Esperando que la nieve cubra las pedregosas cumbres, los nidos de las urracas en las más altas ramas de los desnudos castaños parecen restos de chatarra espacial; las tomateras y las filas de judías en las huertas cancillas desportilladas, los rosales cañas de los fuegos artificiales caídas en lugares inhóspitos que no interesan a nadie, y los manzanos y los perales cuellos de gallina pelada. Las palabras de se quedan agarradas a las gargantas como el musgo a las piedras y se vuelven humo y sombras de nada. Nada cuadra, todo parece sobrar y fuera de lugar. Qué diversos momentos tan diferentes entre el ayer y el hoy, seguramente entre el hoy y el mañana. Aunque por momentos el sol relumbra, parece que en vano relumbra. Solo las miradas, dulce arroyo, suave corriente, traen y llevan tanta belleza, tanto amor, que derriten la distancia y calientan el corazón.