El bufete de abogados de las monjas podría estar especializado en la compra venta de material artístico y religioso Temor en Belorado ante la posibilidad de que las clarisas cismáticas comiencen a vender obras de arte del monasterio
“Si no pueden vender los conventos, venderán los cuadros, o los cálices… o el retablo barroco de Belorado", apuntan algunas fuentes, que temen que a partir del 29 de mayo la abadesa, ya en rebeldía oficial en Roma, pueda comenzar a poner a la venta algunos enseres de los conventos
Solo en Belorado, por ejemplo, hay varios retablos barrocos del siglo xvii, mientras en el coro está la imagen de Nuestra Señora de Bretonera, así como un órgano de 1799. El material litúrgico (libros, ambones, cálices, patenas, albas, etc…) es incalculable
“Si no pueden vender los conventos, venderán los cuadros, o los cálices… o el retablo barroco de Belorado”. El temor se ha instalado en amplios sectores de Burgos, de las clarisas y de la misma Conferencia Episcopal, ante la posibilidad de que, una vez consumado el cisma, las monjas ‘díscolas’ de Belorado y su nuevo ‘Papa’, el obispo excomulgado De Rojas, pretenda poner a la venta algunos de los objetos de valor presentes en los conventos de Belorado, Orduña o Derio.
Las alarmas saltaron a finales de la semana pasada, cuando algunos medios recibieron un comunicado del supuesto bufete de las clarisas cismáticas, en el que amenazaban con denunciar al alcalde de Belorado y a varios medios de comunicación por su cobertura del caso.
Fuentes consultadas por RD aseguran que el despacho de abogados, supuestamente radicado en Tarancón (Cuenca), y que hasta la fecha no da señal en ninguna de las líneas telefónicas que aparecen en la red, podría ser una franquicia que, entre otros asuntos, estaría especializada en la compra venta de material artístico y religioso. Algo que ha provocado una gran preocupación en ambientes eclesiásticos.
Tal y como apuntaba este fin de semana el diario ABC, los tres monasterios están valorados en unos diez millones de euros (Derio, unos 2,99 millones; Belorado, unos 4 millones; y Orduña, 3,27 millones). Así las cosas, y con la ley en la mano, las monjas podrían intentar vender los edificios, aunque los expertos dudan que ningún notario pueda dar fe de una escritura de compra con el escándalo actual. Así, aunque en el Registro de Entidades Religiosas la responsable legal de los monasterios de Belorado y Derio sea Laura G. de V. S. -nombre civil de la abadesa- , y tiene autorización como representante en los campos de Orduña y la hospedería, lo cierto es que sería muy difícil justificar la propiedad en tanto en cuanto las religiosas se consideran fuera de la Iglesia y, por tanto, dicho registro eclesial ya no sería válido.
Además, en el caso de ventas superiores al millón y medio de euros, la Santa Sede tiene que otorgar, vía el obispo del lugar, un ‘visto bueno’, que en su día no se produjo para la compra-venta de Derio y Orduña.
¿Qué puede ocurrir? Que lo que sí quede fuera de control sean otras operaciones, que por su menor montante no requieran la presencia de un notario, como la venta de material litúrgico o bienes artísticos. Solo en Belorado, por ejemplo, hay varios retablos barrocos del siglo xvii, mientras en el coro está la imagen de Nuestra Señora de Bretonera, así como un órgano de 1799. El material litúrgico (libros, ambones, cálices, patenas, albas, etc…) es incalculable.
“Nos tememos cualquier cosa”, apuntan fuentes del Arzobispado, mientras insisten en que, tres semanas después del escándalo, aún no han podido contactar con la madre abadesa ni con las hermanas, y que ven cómo se aproxima una fecha marcada en rojo: este miércoles, 29 de mayo, vencía el plazo para que la abadesa, que oficialmente todavía es reconocida como tal por la Iglesia (que no ha activado la preceptiva excomunión, ni el cese de la religiosa) deje el mando en Belorado. Mientras, las religiosas que continúan celebrando misas prohibidas expresamente por el Vaticano (al estar presididas por un obispo excomulgado), y que este fin de semana emitieron otro comunicado en el que situaban el inicio del proceso que ha concluido en cisma en la pandemia. En concreto, las religiosas sostienen que el Covid 19 “supuso un momento de preguntas, choques y contradicciones” cuando, en el mes de marzo, se decretaron “medidas excepcionales en todo el mundo guiadas por los organismos internacionales”.
“Medidas extremas, pero que en el caso de España nunca llegaron a prohibir la asistencia a los sacramentos. No obstante, ante los supuestos graves peligros para la salud, surgió de la Conferencia Episcopal la prohibición de asistir a los templos y la de asistir a los enfermos en sus domicilios”, apuntan.
Añaden que fue “verdaderamente doloroso escuchar a los supuestos pastores explicar que los sacramentos no eran necesarios” y que “cuando pasase el peligro ya se podría hacer”.
“Ante nuestros ojos, la iglesia dejaba de hacer lo que siempre había hecho: abandonaba el cuidado de la vida eterna, por el supuesto cuidado de la vida temporal”, añaden en su escrito y añaden que el propio Bergoglio “nos mostró cómo la imagen que en anteriores pandemias había sido sacada en procesión, quedaba inmóvil en el Vaticano”.
Ante estos hechos, y “las hermanas no podíamos más que preguntarnos qué estaba pasando tanto dentro como fuera de la iglesia, y sobre todo fuera de ella”, añaden.
“Preguntas, investigación, estudio, oración… Poco a poco, algunas de esas preguntas fueron obteniendo respuestas…”, insisten, en la organización dirigida por el falso obispo De Rojas, la Pía Unión, que considera “usurpadores” a todos los papas posteriores a Pío XII, que rechaza el Concilio Vaticano II y que se guía por los ritos de la Iglesia preconciliar, y los primeros estatutos del Opus Dei. Un prelado que parece estar detrás de la trama inmobiliaria y patrimonial que se esconde detrás del primer cisma de monjas españolas de la historia de la Iglesia.