La ciudad de Santiago de Compostela está acogiendo, desde ayer, domingo, y hasta este martes, el 25º Encuentro del Grupo de Diálogo Intercultural y Religioso del Partido Popular Europeo. Se reúnen en la ciudad gallega líderes religiosos, cristianos, musulmanes y judíos para reflexionar sobre el papel de las religiones en el actual contexto sociopolítico.
El evento comenzó este domingo con la bienvenida de la vicepresidenta del Grupo, Dolors Montserrat, y esta mañana ha tenido lugar la intervención de Francisco José Prieto, arzobispo de Santiago de Compostela.
‘Diálogo, cultura y religión’. Estos han sido los tres pilares del discurso del arzobispo de Santiago que ha subrayado que “las religiones han contribuido al progreso de la cultura y a la edificación de una sociedad más humana”: “La religión se incultura y la cultura se hace terreno fértil para una humanidad más rica y que esté a la altura de su específica e íntima vocación de apertura a los demás y a Dios”.
“La religión se ofrece en general como respuesta de sentido a las preguntas fundamental del hombre y la mujer […] esta exigencia pone necesariamente a las religiones no solo en diálogo entre sí, sino también con las distintas formas de interpretación atea o no religiosa de la persona humana y de la historia, que han de confrontarse con las mismas preguntas sobre el sentido”, ha afirmado Prieto.
El arzobispo ha advertido que el avance del “proceso de secularización en la sociedad occidental” podría producir “una fuerte marginación de la experiencia religiosa”: “Se asiste hoy a un tácito descarte de la cuestión antropológica, o sea, de la cuestión relativa a la plena dignidad y al destino del ser humano. Se abre paso así la pretensión de arrancar totalmente de la cultura cualquier expresión religiosa. Con ello, se pierde la conciencia del valor precioso de la dimensión religiosa en orden a un fructífero e incitante diálogo intercultural”.
En todo caso, la religión representa “un decisivo aporte a la construcción de la comunidad social, en el respeto del bien común y en la búsqueda de la promoción de todo ser humano. Quienes detentan el poder político están, por tanto, llamados a un efectivo discernimiento de las posibilidades de liberación y de inclusión universal que toda cultura y toda religión manifiestan y realizan. Un criterio importante para esa valoración resulta ser la efectiva capacidad que estas poseen para valorar todo el hombre y todos los hombres”.
Además, Francisco Prieto ha subrayado que la globalización ha “aumentado la interdependencia de los pueblos, con sus diferentes tradiciones y religiones. A este respecto, no falta quien afirma que las diferencias son necesariamente causa de división y, por tanto, al máximo, pueden ser toleradas; mientras que otros llegan a sostener que las religiones, simplemente, deben ser reducidas al silencio”.
A este respecto, según el arzobispo de Santiago, “la Iglesia católica siente cómo va siendo cada vez siendo cada vez más importante la necesidad de un diálogo que, a partir de la conciencia de la identidad de la propia fe, pueda ayudar a las personas a entrar en contacto con las otras religiones”.
Y ha continuado: “El motivo del diálogo con personas y comunidades de otras religiones radica en el hecho de que todos somos criaturas de Dios, que actúa en toda persona humana, que, a través de la razón, percibe el misterio de Dios y reconoce los valores universales”.
Las modalidades del diálogo entre los creyentes pueden ser varias y diversas: hay un “diálogo de la vida, de las obras, teológico y de la experiencia religiosa”. Un diálogo que, para el arzobispo de Santiago, “no es un acuerdo, sino un espacio para el testimonio recíproco entre creyentes que pertenecen a religiones distintas, para conocer más y mejor la religión del otro y los comportamientos éticos que esta conlleva”.
Francisco Prieto también ha abordado el tema de la educación religiosa en los colegios e institutos: “Todos los niños y los jóvenes, deben tener la misma posibilidad de acceder al conocimiento de la religión propia y de los elementos que caracterizan a las otras religiones. El conocimiento de otros modos de pensar y de creer disipa los miedos y enriquece a todos con los modos de pensar del otro y con sus tradiciones espirituales”.
En su opinión, “cuanto más rico es el conocimiento, más capacitado está uno para realizar ese diálogo y para convivir con quien profesa otras religiones. Las diferentes religiones, en el contexto de un diálogo abierto entre las culturas, pueden y deben aportar una riqueza decisiva para la formación de la conciencia acerca de los valores comunes”.
Al final de su discurso, el prelado gallego ha remarcado que este diálogo interreligioso tiene también el objetivo de eliminar tensiones, conflictos y posibles choques: “Podrá contribuir a purificar las culturas de todos los elementos deshumanizadores, para, de este modo, ser agente de transformación. Podrá también ayudar a promover los valores culturales tradicionales”.