PARÁBOLAS DEL LOTO:pluralismo sin discriminación
Cuando me invitó el señor SUZUKI a predicar sobre el Evangelio en su comunidad budista de Nerima (Tokyo), elegí el texto de Mt 5, 45: el sol y la lluvia enviados gratuitamente sobre todo el mundo sin discriminación.
A la hora de entonar los sutras, el capítulo 5 del Sutra del Loto sirvió de salmo responsorial como respuesta al Evangelio según Mateo. Dice así la Parábola de la arboleda:
"El Así-Siempre-Presente conoce cuanto ocurre en la interioridad del corazón de todos los seres... Imagina, por ejemplo, las plantas medicinales y los árboles y arbustos de las forestas, la flora variopinta que crece en zonas montañosas o fluviales, en un mundo incalculablemente mayor que aquél en que vivimos.
Una densa nube se cierne cada vez más hasta cubrir el conjunto múltiple del mundo; cae una lluvia uniforme, cuya humedad fertiliza por doquier hierbas y árboles, arbustos y forestas; raicillas, pequeños troncos, ramas y hojas pequeñas; raíces, troncos, ramas y hojas medianas; raíces, troncos, ramas y hojas grandes: los árboles grandes y pequeños, según la altura, mediana o baja talla, todos la reciben.
Con la lluvia de una sola nube lograrán, conforme a su naturaleza original, crecer, florecer y dar frutos. Aunque nacidos en un mismo suelo y fertilizados con una misma lluvia, plantas y árboles son todos diferentes.
Has de saber, Kâsyapa, que lo mismo ocurre al Así-Siempre-Presente: aparece en el mundo, como surgió la gran nube; él guía, con su gran voz, a la totalidad de los seres... En el seno de la muchedumbre, proclama estas palabras: «Yo soy el Así-Siempre-Presente, el que salva a quienes no han sido salvados todavía, el que libera a quienes aún no han sido liberados, el que consuela a los que aún no han sido consolados, el que hace alcanzar el nirvana a quienes aún no lo han logrado. Soy quien todo lo conoce, el mundo presente y futuro tal cual son; quien todo lo ve, quien conoce el Camino, abre el camino y lo enseña. Todos vosotros, venid a mí para escuchar el Dharma.»
En ese momento, todo género de seres, en incontable infinidad, vienen cerca del Buda y escuchan la enseñanza. El Así-Siempre-Presente discierne entonces el carácter agudo u obtuso de las facultades de los seres, su energía o su inercia, y adaptándose a la medida en que pueden captarlo, les predica el Dharma de mil maneras, llevándolos a todos a la alegría y a la obtención gozosa de los buenos frutos. Una vez que lo hayan oído, se desprenderán de los obstáculos y, en el seno de las diversas enseñanzas, según su capacidad lo permita, entrarán paulatinamente en el Camino, del mismo modo que, habiendo expandido la gran nube su lluvia sobre hierbas, árboles y arbustos de las forestas, según su naturaleza original, se benefician todas las plantas de ese riego y cada una logra crecer.
A la hora de entonar los sutras, el capítulo 5 del Sutra del Loto sirvió de salmo responsorial como respuesta al Evangelio según Mateo. Dice así la Parábola de la arboleda:
"El Así-Siempre-Presente conoce cuanto ocurre en la interioridad del corazón de todos los seres... Imagina, por ejemplo, las plantas medicinales y los árboles y arbustos de las forestas, la flora variopinta que crece en zonas montañosas o fluviales, en un mundo incalculablemente mayor que aquél en que vivimos.
Una densa nube se cierne cada vez más hasta cubrir el conjunto múltiple del mundo; cae una lluvia uniforme, cuya humedad fertiliza por doquier hierbas y árboles, arbustos y forestas; raicillas, pequeños troncos, ramas y hojas pequeñas; raíces, troncos, ramas y hojas medianas; raíces, troncos, ramas y hojas grandes: los árboles grandes y pequeños, según la altura, mediana o baja talla, todos la reciben.
Con la lluvia de una sola nube lograrán, conforme a su naturaleza original, crecer, florecer y dar frutos. Aunque nacidos en un mismo suelo y fertilizados con una misma lluvia, plantas y árboles son todos diferentes.
Has de saber, Kâsyapa, que lo mismo ocurre al Así-Siempre-Presente: aparece en el mundo, como surgió la gran nube; él guía, con su gran voz, a la totalidad de los seres... En el seno de la muchedumbre, proclama estas palabras: «Yo soy el Así-Siempre-Presente, el que salva a quienes no han sido salvados todavía, el que libera a quienes aún no han sido liberados, el que consuela a los que aún no han sido consolados, el que hace alcanzar el nirvana a quienes aún no lo han logrado. Soy quien todo lo conoce, el mundo presente y futuro tal cual son; quien todo lo ve, quien conoce el Camino, abre el camino y lo enseña. Todos vosotros, venid a mí para escuchar el Dharma.»
En ese momento, todo género de seres, en incontable infinidad, vienen cerca del Buda y escuchan la enseñanza. El Así-Siempre-Presente discierne entonces el carácter agudo u obtuso de las facultades de los seres, su energía o su inercia, y adaptándose a la medida en que pueden captarlo, les predica el Dharma de mil maneras, llevándolos a todos a la alegría y a la obtención gozosa de los buenos frutos. Una vez que lo hayan oído, se desprenderán de los obstáculos y, en el seno de las diversas enseñanzas, según su capacidad lo permita, entrarán paulatinamente en el Camino, del mismo modo que, habiendo expandido la gran nube su lluvia sobre hierbas, árboles y arbustos de las forestas, según su naturaleza original, se benefician todas las plantas de ese riego y cada una logra crecer.