Agosto: Vacaciones y Ejercicios (1)
En agosto, descansar: vacaciones de mar o sierra, o retiro en un espacio verde de espiritualidad para encontrarse con y dejarse encontrar por el Misterio.
¿Ejercicios espirituales, con acompañamiento? Bien, si quien acompaña no habla demasiado y quien se ejercita no piensa, ni se cansa demasiado: ejercicios en reposo, corpóreo-espirituales. Re-aprender a respirar, a reposar, a callar y escuchar.
Reposar: receptividad para dejarse absorber por lo que trasciende, dejándose llevar por el viento que tensa las velas, pero sin ser arrastrado a la deriva por la corriente. Relajada, decía Teresa, pero no embobada; distendida, pero no aflojada.
Día primero: ante todo, una pausa de concentración y contemplación.
T. , enferma de cáncer, antes de ingresar en el sanatorio vino de visita. La cita era a las cuatro. Pasó media hora y no llegaba. Cosa rara en ella, siempre puntual. Se presentó con una hora de retraso y pidió excusas. Al salir de la estación y cruzar el parque, le impresionaron los cerezos en flor. Se sentó extasiada. Cuando se percató, había pasado más de una hora. "Llevo, decía, veinte años pasando a diario por aquí, camino de la empresa. Jamás me detuve". Veinte años a la carrera. En su empresa, a pesar de ser mujer, mandaba sobre muchos hombres y era reconocida su eficiencia y creatividad. Su agenda incluía mensualmente viajes al extranjero. Organizaba reuniones internacionales y conferenciaba en varios idiomas. "Pero nunca me detuve, decía, a disfrutar de este parque" Aquella tarde, la víspera de su ingreso en el hospital, sintiendo que se le iba la vida, empezó a descubrir de pronto que la estaba desperdiciando, mientras parecía aprovecharla hasta el minuto. "¿Adónde iba yo, decía, con tanta prisa?".
Su recuerdo, veintiún años después, sugiere la necesidad de la pausa corpóreo-espiritual para orar en forma de pregunta.
La persona creyente no se diferencia de la no creyente por haber visto a Dios. A Dios nadie le ha visto (Jn 1,18). La persona creyente no deja de preguntar por Dios a Jesús, cuyo Espíritu hace preguntar.
La persona creyente no es quien tiene los problemas resueltos, `porque la fe no resuelve problemas, solo ayuda a situarlos desde otra perspectiva, haciendo posible orar en forma de pregunta desde las incertidumbres.
La persona creyente no tiene un manual con soluciones a los enigmas de la vida, del universo o del mal. Tiene muchísimas más preguntas que dirigir al Dios de la esperanza.
La persona creyente, por Jesús, con El y en El sigue haciendo preguntas a Abba, oración interrogativa: "¿Por qué, Señor?" (Sal 74). Y se queda en silencio, con Jesús, ante el silencio de Dios.
(Para ampliar detalles, ver: Respirar y caminar. Ejercicios espirituales en reposo, Desclée, Bilbao, 2001)
Textos bíblicos para el día primero
Estoy llamando a la puerta (Apoc 3, 14-22)
Voy a prepararos un lugar (Jn 14, 1-11)
Sal 116: Alma mía, recobra tu calma
Sal 13: ¿Hasta cuándo he de estar cavilando, con el corazón apenado todo el día?
Sal 6: Cura,Señor, mis huesos dislocados
Salmo 4: En paz me acuesto y enseguida me duermo, porque solo Tú, Señor, me haces vivir tranquilo.
Mc 6, 31: Venid a descansar
Lc 8, 18: Mirad, pues, cómo escucháis
Lc 10, 41: Solamente una cosa es necesaria
Mt 11, 28-29: Acercáos a mí todos los que estáis rendidos y agobiados, que yo os daré respiro
1 Jn 5, 4: Sus mandamientos (encargos) no son una carga
Mt 6, 7: Al orar, no habléis mucho
1 Re 19, 12-14: No estaba el Señor en el fuego... Vino una brisa suave... Se escuchó una voz: Elías, ¿dónde estás?
Gen 3, 9: El Señor dijo a Adán: ¿dónde estás?
Sal 86: Alegra mi alma, orienta mi corazón, dame una señal
Sal 118: Muéstrame tus senderos
Sal 42: ¿Por qué te alborotas, alma mía?
Sal 142: En la mañana hazme escuchar tu gracia
Sal 62: Descansa en Dios, alma mía
Sal 5: Por la mañana te expongo mi causa y me quedo aguardando
Sal 6: Tengo el alma en delirio. Tú, Señor, ¿hasta cuándo?
Sal 107: Espabílate, alma mía, despertaré a la aurora