«El beato mantuvo una relación con España muy entrañable y muy frecuente -asegura-. Todo esto hizo que, en la causa de su proceso de canonización, que cerré yo misma aquí, en Madrid, hubiera muchos testigos españoles y madrileños, como el cardenal Rouco, Antonio Cartagena, Víctor Cortizo… Todos estarán presentes este jueves en la catedral, en el homenaje. Y, por eso, el, cardenal Cobo, en diálogo con el cardenal Bocos, sintió que tenía que hacer esta acción de gracias para dar a conocer la figura del beato a las nuevas generaciones, y pedir su intercesión».
Ayudar a los jóvenes a leer los signos de los tiempos
Para Laura Moreno, «Pironio fue un impulsor de las Jornadas Mundiales de la Juventud desde su inicio. De ahí su conexión con los jóvenes. Además, fue un pastor reconocido como testigo y profeta de la esperanza. El papa Francisco ha convocado el Jubileo del año 25 con el lema Alegres en la esperanza, que conecta con la espiritualidad y el estilo de pastor del beato, así como con su mensaje a los jóvenes a lo largo de todo su ministerio». «Pironio -añade- promovió la dimensión contemplativa y sinodal entre los jóvenes, con una espiritualidad capaz de arraigar en la vida. Y reconoció su protagonismo, generando un modo de ser y de hacer en la iglesia en clave muy sinodal».
Por eso, considera que «el cardenal Pironio puede ayudar a los jóvenes a leer los signos de los tiempos, a escuchar el Espíritu en la vida actual de los jóvenes. Que sean personas muy encarnadas en la vida y confiadas en el Espíritu. También promovió la dimensión vocacional, ser discípulos misioneros, y la de servicio. Y les ayudó a leer los signos de los tiempos: que cada uno se pregunte para quién y para qué vivo. Ser discípulos misioneros: él soñaba en la iglesia de la Pascua, una Iglesia que es comunión y misión». «El cardenal Pironio tenía una visión pastoral y muy pedagógica al impulsar las Jornadas Mundiales de la Juventud. Promovió los carismas en la iglesia y dio protagonismo a los jóvenes», afirma.
Mirada tierna de María
Beatificado el pasado 16 de diciembre en la basílica del santuario de Nuestra Señora de Luján, en su Argentina natal, Laura Moreno evoca el vínculo del ya beato con este lugar. «Un santuario mariano elegido para elevar a los altares a un sacerdote obispo cardenal de la Iglesia muy mariano, muy muy cercano a la Madre de Dios y precisamente a la vocación de Nuestra Señora de Lujá. Yo diría que la mirada de este hombre era precisamente la mirada tierna de María. Él se identificaba profundamente con la Virgen, y desde la Virgen nos enseñó, yo creo que a todos los que los lo conocimos y a todos los que ahora lo conocemos de otra manera».
«Leyendo sus escritos -apunta- y recibiendo sus testimonios, nos damos cuenta de que fue un hombre profundamente de Dios. Y por eso, como dice el papa Francisco, los hombres que transmiten la presencia de Dios son esos santos de la puerta de al lado». «Yo tuve la suerte de conocerlo -confirma-, de sentirlo, y como padre espiritual y amigo eclesial me enseñó muchas cosas en la iglesia. Yo creo que lo más importante que me legó fue amar a la Iglesia como misterio de comunión misionera, y reconocer que ese santo de la puerta de al lado hoy es beato».
"Se detenía cuando alguien le pedía algo"
De sus «miradas de encuentro con el cardenal Pironio», destaca una en «el santuario de Czestochowa, otro santuario mariano, en Polonia, en 1991. Era la Jornada Mundial de la Juventud, y yo tenía muchas inquietudes dentro de mí misma que no podía responder. Recuerdo que quien me acompañaba en aquel momento me dijo que hablara con el cardenal Pironio.
Imagínate yo, una joven, y él, un cardenal de la Iglesia que tenía toda la organización de la JMJ de aquel momento. Y resulta que dedicaba tiempo a salir y a hablar con esta jovencita que le quería sencillamente decir que no sabía qué hacer con su vida, porque tenía una inquietud. Yo creía que vocacional, pero no lo podía definir. La ternura de su mirada y sus palabras, además de su invitación a lanzarme… Yo no lo sabía, pero solo necesitaba el empujón de alguien que muchas veces me había hablado en este caso de la Institución Teresiana y, por tanto, lo que necesitaba era el riesgo. Y fue él, su mirada, precisamente la que me permitió lanzarme en aquel momento».
«Eso -continúa- me habla de un hombre de un corazón que se detenía el tiempo cuando alguien le pedía algo. Sobre todo si era un joven, o una joven, como en mi caso. Por eso se le propone también hoy como padre de la Jornada Mundial de la Juventud, junto con Juan Pablo II. El papa fue el inspirador, pero él fue el hacedor de las jornadas mundiales».
Jóvenes protagonistas
Evocando estos encuentros mundiales con jóvenes, dice que el primero tuvo lugar en Argentina el domingo de Ramos de 1987, «porque él conocía de primera mano la pastoral con jóvenes en Argentina». Un evento que, a su juicio, «marcó de alguna manera el estilo del cardenal Pironio. Un estilo en el que los jóvenes eran protagonistas, sin restar protagonismo al Santo Padre y, por supuesto, siempre la presencia del Señor». Además, fue contemporáneo de grandes santos. «En aquellas Jornadas Mundiales de la Juventud estaba la Madre Teresa de Calcuta, el hermano Roger… Es decir, figuras muy significativas de la Iglesia que nos enseñan y son nuestros intercesores». En alusión a la JMJ celebrada este verano pasado en Portugal, insiste en que «la Iglesia tuvo un rostro joven. Y creo que estamos viviendo gracias a estas figuras, como el cardenal Pironio o Juan Pablo II».
Laura Moreno confiesa que «he sido testigo de los frutos que las Jornadas Mundiales de la Juventud siguen dando». De ellas «han nacido dos santos, como san Juan Pablo II y ahora el beato Eduardo Pironio». Y concluye asegurando que «celebrar a un beato siempre es una alegría, porque es alguien que la Iglesia reconoce como bienaventurado, como alguien que refleja en su vida de manera especial el amor de Dios. El beato Eduardo Francisco Pironioes un contemporáneo, ya que muchas personas lo hemos conocido y somos testigos de su ser especial, de la luz que irradiaba, de la alegría con la que transmitía el Evangelio, del impulso pastoral y espiritual que nos llevaba a ser mejores personas y a vivir con más plenitud nuestra fe… Fue un pastor contemplativo con una mirada esperanzada y de fe sobre los acontecimientos de la vida y de la historia».