Todas las sensibilidades
Isabel Aylagas, subdirectora de Cáritas Vicaría 5 y coordinadora de la Mesa de las Mujeres en la Iglesia de la archidiócesis de Madrid, explica que este observatorio al que se da «el pistoletazo de salida» este jueves tendrá tres fases concretas.
Por un lado, esta primera que arranca ahora proporcionará a las participantes una plantilla con pautas específicas para analizar los espacios en los que está cada una. Después comenzará una segunda «con entrevistas en profundidad a distintas mujeres» para conocer sus inquietudes y diagnósticos. A la busca de voces complementarias, cabe la opción de que en esta etapa se pregunte a más mujeres aparte de las 70 iniciales, aunque por motivos prácticos nunca se llegaría a duplicar la cifra de participantes. «Luego están los grupos de discusión, donde se mezclarán las mujeres para comentar cómo viven su estar en la Iglesia». El resultado más tangible y esperable es que en junio estas reflexiones cristalicen en una serie de recomendaciones al arzobispo de Madrid, José Cobo. «El cardenal lo que quiere es escuchar a las mujeres y tener en cuenta sus aportaciones», explica Aylagas.
Según esta laica, el espíritu del encuentro «va en la línea de la diocesanidad y la escucha de diferentes sensibilidades». De hecho contará con mujeres vinculadas a todo tipo de entidades como la HOAC, Cáritas, el Opus Dei, Renovación Carismática, En Común o el Camino Neocatecumenal. «Lo que nos interesa es la diversidad y la amplitud», sentencia la coordinadora de la Mesa de las Mujeres en la Iglesia.
Aunque el trabajo de campo está por hacer —y sin ánimo de influir en las futuras observaciones— el equipo motor se anima a compartir algunas intuiciones de qué se podría pedir. Por ejemplo, Nekane Abalia, vinculada al Colegio San Viator y a la parroquia Virgen de la Fuensanta en Usera, lamenta que para algunas personas aún suponga un escándalo que una mujer proclame la primera lectura o el salmo responsorial. De 53 años, con dos hijos y empleada en el mundo social, diagnostica que en la Iglesia a veces sucede lo mismo que en su sector laboral o el sanitario. «Hay muchas mujeres en las bases pero, cuando empiezas a subir, son solo hombres». Al tiempo que solicita más visibilidad, también encarga a las mujeres superar «la educación que recibimos» y ponerse a tiro de los cargos visibles. «Les recomendaría dar un paso adelante y ponerse al frente del espacio que puedan. ¿Estás en una parroquia? Ofrécete».
Por su parte, Camino Cornejo, de 52 años, con tres hijos y vinculada a la unidad pastoral formada por las parroquias Santo Tomás de Villanueva y San Ambrosio, recuerda que —tal y como recomienda el propio Sínodo y el cardenal Cobo señala siempre que tiene ocasión— «en todas las parroquias debería haber un consejo pastoral y otro económico que sean reflejo de la vida parroquial, donde las mujeres están mayoritariamente». Implicada en los de su comunidad desde hace 25 años, también reclama, más allá de la iglesia de su barrio, «tener voz en las escuelas de Teología y en los seminarios». «Este está siendo un tiempo muy bonito de despertar», celebra respecto a la inauguración del observatorio.
Consenso y cuidados
Ana Fuentes, religiosa de las teresianas de Ossó y también miembro del equipo motor, apunta que, aunque habrá sensibilidades diferentes entre las 50 mujeres que observarán la realidad de la Iglesia, «da igual porque el deseo es buscar y proponer juntas». «Hay una aportación de cada una, como en la parábola de los talentos: hay que ponerla en juego, cada una lleva sus panes y sus peces», compara.
Por su parte, Alba Duchemin apunta que estas conversaciones se desarrollarán desde una «teología del feminismo» en la que la ternura y los cuidados son dos elementos nucleares. Por tanto, a la hora de poner sobre el papel las experiencias de cada una será importantísimo «no arrasar ni avasallar» sino dar espacio a que cada una comparta su visión. Lejos de una lógica parlamentaria donde una mayoría aplasta a la minoría, este observatorio pretende seguir la forma de trabajo ya inaugurada en el Sínodo sobre la sinodalidad, donde tuvieron primacía los consensos e incluso su propio documento final recogió varios tipos de preocupaciones. Así, cuando en junio se produzca la elaboración de las recomendaciones finales al cardenal, como explica Duchemin, «no hay por qué llegar a un modelo igual ni homogeneizar. Si salen cuatro conclusiones diferentes, se ponen las cuatro».