Reflexiones sobre la Laudato Si´ La ciencia y la tecnología no son neutrales
“Lo que está ocurriendo nos pone ante la urgencia de avanzar en una valiente revolución cultural. La ciencia y la tecnología no son neutrales, sino que pueden implicar desde el comienzo hasta el final del proceso diversas intenciones o posibilidades, y pueden configurarse de distintas maneras” (Carta encíclica, Laudato Si´, 114, Papa Francisco).
| José María Compagni Morales
En este artículo queremos comentar estas frases del papa Francisco, desde un ángulo muy específico: la realidad diaria de personas que estamos relacionadas con la ciencia y/o la tecnología.
“Avanzar en una valiente revolución cultural”
“Valiente”, porque exige tomar posiciones en contra del status quo.
“Revolución”, porque las reformas no son suficientes para detener el deterioro social, político, económico y ecológico de nuestra sociedad.
“Cultural”, porque, como dice la misma encíclica, “la cultura ecológica no se puede reducir a una serie de respuestas urgentes y parciales”. Para resistir el avance del “paradigma tecnocrático” necesitamos “una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida, y una espiritualidad” (LS 111).
La “neutralidad” de la ciencia y la tecnología no existe
Si eres científico o ingeniero, quizás pienses que cumples tu función social simplemente desarrollando tu actividad laboral. Ni más, ni menos. Trabajar honesta y disciplinadamente, hacer lo que te dicen, pagar los impuestos, votar cada cuatro años, se convierte en una especie de “salvoconducto” moral, que nos hace pasar por la vida sin ninguna o con muy poca responsabilidad sobre lo que nos rodea.
“…desde el comienzo hasta el final del proceso…”
Sin embargo, todos formamos parte del mismo proceso y podemos influir sobre él de alguna manera.
En el comienzo del proceso. Si trabajas en un departamento de desarrollo de nuevos productos, quizás el diseño incorpore algún tipo de obsolescencia programada, porque si los productos duran siempre, ¿de qué vivirán los fabricantes, distribuidores…?
Durante el proceso. Si tu función es intermediar, estimular la compra del producto o servicio, quizás optas por un precio no del todo justo con los participantes en el proceso, o por una forma de promoción -¡hay que llegar a las cifras de venta!- no suficientemente honesta, que, por ejemplo, haga aparentar un producto, en teoría más ecológico, pero que en la práctica no lo es, y lo sabes.
Al final del proceso. Si estás al final de la vida del producto, sea vehículo, lavadora, ascensor, tv, ordenador…, podrías repararlo y mantenerlo, pero decides sustituirlo por un equipo nuevo, porque es menos complicado y, sobre todo, más rentable.
“…diversas intenciones o posibilidades…”
A lo mejor no eres quién toma la decisión, pero, quizás bajo una errónea visión de obediencia debida, la ejecutas sin plantear demasiada resistencia. Tu intención no era perjudicar el planeta, tan solo cumplir con tu trabajo, y “ganarte la vida”, sin luchar por posibilidades más justas y en armonía con los y con lo que te rodea.
“…y pueden configurarse de distintas maneras.”
En efecto, la ciencia y la tecnología se pueden configurar para concentrar más poder en el mercado, sacrificando la diversidad de los ecosistemas económicos de productores locales.
Para aumentar de manera casi obsesiva la eficiencia del proceso en sí, marginando el disfrute del trabajador sobre el trabajo bien hecho.
Para crecer, ya que el crecimiento es el imperativo categórico empresarial, único marchamo del “éxito”.
“Una espiritualidad”
Dice el Papa Francisco que para frenar el avance del paradigma tecnocrático es necesaria “una mirada distinta, un pensamiento… yuna espiritualidad que conforme una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático”
La espiritualidad, un reto también para los que estamos relacionados con sectores científicos o tecnológicos. Hace falta trascender, porque “los conocimientos fragmentarios y aislados pueden convertirse en una forma de ignorancia” (LS 138), y la espiritualidad nos conecta con lo que nos rodea y con nosotros mismos.
Estamos viviendo el Tiempo de la Creación, en el que desde el 1 de septiembre hasta el 4 de octubre, fiesta de San Francisco de Asís, 2.200 millones de cristianos de distintas Iglesias y tradiciones celebramos unidos el cuidado de nuestra casa común.
Es un buen momento para meditar sobre nuestra responsabilidad y nuestro cometido en esa “valiente revolución cultural”, porque todo suma y porque “en el mundo todo está conectado” (LS 16).
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