La tiniebla no es el final

Alguien me dijo, en un momento de aflicción, que detrás de los nubarrones que a veces se presentan en la vida hay un solo radiante y un cielo muy claro.
Hoy se lo digo a ese amigo que se cree perdido en la oscura noche y al que quiero acompañar en su aflicción.


Lo hago a través de una bella poesía escrita por José Luis Blanco Vega

Amo, Señor, tus sendas, y me es suave la carga
que en mis hombros pusiste;
pero a veces encuentro que la jornada es larga,
y que el cielo se viste de tinieblas ante mis ojos.

que el agua del camino es amarga..., es amarga,
que se enfría este ardiente corazón que me diste;
y una sombría y honda desolación me embarga,
y siento el alma triste, hasta la muerte triste...

El espíritu débil y la carne cobarde,
lo mismo que el cansado labriego, por la tarde,
de la dura fatiga quisiera reposar…

Mas entonces me miras..., y se llena de estrellas,
Señor, la oscura noche; y detrás de tus huellas,
con la cruz que llevaste, me es dulce caminar.
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