"Cada día, a las ocho de la tarde, se repite un precioso homenaje en todo el país" Cardenal Omella: "Es el momento de cooperar con solidaridad, de ejercer la caridad y de vivir la fraternidad"
"Hay gente que se pregunta si realmente sirven las oraciones ante la pandemia de la Covid-19. ¡Sin duda, claro que sirven! El diálogo con Dios nunca es en vano"
"Chocamos una y otra vez las palmas de nuestras manos, conscientes de que estamos en las suyas (...) También unimos las palmas de nuestras manos para rezar"
Desde que ha comenzado la grave crisis provocada por la Covid-19, cada día, a las ocho de la tarde, se repite un precioso homenaje en todo el país. Desde ventanas y balcones, patios y azoteas, miles de ciudadanos reconocen la labor que el personal sanitario está desempeñando. En agradecimiento, les dedican un emotivo aplauso, porque se están dejando la piel para salvar muchas vidas. Chocamos una y otra vez las palmas de nuestras manos, conscientes de que estamos en las suyas.
Cada día, a todas horas, mañanas, tardes y noches, muchos cristianos, además, hacemos otro gesto. Un gesto para apoyar al personal sanitario y a todos los que estamos viviendo esta difícil situación de la pandemia. Curiosamente, es parecido al de los aplausos: unimos las palmas de nuestras manos para rezar. Y lo hacemos con la certeza de que Dios nos acompaña.
Rezamos por los que se han ido y por sus familiares. Por los enfermos. Por los médicos y enfermeras. Por los empleados de los supermercados. Por los transportistas y farmacéuticos. Por todos los que sufren. Por los ancianos. Por todos aquellos que están solos. Por los pobres. Por todos los que ya se han quedado sin trabajo. Por nuestros gobernantes y por su acierto en las decisiones. Por todos aquellos que trabajan intensamente para que salgamos de esta situación…
¿Y cómo sabemos que Dios nos escucha? Jesús nos lo dijo claramente: «Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá, porque el que pide, recibe, el que busca, encuentra y al que llama se le abrirá» (Mt 7,7-8). Y Jesús cumple lo que dice: «Si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo concederá» (Jn 16,23). ¡Cómo no nos va a escuchar si nos ama con locura! Somos sus amadísimos hijos y quiere lo mejor para nosotros.
Tal vez, sus efectos no los percibamos de la noche a la mañana, ya que los tiempos de Dios no son los nuestros. Dios vela por nosotros y se ocupa especialmente de nuestra salvación eterna. Quizás no podamos comprender cómo nos está ayudando, pero podemos estar seguros de que lo que nos concederá es mejor de lo que le hemos pedido.
Hay gente que se pregunta si realmente sirven las oraciones ante la pandemia de la Covid-19. ¡Sin duda, claro que sirven! El diálogo con Dios nunca es en vano. Dios siempre está con nosotros y nos da la fuerza necesaria. Está presente en la oración silenciosa y también se une a nosotros en los emotivos aplausos de las ocho, que resuenan por doquier.
A esa hora, recordamos que cuando enfermamos estamos en las buenas manos del personal sanitario, que apoyamos desde el corazón. Pero no olvidemos que, por encima de todo, estamos y estaremos siempre en las manos de Dios.
Queridos hermanos y hermanas, con nuestras oraciones pedimos ayuda al Cielo, hacia donde nos dirigimos, mientras aquí hacemos todo lo posible para superar esta crisis. Como recoge la sabiduría popular: «A Dios rogando y con el mazo dando». Es el momento de cooperar con solidaridad, de ejercer la caridad y de vivir la fraternidad. ¡Que Dios nos bendiga a todos!
† Card. Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona