La interesada y egoísta intención por salvarse.
Todo este asunto me viene desde hace tiempo, y me intriga mucho. No quisiera estar en el lugar de Dios si viendo el corazón de un individuo me encuentro más interés en las buenas acciones que un desinterés por lo que estas puedan traerle. Pero hoy me llega otro escrito de los Testigos de Jehová en el que se recoge otra gilipollez, grandísima a mi entender.
Cuenta la revista Atalaya en su número del 1 de Mayo, que el famoso ladrón que se arrepintió en la cruz compartiendo calvario con Jesucristo no fue al paraíso por mucho que se lo prometiese el mismísimo Jesucristo, es decir, que se fue derecho a otra parte. Los argumentos son retorcidos. Según los Testigos de Jehová, este hombre no se había bautizado, no era discípulo de Jesucristo, y además no era un sujeto de fiar porque en la cruz no podía demostrar su sinceridad y que fuera a cambiar de estilo de vida. Para más remache, aseguran que Dios no metería jamás en su casa a criminales. Así que, como no les gusta ese perdón de Jesucristo, concluyen que Jesucristo no pudo prometerle la misma salvación que a otros.
Personalmente, no puedo reconocer ni al Cristo Dios ni al Cristo humano en ese Jesucristo que miente a un pobre moribundo en la cruz y desde su cruz. Ese pobre criminal muere en la cruz, y muere defendiendo a Jesucristo de los insultos de otro criminal, muere en un momento en que Jesucristo ha sido abandonado por todos o casi todos, y en medio de tanto dolor, ese hombre defiende la inocencia de Cristo sabiéndose que morirá crucificado. No sabemos si el criminal se arrepintió de sus pecados, solo sabemos que hubo una promesa de alguien que puede salvarle, Cristo. ¿Acaso tenemos que dudar de Cristo cuando promete salvar a alguien?
Es terrible la enorme necesidad de los Testigos de Jehová por dudar de la salvación de alguien, y no solo de los testigos de Jehová, también de cavernícolas católicos que creen que para que exista salvación debe haber perdición. Tal vez Dios mismo se esté cuidando muchísimo que nadie sepa lo que pasa al otro lado, pues la salvación podría ser un escándalo sobre todo para los buscadores de “meritos”. Tal vez por eso Cristo no apreciaba a los propios fariseos, porque eran unos buscadores de “méritos”.