Las monjas serían trasladadas a otros conventos y el carmelo pasaría a manos de frailes carmelitas Quieren cerrar el carmelo de Santiago, fundado por la célebre ‘monxa do Penedo’ en 1758

"Como un ladrón en la noche". De repente y en secreto los carmelitas quieren cambiar radicalmente el rumbo del Carmelo de Santiago, fundado por María Antonia de Jesús en 1758 . Las monjas que hoy lo habitan van a ser repartidas en otro u otros conventos de la orden, y en el cenobio compostelano se van a instalar carmelitas varones procedentes de Latinoamérica, en concreto de Colombia.

Todo el proceso está siendo realizado en el más absoluto secreto para el público, tanto civil como eclesiástico, con total opacidad, sin comunicar ni las causas ni las consecuencias de tal decisión y sin establecer el más mínimo diálogo al respecto. En época de Francisco y en una Iglesia que quiere ser sinodal.

Un silencio incomprensible para los fieles católicos y para toda la ciudad de Santiago, que se topa, una vez más, con una decisión histórica respecto a la cual no sólo no fueron consultados, sino que se les ocultó con premeditación y deliberadamente.

Las pocas personas que, en Compostela, conocen la noticia se hacen cruces, piden a la Orden que revise su decisión y solicitan al nuevo arzobispo, monseñor Prieto, que intervenga lo más pronto posible e intente poner freno a la decisión de los Carmelitas, con todos los medios a su alcance.

Porque, como señalan los consultados por RD, el caso afecta a toda la Iglesia gallega, que no puede permanecer indiferente ni mantenerse al margen de esta histórica decisión. El convento es uno de los símbolos más preciados de la ciudad y de la Iglesia compostelana, que hunde sus raíces en el siglo XVIII.

 María Antonia de Jesús, a ‘monxiña do Penedo’ (1700-1760)

Nacida en el lugar de ‘O Penedo’ (Cuntis), vive en la ciudad de Baiona, donde contrae matrimonio con Juan Antonio Valverde, con el que tiene una hija y un hijo. El marido le pide permiso para emigrar al sur de España, con el fin de mejorar su situación económica.

Al quedarse sola con sus dos hijos, María Antonia dedica su vida a la oración y al camino de la mística, de tal forma que llega a escuchar la voz del Crucificado que le dice: “Apártate de la ocasión en que me puedes ofender y sígueme”.

Obtuvo permiso para separarse canónicamente de su marido y hacerse carmelita. Él también se hace monje. La hija acaba también de religiosa y el hijo, de sacerdote y misionero.

Analfabeta hasta los veinticinco años, aprendió a leer sola. Desde pequeña, fue una niña especial, muy religiosa. Decidió desde muy pronto hacerse carmelita y fundar un carmelo en Santiago.

En 1730, en un crudo invierno, sin ropa y sin dinero, atraviesa Portugal y va a Sevilla, para obtener el permiso de hacerse monja. Un viaje narrado con una gracia espontánea y una viveza que, a pesar de ser una desconocida y estar en un desamparo extremo, dejó un reguero de simpatías e incluso invitaciones a fundar monasterios en distintos lugares del camino.

Su vida podría ser objeto de una serie de televisión de hondo calado para algún director o directora con la sensibilidad adecuada. Desde Sevilla se dirige a Madrid, para solicitar la autorización de la Reina y de los Carmelitas, para poder fundar un convento en Galicia.

Obtenida la autorización, viene a Santiago a fundarlo, con algunas compañeras. Las dificultades de salud son muy graves, en su estancia en Compostela tiene que enfrentarse a las inclemencias del invierno y, sobre todo, a una oposición inhumanamente cruel del entonces arzobispo, que la calumnia y maltrata en medio de sus achaques, hasta el punto de poner en peligro su vida.

Tuvo que regresar a Madrid en 1732, donde reanudó sus contactos y aumentó su prestigio. A pesar de que no revelaba sus experiencias místicas más que a su confesor, la fama de santidad de la madre María Antonia de Jesús llevó a la reina doña Bárbara de Braganza a visitarla en el monasterio de Santa Ana de Madrid, y a centenares de personas a ir a conversar con ella en el torno del convento de carmelitas descalzas de Santiago de Compostela hasta su fallecimiento en 1760.

 Fue admitida en el Carmelo de Madrid, en contra su voluntad, porque nunca renunció a volver a Santiago, y pronto fue nombrada priora y maestra de novicias. Pero su vocación irrevocable era fundar un Carmelo en Santiago.

Con la ayuda de algunos protectores, que la admiraban, y apoyada por los carmelitas, regresó a Santiago en 1748. A pesar de las dificultades económicas y de una dura oposición, consiguió fundar el Carmelo de Santiago, donde se estableció en 1758. Siempre con una salud delicada y una entrega austera y total, fue nombrada Priora y, en su carmelo, murió en 1760. Se introduce su causa de beatificación y canonización y el Papa Francisco la declara 'venerable' en 2018.

Por mandato de sus confesores, escribe su ‘Autobiografía’ (de mil doscientas páginas, publicada por Monte Carmelo, 2021). Un monumento de prosa viva y espontánea al que se añade, también por mandato del confesor, su ‘Edificio Espiritual’, que sin alcanzar a Teresa de Jesús y a Juan de la Cruz, no desmerece de ninguno de los dos.

 De hecho, el que fuera obispo auxiliar de Madrid, Eugenio Romero Pose llegó a decir de ella: "Pienso que estamos ante un ejemplo singular en la historia religiosa del siglo XVIII que tiene mucho que aportar al presente. Que la frescura de su mensaje hace que sea un modelo a imitar. Me atrevo a decir, desde un juicio humano, que en la historia cristiana hispánica es una mujer parangonable, por su vivencia cristiana, a Egeria y a Santa Teresa".

El Carmelo ha tenido siempre una presencia discreta en Santiago, marcado por la gloria de ser la primera fundación en Galicia y por contar con la vida y los escritos, ambos extraordinarios, de la Fundadora.

Aunque no se conoce exactamente el número de carmelitas que viven hoy en el carmelo de Compostela, hace unos años la cifra ascendía a 20 monjas, cuando muchos de los conventos de la orden en España apenas superan las 8 monjas exigidas para poder seguir manteniendo abierto un convento.