La religiosa norteamericana intervino en una nueva edición de la Tribuna Joan Carrera Maria Cimperman: “El futuro del camino sinodal dependerá de la creatividad del Espíritu”

Maria Cimperman
Maria Cimperman Flama

En el que ha sido su primer viaje a Cataluña, la religiosa norteamericana del Sagrado Corazón y facilitadora del Sínodo sobre la Sinodalidad, Maria Cimperman, protagonizó este pasado jueves la décima edición de la Tribuna Joan Carrera

Presentada como una persona “profundamente comprometida con la vida consagrada”, la profesora de la Unión Teológica Católica de Chicago incidió en los llamamientos, los retos y las oportunidades del proceso sinodal, que definió como “el momento más significativo de los últimos 60 años” en la vida de la Iglesia

"Tenemos que encontrar el método más adecuado para ser una mejor Iglesia de aprendizajes y una mejor Iglesia de enseñanzas"

(Flama).- En el que ha sido su primer viaje a Cataluña, la religiosa norteamericana del Sagrado Corazón y facilitadora del Sínodo sobre la Sinodalidad, Maria Cimperman, protagonizó este pasado jueves la décima edición de la Tribuna Joan Carrera. Presentada por la también religiosa y compañera de congregación, Margarita Bofarull, como una persona “profundamente comprometida con la vida consagrada”, la profesora de la Unión Teológica Católica de Chicago incidió en los llamamientos, los retos y las oportunidades del proceso sinodal, que definió como “el momento más significativo de los últimos 60 años” en la vida de la Iglesia.

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Se dice que, en el Concilio Vaticano II, muchos de los obispos de todo el mundo que participaron volvieron a casa convertidos. ¿Cree que esto se ha repetido en el Sínodo sobre la Sinodalidad? Y, dígame, ¿cree que este proceso vivido por personas como usted ha sido un tipo de concilio, también?

Considero que el Sínodo sobre la Sinodalidad es la continuación de los resultados finales que se desprendieron del Concilio Vaticano II, en el que básicamente tuvimos una declaración de lo que quería el pueblo de Dios. No obstante, el Sínodo no vuelve atrás, sino que amplifica el trabajo hecho previamente. En este sentido, la Iglesia se pregunta cuál es el llamamiento de la misión y, en paralelo, qué forma puede llegar a adoptar.

Pienso que todo este proceso que hemos vivido, que ahora se encuentra en un momento significativo, ha sido transformador, si bien es diferente si se compara con lo que pasó hace sesenta años con el Concilio Vaticano II, puesto que en aquella celebración solo participaron obispos y, en cambio, en esta lo ha hecho todo el pueblo de Dios. Un pueblo que es representado con los participantes que hemos formado parte, y que hemos estado, en general, encantados de poder vivir esta experiencia común.

Maria Cimperman en la Tribuna Joan Carrera
Maria Cimperman en la Tribuna Joan Carrera Flama

¿Cree que es complicado hacer entender a todo el mundo que la Iglesia tiene que caminar hacia una realidad caracterizada por tener “comunidades discernidoras”, tal como ha defendido textualmente usted en su intervención en la Tribuna Joan Carrera?

No creo que sea complicado. Este es un ejercicio que consiste en adentrarse en las comunidades parroquiales para observar y comprender los temas que afectan a su gente. Esto ya será un primer proceso de discernimiento comunal; una verdadera conversación con el Espíritu. Una vez experimentado este proceso, lo que habrá que continuar haciendo es ponerlo en práctica regularmente; si se practica, se aprende el método. Por eso, considero que, en un primer estadio, hay que tener claras las reflexiones que se quieren aportar individualmente; en un segundo, se tiene que escuchar y notar como algún aspecto se remueve interiormente; y, en un tercero, se puede ser consciente de los puntos importantes que se han abordado, es decir, los que más han impactado.

¿Considera que cuestiones como el sacerdocio o el diaconato femenino, o bien el celibato opcional, podrán ser desencalladas en un futuro más fácilmente si son tratadas sinodalmente?

Cuando nos pusimos a trabajar todos los diez grupos de trabajo que participamos en el Sínodo pudimos comprobar que, más allá de las preguntas que recaían sobre estos temas que comenta, existían muchos tópicos para tratar. Y, como se puede comprender, esto es difícil de poder tratar en tan poco tiempo como el que duraron las dos asambleas sinodales. Por eso, pienso que lo más interesante es el proceso a partir del cual, sinodalmente, se llega a obtener unas respuestas a las preguntas hechas sobre estas cuestiones, más allá de las mismas respuestas.

Durante los próximos tres años, en el marco de este plan trienal que dará continuidad al Sínodo, la cuestión principal será formular estas preguntas con libertad sin tener una urgencia en responderlas; lo importante, en este sentido, es el método o el proceso que nos permite escuchar e ir hablando sobre estos temas entre todos juntos.

Maria Cimperman en una sesión del Sínodo de la Sinodalidad
Maria Cimperman en una sesión del Sínodo de la Sinodalidad

A pesar de no haber una urgencia, en estos tres años también será importante tener alguna sugerencia o el resultado de un trabajo hecho, ¿no cree?

Así es. No habrá una urgencia, pero sí que, como dice, en un determinado momento habrá que tener una sugerencia y un trabajo hecho sobre los temas que estamos trabajando. Por lo tanto, creo que lo más importante es trabajar sobre tres grandes ejes: la fiscalidad, la transparencia y la evaluación. Estos tres parámetros tienen que ser aplicables en todos los niveles de la Iglesia, desde los más bajos hasta los que se encuentran en la parte más alta. Detrás de todo, la motivación principal es siempre la de servir a la gente y servir a la Iglesia.

¿El Sínodo sobrevivirá, en caso de que no haya podido poner su punto final durante el pontificado del papa Francisco? De hecho, el arzobispo de Barcelona, el cardenal Juan José Omella, reconocía hace pocos días que hay quién espera ver morir al Papa para ver morir, también, la implantación del Sínodo.

Esto me hace recordar que el Concilio Vaticano II continuó a pesar de que el papa Juan XXIII no lo pudiera ver y, en este caso, se tiene que comprender que, a pesar de que el papa Francisco quiera formar parte del Sínodo hasta el final, es el Espíritu quién lo mueve y lo encamina, así como quien nos alienta a hacerlo continuar.

Francisco es un Papa que tiene muy claro que el proceso se tiene que hacer entre todos, sin observarlo como un proceso hecho por él solo

El Papa ha demostrado un compromiso muy grande por este Sínodo, ¿verdad?

Sí, y esto se ha podido observar hace pocos días, firmando y promoviendo documentos a pesar de estar hospitalizado. Es un Papa que tiene muy claro que el proceso se tiene que hacer entre todos, sin observarlo como un proceso hecho por él solo.

¿En qué se diferenciarán las dos sesiones de la Asamblea Sinodal que se han vivido entre los años 2023 y 2024 y la Asamblea de la Iglesia que se espera para el 2028?

Esta pregunta fue formulada la semana pasada en una entrevista al cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo. Realmente, la respuesta no se sabe; dependerá de la creatividad del Espíritu. Lo más importante es ir trabajando e ir viendo cuáles son las nuevas ideas y oportunidades que surgirán en el camino sinodal. De hecho, el proceso que hemos abierto nos ha permitido observar un cambio entre las dos sesiones, puesto que todos y todas llegamos a la segunda sesión con una formación importante. Por eso, tenemos que encontrar el método más adecuado para ser una mejor Iglesia de aprendizajes y una mejor Iglesia de enseñanzas.

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