Esta mañana, los tertulianos mostraban admiración por la capacidad de algunos de tomar decisiones en un minuto que, gritando como loros y charloteando como monos, revocarán en menos de un minuto, sobre cuestiones de su exclusivo interés, y la de dejar pudrirse durante tiempo sin cuenta otras que importan a todo el resto de los ciudadanos. Por la tarde, un grupo de hombres en sobria y apasionada charla devoraba y hacía añicos el tiempo jugando una partida. Durante todo el día, pardas olas de niebla, llenaron el mundo de silencio desde el lecho del río hasta las cumbres pedregosas del monte. En días como hoy, da lo mismo andar con la luz del sol que alumbrarse con un candil.