Cómo son y por qué surgen los refugiados climáticos
Acabar con el hambre es una cuestión de voluntad política. Porque se producen alimentos más que de sobra para que los casi 7.500 millones de habitantes del planeta coman lo que necesitan para una vida plena.
La violencia y el clima son las dos grandes causas del hambre.
La solución a esos dos grandes males tiene mucho que ver con una Organización de Naciones Unidas (ONU) que debe ser fortalecida y optimizada en la consecución de los objetivos para los que fue creada.
También los ciudadanos tenemos mucho que decir y que hacer. Porque, como dice Mayor Zaragoza: “El tiempo de silencio ha concluido. Ha llegado el momento de alzarse, de implicarse, de tomar las riendas de nuestro destino”.
Diferentes organismos de la ONU han aportado datos exhaustivos sobre la deforestación del hábitat, el aumento drástico de las temperaturas, las desertizaciones de los terrenos donde antes se trabajaba o las catástrofes naturales asociadas a las condiciones climatológicas de la zona.
Los hechos anteriores ponen de manifiesto el cambio climático que se está produciendo. Un cambio que los intereses económicos de algunos se empeñan en negar que exista.
En este contexto surge uno de los problemas humanitarios y económicos que centrará la atención en las próximas décadas: las migraciones climáticas.
Los refugiados climáticos son aquellas personas que se ven obligadas a salir de sus regiones geográficas por problemas derivados del calentamiento global y el cambio climático.
A día de hoy 64 millones de personas en todo el mundo han tenido que abandonar sus hogares por las consecuencias derivadas del calentamiento global. Y según la ONU en 20 años habrá más de 1.000 millones de refugiados climáticos.
Son argumentos que debemos dominar, para replicar a las personas que, por ignorancia o por egoísmo, sostienen que el cambio climático es un fenómeno simplemente cíclico y no derivado del impacto de nuestro modelo de desarrollo.