"Auque parezca demencial, la Virgen de Guadalupe pertenece a Toledo" Iglesia de Aragón, ejemplo para la de Extremadura
En el caso extremeño, el expoliador es nada menos que el arzobispo de Toledo, primado de España, y lo expoliado es su Patrona, la Virgen de Guadalupe, con monasterio y santuario incluidos, reconocidos por la Unesco, nada menos que “Patrimonio de la Humanidad”, con títulos, joyas, Zurbarán, El Greco, Luis de Morales, historias y diversos museos monográficos
Acaba de inaugurarse en la ciudad de Barbastro, capital oscense de la diócesis de su nombre -Barbastro-Monzón-, uno de los museos religiosos más importantes del Viejo Reino y del resto de España. Proceden joyas tan preciadas de la comarca -la Franja, que antes habían sido expoliadas de las tierras aragonesas, y se conservaban en el museo de Lleida en la Comunidad Autónoma y algo más, de Catalunya. Hecho afortunado tan fastuoso merece algunos cometarios, en relación con Extremadura.
El problema no admite comparación, con el que padece la Iglesia en Extremadura, aunque con alguna coincidencia en los procedimientos seguidos y en la solución aportada, después de pleitos humanos y divinos. En el caso extremeño, el expoliador es nada menos que el arzobispo de Toledo, primado de España, y lo expoliado es su Patrona, la Virgen de Guadalupe, con monasterio y santuario incluidos, reconocidos por la Unesco, nada menos que “Patrimonio de la Humanidad”, con títulos, joyas, Zurbarán, El Greco, Luis de Morales, historias y diversos museos monográficos.
Por tanto, no se trata ni solo ni principalmente de una cuestión devota, espiritual y canónica, aunque esté registrado el caso como único en la Iglesia universal, al ser esta advocación de la Virgen, patrona de una Comunidad Autónoma, signo y “santo y seña” de la misma, y de su vecindario sean o no católico. Aunque parezca demencial e increíble, la Virgen de Guadalupe, patrona canónica y civi de Extremadura, pertenece a la jurisdicción de Toledo, capital de Castilla-La Mancha, hecho que tiene que herir gravemente los sentimientos del pueblo extremeño.
Las comparaciones son odiosas, y lo son más si estas se registran en los ámbitos de la religión, del culto y de la cultura. Una vez más, Extremadura sigue apedreada, en este caso hasta por los mismos curas, obispos, arzobispos, el Presidente de la Conferencia Episcopal y, sobre todo, por la Curia Romana, que no han movilizado toda clase de recursos para subsanar tan deshonrosas tropelías, aceptando sin más que las cosas son como son, aun cuando lo sean a costa de los más débiles. Tal es el caso extremeño, en el que es afrentoso y fácil constatar que, de entre las diecisiete Comunidades Autónomas, constitucionalmente constituidas, precisamente esta empobrecida región ocupa el último y afrentoso puesto en el baremo de lo que se llama “índices de desarrollo” integral”..
(Si en tal operación participa, por activa o por `pasiva, la Iglesia “oficial”, tal y como lo consiente y bendice, el pecado –“corruptio optimi, pessima”- rondaría las lindes de la imperdonabilidad ).
Las más fervorosas “enhorabuenas” y felicitaciones de gran parte de los extremeños a los impertérritos aragoneses y a su Iglesia, por haber logrado recuperar para su bendita Comunidad Autónoma con definitiva sentencia judicial a su favor.
También mi más sentido pésame, a nuestra región extremeña, que “por los siglos de los siglos”, canónicamente huérfana de Patrona, porque esta seguirá instalada en los extintos territorios administrativos de la ex imperial diócesis toledana , pese a que Extremadura cuenta ya con provincia eclesiástica y tres sedes episcopales, con su metropolitano, el arzobispo de Mérida-Badajoz… ¡Si levantara la cabeza el godo Mausona, arzobispo de Mérida, quien presidiera el III Concilio de Toledo, y cuya intervención en la conversión de Recaredo se estima como decisiva…¡
En el caso de que se hayan ya recorrido todos los caminos que conducen a la extremeñización canónica de Guadalupe, ¿no hay más remedio que el de la resignación por parte del pueblo, previo el infeliz reconocimiento de la injusticia cometida por quienes les representan?
¡Que no se dé ocasión a que ese mismo pueblo alcance la conclusión de que Aragón es Aragón, Extremadura es Extremadura, Cataluña es Cataluña y que la capital de Castilla-La Mancha es y se sigue llamando Toledo, y sus arzobispos son los “primados”, concepto y titulo post- conciliar sin contenido alguno, con excepción de la vaga titulitis y de algunos ornamentos perezosos no vinculantes que se dicen “sagrados”!
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