Mujeres explotadas por redes de prostitución
Tras la ponencia del P. JMC, SJ, que presentó la cooperación interreligiosa para una ética global, se abrió el turno de palabra siguiente:
Prof. Yamazaki (Universidad budista de Musashi): Por muy diferentes que sean las posturas éticas en cuestiones de detalle, por lo que se refiere a temas centrales como la defensa de la vida, en su comienzo y fin, las religiones tienen que unir sus fuerzas para defenderla frente a políticas que la dejan desamparada.
Prof. Nara (Emérito de la Univ.budista de Komazawa): De acuerdo, pero sería una incoherencia y una contradicción levantar la voz solamente para defender la vida naciente y no hacerlo para denunciar la prostitución infantil en Asia, o la explotación de la mujer en la comercialización de la sexualidad.
P. JMC, SJ (Univ. Sophia). Yo añadiría la situación trágica de la maternidad forzosa, que da lugar a tantas familias monoparentales de inmigrantes extranjeras del sureste asiático, venidas a Japón para trabajar, explotadas luego por las redes de prostitución controladas por mafias bajo el eufemismo de “servicios de distracción y descanso (entertainment).
Prof. Sanada (Univ. Of Chuo, Law Dpt.): En el vuelo de Tokyo a Filipinas escuchamos conversaciones como ésta: ¿Cuántas Marías filipinas llevamos hoy en el vuelo?, pregunta una azafata a su compañera. “Hoy son siete, tres con carrito y cuatro con barriguita”. Las “Marías filipinas” aludidas suelen ser inmigrantes trabajadoras en bares, que vuelven a su país, o bien con su bebé (de padre japonés desconocido)en el carrito, o que regresan embarazadas a dar a luz en su país y que cuide el bebé la abuela con los ingresos que le enviará la madre desde su próximo “trabajito de entertainment” en Tokyo. Hace años me pregunto si no son demasiado abstractas nuestras proclamas sobre la defensa de la vida y, como decía el Prof. Nara, inconsecuentes frente a los derechos pisoteados de la mujer.
P. JMC, SJ (Univ Sophia): Una de estas mujeres, antes de la misa en la casa de acogida de las religiosas de Madre Teresa, vino contarme su caso: embarazada, abandonada por el compañero japonés, dió a luz y envió la criatura a su abuela, sigue trabajando en el bar, sigue viniendo a misa con una fe y religiosidad sencilla, pero sigue sin usar anticonceptivos porque así lo aprendió en la catequesis religiosa (irresponsable, en mi opinión) recibida en su país. Con indignación ante el caso, me sumo a la observación del Prof. Nara: Es incoherente que las religiones hablen en abstracto de la defensa de la vida naciente y se tapen los ojos y se callen ante la explotación de la mujer,la pornografía que la alimenta, la escalada de prostitución infantil en el sureste asiático al servicio de clientela europea y japonesa, etc...