Ni caridad sin justicia ni justicia sin caridad
Cuando encuentro a una persona durmiendo a la intemperie, en una noche fría, puedo sentir que ese bulto es un imprevisto que me interrumpe, un delincuente ocioso, un estorbo en mi camino, un aguijón molesto para mi conciencia, un problema que deben resolver los políticos, y quizá hasta una basura que ensucia el espacio público. Eso es lo que sentimos, lo que percibimos, lo que pensamos, algunas (muchas) veces. Pero ¿puede esa actitud dejarnos satisfechos?.
Hay otra reacción posible. Posible y más que posible. Real, porque aunque actúe ante nosotros como un aguijón que nos espolea hay quien la practica. Es la actitud de quien ve a esa personas tirada al borde del camino una persona con su dignidad intacta; como un ser humano con mi misma dignidad; como un hermano. Y si lo ves como una creatura amada por el Padre, una imagen de Dios, y un hermano redimido por Jesucristo ¡eso es ser cristianos!, dice el Papa Francisco.
También dice el Papa Francisco, que aunque aliviar a una sola persona ya justificaría todos nuestros esfuerzos, eso no nos basta. Porque realizar algunas buenas obras es necesario pero no suficiente. Es necesario, también, buscar un cambio que restaure sistemas sociales y económicos justos para que no haya más exclusión.
Es un error separar estos compromisos solidarios del Evangelio de la relación personal con el Señor, de la unión interior con él, de la gracia. Así se convierte al cristianismo en una especie de ONG, quitándole esa mística luminosa que tan bien vivieron y manifestaron san Francisco de Asís, san Vicente de Paúl, santa Teresa de Calcuta y otros muchos. A estos grandes santos ni la oración, ni el amor de Dios, ni la lectura del Evangelio les disminuyeron la pasión o la eficacia de su entrega al prójimo, sino todo lo contrario.
También es nocivo e ideológico el error de quienes viven sospechando del compromiso social de los demás, considerándolo algo superficial, mundano, secularista, inmanentista, comunista, populista. O que lo relativizan como si hubiera otras cosas más importantes.