Estreno en Barcelona de "Su Re", una nueva y sencilla representación de Jesús de enorme belleza


“Su Re” de Giovanni Columbu es una nueva e interesante representación fílmica sobre Jesucristo. Formalmente de gran austeridad y notable belleza se basa en los relatos de la pasión y sigue la estela, profundizándola, de Pier Paolo Pasolini en “El evangelio según san Mateo”. Desde el punto de vista teológico se decanta por un acercamiento a los últimos momentos del Jesús histórico y acceso con sutileza y profundidad al contenido teológico del misterio pascual.


Claramente desmitificadora sobre las imágenes del Jesús de Hollywood y de los iconos tradicionales de la belleza del Crucificado. Nos presenta a un Jesús en el que se subraya la humanidad en los rasgos de un palestino del siglo I, que ni es rubio, ni es guapo ni tiene ojos azules. Es un Jesús que se oculta en planos frecuentemente parciales como si la cámara no pudiera ni quisiera desvelar todo lo que ocurre en aquella persona que padece. La referencia es el siervo sufriente de Isaías, que se cita al comienzo, como clave de comprensión de toda la pasión. Como curiosidad, el actor no profesional que termina representando a Jesús había sido en primera instancia elegido para representar a Judas.
La perspectiva de este “via crucis” popular nos acerca a la gente del pueblo que se convierten en actores con una fuerte potencia significativa. Filmada en Cerdeña, nos aporta una imagen inóspita, cósmica y radical del Gólgota. La estructura rompe la linealidad del relato de la pasión, lo que aporta una especial novedad al reconstruir la narración de la pasión de los cuatro evangelios como si fuera en tapiz de una memoria que persiste en el tiempo.


En clara línea antioquena este Jesús parte de la perspectiva de la humanidad radical. Esencialmente silente, resalta la pasividad del paciente que apenas en la mirada indica la fuerza de la decisión de entrega generosa. Y todo ellos en manos de la humanidad. Representada, en primer lugar, los que ejercen el poder y la condena, con la distancia de los intereses que construyen la inmensidad del poder del mal, la transdescendencia. En segundo lugar, por el llanto de los discípulos, especialmente de las mujeres y de María como icono de humanidad víctima doliente. Sobre el fondo del pueblo, en última instancia expectante pasivo y en la radical verdad, indiferente. Y al final, los ejecutores que ejercen la violencia sin compasión apenas, obedientes a un mal casi necesario.
Pero el microrelato ubicado en el paisaje adquiere, desde el comienzo, un carácter cósmico. Lo que acaece en su normalidad tiene una perspectiva de infinitud, se trata del drama del mundo. Lo que está ocurriendo alcanza al centro de la historia y al corazón del mundo. Aquí el relato se mueve un una radical inmanencia que alcanza a expresar trascendencia.


Por eso este Jesús de Nazaret es el Cristo de la fe que se desvela radicalmente en las notas del canto de coral del compositor minimalista, el estonio converso Arvo Pärt: “Nunc dimittis servum tuum, Domine, secundum verbum tuum in pace.Quia viderunt oculi mei salutare tuum,quod parasti ante facies omnium populorum, lumen ad revelationem Gentium et gloriam plebis tuae Israel”. Aquí toda la kénosis del relato adquire un alcance definitivo. La luz se ha revelado en un pobre hombre al que se le ha apagado su mirada compasiva.
Una sorpresa, pues, en este territorio demasiado banalizado de las representaciones de Jesús. Como si el Misterio original y fundante, persiguiera a los artistas que sigue encontrando novedad allí donde la novedad no se agota. Un soplo de fe que es un regalo que conmueve y muestra lo que no se demuestra.

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