Transmitir a los demás nuestra experiencia espiritual "La limosna es una responsabilidad muy hermosa"

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"El Señor escuchó nuestra voz, …nos sacó de Egipto, …nos trajo a este país y nos dio esta tierra que mana leche y miel"

"La primera enseñanza de la lectura de hoy, del Deuteronomio, es que invoquemos a Dios, siempre que en nuestra vida sintamos la necesidad de su ayuda"

"También nosotros, cuando recibamos la ayudas, debemos con gratitud reconocerle a Dios que fue su intervención, que ha estado acompañándonos en las buenas y en las malas"

"Esto es lo que en la Iglesia llamamos el diezmo, es decir, dar una parte de nuestros ingresos para ayudar a los demás. Una manera de transmitir nuestra experiencia espiritual"

El Señor escuchó nuestra voz, …nos sacó de Egipto, …nos trajo a este país y nos dio esta tierra que mana leche y miel

Con estas palabras el pueblo de Dios reconocía que era obra de Dios el haberse liberado de la esclavitud y de ser ahora un pueblo libre. Esto nos ofrece la confianza y la garantía cuando estemos nosotros en una situación adversa dirigirnos a Él; ya que nos escuchará siempre y nos dará una respuesta, no será muchas veces de la forma que esperábamos, pero siempre nos responderá y sobre todo fortalecerá nuestro espíritu; por tanto, la primera enseñanza de la lectura de hoy, del Deuteronomio, es que invoquemos a Dios, siempre que en nuestra vida sintamos la necesidad de su ayuda.

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Segundo, dice también este texto, que el pueblo reconoció que la ayuda era Dios quien había intervenido, de manera que también nosotros no solamente nos quedemos tranquilos cuando recibamos la ayuda, sino también debemos con gratitud reconocerle a Dios que fue su intervención, que ha estado acompañándonos en las buenas y en las malas, como lo hizo con el pueblo de Israel en esa ocasión al ser liberado de Egipto.

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Finalmente, esta primera lectura, afirma: “por eso ahora yo traigo aquí las primicias de la tierra que tú Señor me has dado”. Es decir ya estando liberados con su trabajo, sus frutos de ese trabajo, participan a Dios dando las primicias, dándole el primer fruto de sus trabajos. Esto es lo que en la Iglesia llamamos el diezmo, es decir, dar una parte de nuestros ingresos para ayudar a los demás, esa es la naturaleza de esa norma eclesiástica que surge de este ejemplo, de este testimonio del pueblo de Israel: “Yo traigo aquí las primicias de la tierra, que tú Señor me has dado”.

Cada vez que nosotros depositamos una limosna en la Iglesia, aquí en este santuario, es una responsabilidad muy hermosa que cumplimos de agradecerle a Dios para que con ese dinero se ayude a los demás, y así podremos entonces expresar lo que en el Salmo cantábamos, “puesto que tú me conoces y me amas, dice el Señor, yo te libraré y te pondré a salvo”.

Que nos vayamos siempre al salir de nuestra experiencia de estar orando, participando como en este momento de la Eucaristía, salgamos y decir el Señor va conmigo, el Señor está pendiente de mí, tengo esta tranquilidad de espíritu, de su ayuda indudable.

Esto mismo lo confirma el apóstol San Pablo en la segunda lectura para indicarnos que debemos de ir más allá, dice “basta que uno declare con su boca que Jesús es el Señor y que crea en su corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, para que pueda salvarse”. Es decir, hay que creer en la palabra de Dios y entonces, así como Él resucitó de los muertos, tengamos la firme esperanza, la convicción profunda de que la muerte es solamente el paso a la eternidad para quienes creemos en Dios y una eternidad gloriosa.

Por eso continúa San Pablo afirmando, “hay que creer con el corazón y declarar con la boca, todo el que invoque al Señor como a su Dios, será salvado”. Por tanto, no solamente debemos darle gracias a Dios, sino como dice San Pablo, declarar con la boca es decir, transmitir a los demás nuestra experiencia espiritual, no nos quedemos solamente con ese gozo interno en nuestro corazón de lo que vamos logrando y reconozcamos que es obra de Dios en nosotros, sino compartámosla, sea en familia, sea en mi parroquia en mi pueblo, en mis conocidos, en mis vecinos, a quien yo crea conveniente le hará mucho bien, porque muchas veces, ese prójimo que tengo cerca de mí puede estar en una situación en que le dará esperanza saber que a ti te ha dado la ayuda Dios, y diga: yo también voy a invocarla para recibirla. Esto se llama ser transmisor de las experiencias que Dios va actuando en mi interior. 

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Finalmente el Evangelio, al inicio de esta Cuaresma, presenta las tentaciones que sufrió Jesús, y de en esas 3 tentaciones hay una enseñanza clave para nosotros.

La primera es cuando el diablo le dice, “si eres el hijo de Dios dile a esta piedra que se convierta en pan”. Jesús le contestó: no solo de pan vive el hombre”; ¿qué significa esta respuesta de Jesús? Que no solamente debemos de cuidar el cuerpo, no lo descarta, pero debemos cuidar también el espíritu, nuestro interior, nuestro espíritu personal, hacer que se desarrolle, así como comemos todos los días, así también debemos de tener momentos dedicados a la relación con Dios, aunque sean mínimos, pero son muy importantes porque tendremos la fortaleza como Jesús para afrontar cualquier tentación.

La segunda tentación que le pone el demonio a Jesús le dice, “todo esto será tuyo si te arrodillas y me adoras”, si me das la reverencia, si reconoces que yo voy a protegerte, y ¿qué responde Jesús al demonio?

A veces como enseña el Papa Francisco, el demonio nos empieza a tentar por el bolsillo, por el dinero y debemos tener mucho cuidado, y entonces hay que responder como Jesús:adorarás al Señor tu Dios y a Él solo servirás. Que esto, dicho en otras palabras, es tener clara que nuestra obediencia y nuestro respeto es a Dios, y que para ello necesitamos siempre discernir qué es lo que quiere Dios de nosotros y no dejarnos llevar por las tentaciones.

Finalmente, la tercera tentación, el demonio le dice a Jesús, “si eres el hijo de Dios arrójate de aquí a ver qué te pasa, yo te rescato”, Jesús le respondió, no tentarás al Señor tu Dios.

No hay que tentarlo ¿cómo tentamos a Dios? Exigiéndole como pide el demonio a Jesús, hacer cosas que sabemos son riesgosas, incluso nos pueden causar la muerte, por ejemplo, ¿qué es lo que hacen estos pobres hermanos nuestros que se dedican al narcotráfico? Están buscando dinero, están tentados por el dinero, pero también están expuestos por la misma circunstancia a la muerte misma, y así todo aquel que asalta al otro por dinero, todo esto es la tentación.

Lo que afirma el Papa Francisco: “por el bolsillo entra la tentación, entra la corrupción. Hay que tener mucho cuidado, ¿necesitamos el dinero? Claro, si no ¿cómo compraré las cosas que necesito? Por tanto, no a la codicia de simplemente tener más, y más, y más; nos basta con tener lo que cada día necesitamos; por eso la respuesta de Jesús es fundamental: “no tentarás al Señor tu Dios”, no le pidas lo que no necesitas, pídele solo lo que necesitas.

Soborno y sentimiento de culpa

Acudamos a Nuestra Madre, y pidámosle ayuda para seguir su ejemplo, y hacer lo que Dios nos pide hacer: 

Bendita seas Madre Nuestra, María de Guadalupe, con gran confianza, ponemos en tus manos al Papa Francisco, fortalécelo y acompáñalo en estos días de su enfermedad.

Ayúdanos Madre a superar las tentaciones como lo hizo tu Hijo Jesús, poniendo en práctica nuestra espiritualidad, aceptando la Voluntad de Dios, y tomando conciencia de nuestra responsabilidad.

Tú que pusiste toda tu confianza en Dios, y así obtuviste la fortaleza espiritual para ser fiel a todo, lo que Dios Padre te pidió; ayúdanos a confiar en la asistencia del Espíritu Santo, y descubrir que nuestra esperanza va más allá de las cosas terrenales, y desarrollar nuestra espiritualidad, para habitar contigo en la Casa de Dios Padre, y compartir con tu Hijo Jesús la vida eterna.

Así con la confianza en la Divina Providencia podremos descubrir nuestra responsabilidad para cuidar unos de otros, de ser capaces de compartir con los más necesitados, y proceder con justicia, para testimoniar en nuestro tiempo, que Cristo camina y vive en medio de nosotros.

En este Año Jubilar que estamos iniciando, te pedimos que durante el mes de marzo dedicado a la familia y al don de la vida, muevas el corazón de abuelos, padres e hijos para escuchar y practicar las enseñanzas de tu Hijo Jesús, leyendo, meditando y compartiendo los Evangelios y los demás escritos del Nuevo Testamento.

Todos los fieles aquí presentes este Domingo nos encomendamos a ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen, María de Guadalupe! Amén.

manos sosteniendo un símbolo de corazón. concepto de caridad y donación.  dar y compartir su amor a la gente. amistad, unidad, ayuda, concepto de  voluntariado. ilustración vectorial 15413698 Vector en Vecteezy

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