Este lunes será enterrado en la parroquia de su pueblo, tras las exequias en la catedral de Valencia Vicente Juan mandó salvar la memoria histórica del Santo Cáliz en sus peripecias durante la Guerra de la Independencia

Monseñor Segura, obispo emérito de Ibiza
Monseñor Segura, obispo emérito de Ibiza Agencias

Segura encargó durante su mandato como obispo de Ibiza la transcripción y edición de un manuscrito de 350 páginas redactado por el sacerdote Pedro Vicente Calbo, donde contaba las peripecias sufridas por los tesoros de la catedral de Valencia y sus reliquias, entre las que se encontraba el Santo Cáliz durante la Guerra de la Independencia

El fallecido Vicente Juan Segura –que será enterrado el lunes tarde en la iglesia parroquial san Pedro Apóstol de su pueblo natal, Tabernes de Valldigna, después de las exequias del lunes a mediodía en la catedral de Valencia- encargó durante su mandato como obispo de Ibiza la transcripción y edición de un manuscrito de 350 páginas redactado por el sacerdote Pedro Vicente Calbo, donde contaba las peripecias sufridas por los tesoros de la catedral de Valencia y sus reliquias, entre las que se encontraba el Santo Cáliz durante la Guerra de la Independencia.

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Conocida la existencia de dicho libro, el prelado encargó a una profesora ibicenca, Joana María Ferrer Ferrer, que hiciera la transcripción y cuidara de la edición de dicho libro, a fin de salvar la memoria histórica de los sucesos que afectaron a dichas reliquias. Entre los objetos artísticos de valor se encontraba también la venerada e histórica imagen del Cristo del Grao, de la iglesia de santa María del Mar.

Dichos tesoros viajaron a Alicante y a las islas Baleares huyendo de un posible robo y saqueo por las tropas francesas, que desvalijaron todos los tesoros de valor y artísticos de iglesias y conventos para financiar la guerra que sostenían contra los españoles con la intención de conquistar España.

Una caja pequeña

En 1809, decidieron llevar 61 cajas a Alicante. Dentro de un cajón inmenso metieron, por ejemplo, el retablo de plata de la catedral. En otro, la valiosísima custodia de la procesión de Corpus, del orfebre  Castelnou, del siglo XIV, también de plata. Y en una caja más pequeña, el Santo Cáliz.

Santo Cáliz. Valencia.
Santo Cáliz. Valencia.

Después, de casi un año de estar en Alicante, las cajas regresaron a Valencia. Como el peligro persistía, fueron embarcadas en 1810 destino a Ibiza, vía Denia, en tres barcos, pero sólo uno llegó a destino, el que llevaba el cargamento más valioso, que fue escondido en una casa de Ibiza.

En 1813, lo que quedó y regresó a Valencia fue el Santo Cáliz y la imagen del Cristo del Grao. Todo lo que era de plata y oro desapareció, fue fundido por orden del gobierno para conseguir dinero para gastos de la guerra, a excepción de la custodia de Corpus, de la que Sanchis Sivera comentó que, estando el tesoro en Palma de Mallorca, a donde también fue llevado, fue embarcada hacia Londres, donde debe encontrarse, tal vez adquirida por algún comerciante inglés.

Sobre esta historia también ha investigado y publicado el abogadobenidormí César Evangelio en un libro titulado “Salvamentos del Santo Cáliz en la Guerra de la Independencia. Valencia-Alicante 1809-1810”. El autor reivindica especialmente el papel heroico del sacerdote Pedro Vicente Calbo, que logró salvarlo llevándolo a veces encima él mismo.

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