El arzobispo había anunciado su renuncia por "motivos de salud" El Vaticano forzó a Ureña a dimitir tras conocerse que pagó 100.000 euros a un diácono que no fue ordenado
El pasado día 12 de noviembre, Manuel Ureña anunció, por sorpresa, su renuncia como arzobispo de Zaragoza, aduciendo "motivos de salud". Sin embargo, tal y como desvela en su edición de hoy el Heraldo de Aragón, habría sido la Santa Sede la que forzó la dimisión del prelado tras conocer que Ureña decidió personalmente pagar más de 100.000 euros a un joven diácono para no ser ordenado sacerdote. ¿Cuál fue la verdadera razón del cese-renuncia?
Según estas informaciones, Ureña decidió pagar más de 100.000 euros a un joven diácono que ejercía en la localidad zaragozana de Épila y que el propio arzobispo había determinado que no iba a ser ordenado sacerdote.
El abono de esa abultada cantidad de dinero, según las explicaciones que habría dado Ureña tras destaparse el caso, correspondían a una supuesta indemnización para que el joven pudiera reenfocar su trayectoria profesional como seglar.
Sin embargo, Heraldo indica -citando fuentes eclesiásticas- que si bien es cierto que este tipo de indemnizaciones suelen producirse en casos similares, ni el importe ni la forma son las que adoptó personalmente Ureña. Entre otras cosas, porque ese tipo de decisiones financieras le corresponden al económico de la Diócesis o Archidiócesis correspondiente, algo que no habría ocurrido en esta ocasión.
El abono total habría ascendido a 105.000 euros, de los que 45.000 fueron a para a Hacienda y el joven recibió así, libres de impuestos, 60.000 euros. Además, en estas informaciones se apunta a que adicionalmente Manuel Ureña habría complementado esas cantidades con otro pago extra de 15.000 euros abonado de su bolsillo al joven.
Este pago fue formalizado el 6 de noviembre por un acuerdo entre las partes y, tras tener conocimiento de él otros miembros del Arzobispado de Zaragoza, lo comunicaron al Vaticano, que se dirigió de inmediato a Ureña para que diera explicaciones. Los argumentos no convencieron a la Santa Sede, que le conminaron a abandonar inmediatamente el puesto de arzobispo.
Durante su intervención ante el Colegio de Consultores, Ureña corroboró también que recibió una llamada de la Santa Sede en la que decía estar al tanto de lo ocurrido y en la que le exigía que abandonara sus responsabilidades.
(RD/Agencias)