Las penas del mundo

Un sabio tenía la costumbre de caminar por la playa antes de comenzar su trabajo. Un día, observó a un joven que se agachaba para recoger algo y suavemente lanzarlo al mar.

Al acercarse lo saludó:
– “Buenos días joven, ¿Qué estás haciendo?”

El joven hizo una pausa, se dio la vuelta y respondió:
– “Arrojo estrellas de mar al océano, señor”.

–” ¿Por qué arrojas estrellas de mar al océano?”, dijo el sabio.

El joven respondió:
– “Anoche la tormenta dejó miles de estrellas en la playa, hoy hay sol fuerte y la marea está bajando, si no las arrojo al mar, morirán”.

– “Pero joven, replicó el sabio, no te das cuenta que hay cientos de kilómetros de playa y miles de estrellas de mar, ¿Realmente piensas que tu esfuerzo tiene sentido?”

El joven escuchó respetuosamente, luego se agachó, recogió otra estrella de mar, la arrojó al agua y luego le dijo:

– “Para ésta, sí tuvo sentido”.

La respuesta sorprendió al hombre. Se sintió molesto, no supo qué contestar y regresó a su cabaña a escribir.

A la mañana siguiente el sabio se fue a la playa y pasó el resto de la mañana arrojando estrellas de mar al océano. Lo hizo convencido de que aunque no tuviera capacidad para solucionar las penas del mundo sí que podía hacer algo por el pedacito de mundo en el que transcurría su vida.

Hoy, al cumplir 63 años, me quiero parecer a ese sabio. Quiero pedir, a quienes me feliciten, que me ayuden a no ser un mero observador del mundo que me rodea; a implicarme para poner un poco de luz, sal, ilusión, calor, alegría, cariño, esperanza.....
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