Mientras, el obispo Jesús García Burillo escribe a sus pares, tachando la iniciativa de "campaña" Las Cortes de Castilla y León realizarán una declaración institucional para pedir el mantenimiento de la diócesis de Ciudad Rodrigo
Consensuada por todos los grupos políticos de la Cámara, desde Podemos a Vox
Jesús García Burillo explica a sus compañeros de mitra que está en marcha “una campaña, que inició el anterior vicario general, invitando a un levantamiento social y concretamente a todas las instituciones civiles y eclesiales, para exigir el mantenimiento de la diócesis con un obispo propio”
El manifiesto político en pro de la continuidad de la diócesis de Ciudad Rodrigo comienza subrayando que la “institución data del año 1161”
Los políticos mencionan los insistentes rumores sobre “la absorción o a la unificación con la diócesis de Salamanca compartiendo obispo, con lo cual si bien sobre el papel seguiría existiendo una diócesis civitatense, en la práctica sería una anexión a la salmantina"
Los políticos creen que la institución diocesana es “esencial para la Tierra de Ciudad Rodrigo por razones tanto espirituales, humanas, sociales, económicas y particularmente históricas”
"Las Cortes de Castilla y León abogan por que Ciudad Rodrigo siga manteniendo su centenaria diócesis y, en consecuencia, siga contando con un obispo titular, exclusivo y residencial”
El manifiesto político en pro de la continuidad de la diócesis de Ciudad Rodrigo comienza subrayando que la “institución data del año 1161”
Los políticos mencionan los insistentes rumores sobre “la absorción o a la unificación con la diócesis de Salamanca compartiendo obispo, con lo cual si bien sobre el papel seguiría existiendo una diócesis civitatense, en la práctica sería una anexión a la salmantina"
Los políticos creen que la institución diocesana es “esencial para la Tierra de Ciudad Rodrigo por razones tanto espirituales, humanas, sociales, económicas y particularmente históricas”
"Las Cortes de Castilla y León abogan por que Ciudad Rodrigo siga manteniendo su centenaria diócesis y, en consecuencia, siga contando con un obispo titular, exclusivo y residencial”
Los políticos creen que la institución diocesana es “esencial para la Tierra de Ciudad Rodrigo por razones tanto espirituales, humanas, sociales, económicas y particularmente históricas”
"Las Cortes de Castilla y León abogan por que Ciudad Rodrigo siga manteniendo su centenaria diócesis y, en consecuencia, siga contando con un obispo titular, exclusivo y residencial”
La reivindicación del mantenimiento de la diócesis de Ciudad Rodrigo sube un peldaño más y llega a las Cortes de Castilla y León, donde esta tarde se aprobará una declaración institucional al respecto, firmada por todos los grupos políticos del arco parlamentario, desde Podemos a Vox. Mientras tanto, el actual administrador apostólico, Jesús García Burillo, acaba de enviar una carta a todos los prelados españoles, lo suficientemente ambigua para nadar y guardar la ropa y, al mismo tiempo, no sumarse a la mayoritaria iniciativa social y política que pide un obispo propio y exclusivo para la pequeña e histórica diócesis.
Jesús García Burillo explica a sus compañeros de mitra que está en marcha “una campaña, que inició el anterior vicario general, invitando a un levantamiento social y concretamente a todas las instituciones civiles y eclesiales, para exigir el mantenimiento de la diócesis con un obispo propio”.
Ante dicha campaña, García Burillo convocó a los siete arciprestes de la diócesis, “obteniendo el apoyo unánime de todos ellos y la incomprensión de la iniciativa mencionada”. Y, además, envió “una carta a las comunidades parroquiales y religiosas, animándoles a mantenerse en comunión con el Santo Padre y a esperar confiadamente en la resolución final”.
Aunque, según García Burillo, el “sentir del presbiterio diocesano” es no sumarse a esta campaña, la verdad es que el clamor popular es evidente. Y, como es lógico, a él se suma el político. De hecho, todos los partidos firmarán hoy, en el marco de una declaraciones solemne e institucional en las Cortes de Castilla y León, una petición para que se mantenga la diócesis y cuente, cuando antes, con un “obispo propio, exclusivo y residencial”.
El manifiesto político en pro de la continuidad de la diócesis de Ciudad Rodrigo comienza subrayando que la “institución data del año 1161” y “desde sus orígenes, la diócesis civitatense y la ciudad de Ciudad Rodrigo han ido de la mano, constituyendo las dos caras de una misma moneda. Son y han sido la epidermis y la dermis de un territorio rayano con Portugal”.
Tras lamentar que la diócesis lleve más de dos años de “sede vacante”, tras la salida (todavía inexplicada) de su último obispo, Raúl Berzosa, los políticos mencionan los insistentes rumores sobre “la absorción o a la unificación con la diócesis de Salamanca compartiendo obispo, con lo cual si bien sobre el papel seguiría existiendo una diócesis civitatense, en la práctica sería una anexión a la salmantina, con la que se perdería una institución que, con cerca de nueve siglos de existencia, ha distinguido la Tierra de Ciudad Rodrigo”.
Los políticos creen que la institución diocesana es “esencial para la Tierra de Ciudad Rodrigo por razones tanto espirituales, humanas, sociales, económicas y particularmente históricas”. De hecho, señalan que “la modificación del estatuto jurídico actual de la diócesis civitatense no es solo un problema eclesial, sino también político o social de primera magnitud para esta zona de España”, porque “la población en general entiende que es un bien para la ciudad, y por ello su importancia trasciende de lo meramente religioso, aun respetando las decisiones de la jerarquía de la Iglesia, por el principio de separación entre la Iglesia y el Estado”.
Por otra parte, “hoy, más que nunca, las zonas diezmadas por la despoblación necesitan tener cerca a sus instituciones. Sin dichas instituciones, nuestros pueblos irán perdiendo su voz, sus derechos y, en definitiva, su existencia”.
Además, “la lejanía del obispo de la diócesis supondría un inevitable deterioro del patrimonio cultural y artístico-religioso, como ha ocurrido en otras ciudades, antiguas diócesis, con el consiguiente impacto negativo en el turismo y en la cultura”.
Según los partidos políticos, “esta necesidad de seguir contando con una diócesis independiente, con obispo propio, exclusivo y residencial, como ha ocurrido hasta la fecha, ha sido reconocida por instituciones culturales, vecinales, religiosas y ciudadanos en general que han asumido como suya esta lucha por el mantenimiento del obispado civitatense desde hace muchos años, décadas e incluso centurias y que ahora, ante esta nueva incertidumbre, también han iniciado una movilización para preservar la diócesis de Ciudad Rodrigo”.
Y concluyen así su manifiesto: “Por todo ello, las Cortes de Castilla y León abogan por que Ciudad Rodrigo siga manteniendo su centenaria diócesis y, en consecuencia, siga contando con un obispo titular, exclusivo y residencial”.
Texto íntegro del manifiesto
Por la continuidad de la Diócesis de Ciudad Rodrigo y de un Obispo propio, exclusivo y residencial
Una de las diócesis de la actual comunidad autónoma de Castilla y León es la de Ciudad Rodrigo, cuya institución data del año 1161. Surgió en el contexto de la repoblación del sur del Reino de León, llevada a cabo por el rey Fernando II, y lo hizo como diócesis sufragánea del arzobispado de Santiago. En 1174 fue reconocida por la Santa Sede. Desde sus orígenes, la diócesis civitatense y la ciudad de Ciudad Rodrigo han ido de la mano, constituyendo las dos caras de una misma moneda. Son y han sido la epidermis y la dermis de un territorio rayano con Portugal.
En la actualidad la diócesis lleva esperando más de dos años el nombramiento de un obispo ordinario, exclusivo y residencial tras la renuncia en enero de 2019 del último prelado civitatense,
En los 850 años de historia de este obispado, tan solo ha habido tres periodos más largos de sede vacante. Esta circunstancia ha generado una incertidumbre general en la ciudad y su Tierra, asentada en los históricos rumores que se reanudan cada vez que la sede episcopal de Ciudad Rodrigo queda vacante, y que aluden a la absorción o a la unificación con la diócesis de Salamanca compartiendo obispo, con lo cual si bien sobre el papel seguiría existiendo una diócesis civitatense, en la práctica sería una anexión a la salmantina, con la que se perdería una institución que, con cerca de nueve siglos de existencia, ha distinguido la Tierra de Ciudad Rodrigo.
Ya en el año 2002-2003 se produjo una situación similar. En aquellos momentos (acuerdo unánime del pleno de la corporación rodericense celebrado el 11 de enero de 2003) los grupos políticos representados en el ayuntamiento, que abarcaban ideologías distintas y dispares, se unieron en defensa de una institución que creyeron esencial para la Tierra de Ciudad Rodrigo tierra por razones tanto espirituales, humanas, sociales, económicas y particularmente históricas, una iniciativa que redundaba en otras acciones marcadas desde el propio estamento eclesiástico y, esencialmente, en la sociedad civil que se plasmó en una reivindicación colectiva.
La situación se repite, aunque la movilización institucional y ciudadana, sin duda mermada por la situación pandémica, es evidente que ha bajado en su entidad e intensidad, lo que no es óbice para invocar a los cerca de 900 años de historia conjunta entre la diócesis, la ciudad y la Tierra de Ciudad Rodrigo, porque su proyección y actuación abarca un amplio territorio rayano, diezmado en población y actividad socioeconómica en las últimas décadas y que no entendería otro golpe que echara el cerrojo a siglos en los que la colaboración y entendimiento entre las instituciones civiles y religiosas se ha desarrollado prácticamente sin fisuras.
Especialmente destacable fue la lucha por el sostenimiento y mantenimiento de esta Diócesis desde que en el siglo XIX, pues por el Concordato de 1851 (Art. 5) la condenaba a su desaparición, uniéndola a la de Salamanca, consiguiéndose su continuidad gracias al entendimiento, desde siempre, entre el estamento eclesiástico y las diferentes instituciones religiosas y laicas locales.
Gracias a este interés de los civitatenses se consiguió el nombramiento de un administrador diocesano propio en 1884 y más tarde, en 1950, la restitución de la mitra, lo que se llama en los libros de historia vinculados a esta tierra la “normalización” de la diócesis.
El mapa diocesano territorial de España cuenta con numerosas diócesis de supuesto pequeño calado. Todas y cada una de estas pequeñas diócesis deben su existencia a razones históricas, eclesiales, jurídicas, sociales, geográficas o políticas muy complejas y propias de cada una de ellas. Redistribuir este planteamiento no estaría exento de tensiones sociales, políticas y pastorales que pueden ser evitadas con su continuidad, cuando se constate que las instituciones diocesanas están fuertes, como es el caso de la Diócesis de Ciudad Rodrigo.
En el caso de Ciudad Rodrigo, la modificación del estatuto jurídico actual de la diócesis civitatense no es solo un problema eclesial, sino también político o social de primera magnitud para esta zona de España. El tema de la diócesis ha preocupado a personalidades, alcaldes y corporaciones desde hace siglos, consecuencia de que la población en general entiende que es un bien para la ciudad, y por ello su importancia trasciende de lo meramente religioso, aun respetando las decisiones de la jerarquía de la Iglesia, por el principio de separación entre la Iglesia y el Estado.
Hoy, más que nunca, las zonas diezmadas por la despoblación necesitan tener cerca a sus instituciones. Sin dichas instituciones, nuestros pueblos irán perdiendo su voz, sus derechos y, en definitiva, su existencia.
Hoy tras la fuerte emigración de los años 60, la comarca de Ciudad Rodrigo sigue la estela de la despoblación, aunque hay lecturas que apuntan a una cierta estabilización en su progresivo descenso poblacional. La agricultura y ganadería se han mantenido no sin las dificultades que se conocen e incluso se puede apreciar una mejora en las gentes que a ellas se dedican. La supresión de la Diócesis produciría unos efectos socio-económicos muy negativos en la comarca, máxime en unos momentos en que todas las fuerzas políticas y sociales se esfuerzan en construir un futuro positivo.
La frontera, la Raya que en tiempos pasados fue símbolo de ruptura y enfrentamiento, lo es ahora de unión y cooperación. Y la demarcación diocesana propia, con su patrimonio cultural, artístico y monumental, ha sido y es un puntal importante en la economía comarcal, ya que el turismo basado en la arquitectura y arte religioso contribuyen de forma importantísima en la atracción de visitantes y están implicando acciones desde las administraciones públicas en una evidente colaboración para mantener la riqueza vinculada a esas iniciativas. Hay que recordar lo que ha supuesto para la comunidad castellano y leonesa la organización y desarrollo del ciclo expositivo de Las Edades del Hombre, un antes y un después desde el punto de vista de promoción turística para las sedes que hasta ahora han acogido las distintas ediciones, caso de Ciudad Rodrigo.
La lejanía del obispo de la diócesis supondría un inevitable deterioro del patrimonio cultural y artístico-religioso, como ha ocurrido en otras ciudades, antiguas diócesis, con el consiguiente impacto negativo en el turismo y en la cultura.
Esta necesidad de seguir contando con una diócesis independiente, con obispo propio, exclusivo y residencial, como ha ocurrido hasta la fecha, ha sido reconocida por instituciones culturales, vecinales, religiosas y ciudadanos en general que han asumido como suya esta lucha por el mantenimiento del obispado civitatense desde hace muchos años, décadas e incluso centurias y que ahora, ante esta nueva incertidumbre, también han iniciado una movilización para preservar la diócesis de Ciudad Rodrigo.
Por todo ello, las Cortes de Castilla y León abogan por que Ciudad Rodrigo siga manteniendo su centenaria diócesis y, en consecuencia, siga contando con un obispo titular, exclusivo y residencial.
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