamente, y ser capaces de compartir con los más necesitados, y proceder con justicia en todas nuestras responsabilidades. Que podamos testimoniar en el mundo de nuestro tiempo que Cristo camina y vive en medio de nosotros.

Por eso, te invocamos para que tengamos comunicadores que transmitan de múltiples formas y por todos los medios, las enseñanzas de tu hijo Jesucristo.

También te pedimos por todas las familias de nuestra patria querida, para que encontremos los caminos de reconciliación y logremos la paz en el interior de cada familia y en la relación entre unas y otras, en las vecindades, los barrios, los departamentos, y especialmente en nuestra manera de comportarnos al transitar por las calles y comercios.

Con gran confianza, ponemos en tus manos al Papa Francisco, para que lo fortalezcas y lo acompañes en su ministerio. Ayúdanos a responder a su llamado, para que renovemos nuestra aspiración de ser una iglesia sinodal, donde todos seamos capaces de escuchar, discernir la voluntad de Dios Padre, ponerla en práctica y transmitirla a nuestros prójimos.

Todos los fieles presentes, este domingo, nos encomendamos a ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. Digamos todos, oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María de Guadalupe. Amén.

Somos huellas de Jesús. Hagamos que, cuando vuelva, no encuentre polvo,  sino perfume"

Volver arriba