Apoyado en una miríada de asociaciones importadas, impuso 'su' doctrina y 'su' camino La 'herencia envenenada' de monseñor Munilla en San Sebastián
"Tras la liberación que supuso su marcha a Orihuela-Alicante hace cuatro meses, nos llueven las cartas, las quejas y los informes sobre sus andanzas dosnostiarras"
"En una especie de catarsis colectiva, curas, fraicles, monjas y laicos nos muestran sus heridas, para sanear su memoria tantos años asfixiada y airear tanto dolor acumulado, como única terapia colectiva de sanación y reparación"
"Munilla actuó en San Sebastián más como el fundador de un movimiento que como un pastor"
"Para meter a la diócesis en cintura y apuntalar su pontificado de hierro, teledirigido hacia la 'sana doctrina', monseñor Munilla se rodeó de toda una galaxia de agentes de su propia escuela y heraldos aguerridos de su ideología rigorista"
"Munilla actuó en San Sebastián más como el fundador de un movimiento que como un pastor"
"Para meter a la diócesis en cintura y apuntalar su pontificado de hierro, teledirigido hacia la 'sana doctrina', monseñor Munilla se rodeó de toda una galaxia de agentes de su propia escuela y heraldos aguerridos de su ideología rigorista"
Es evidente que, incluso hoy en día, en la época de la sinodalidad del Papa Francisco, un obispo, si quiere, puede seguir siendo un auténtico amo y señor de su diócesis. El caso de José Ignacio Munilla, titular de San Sebastián durante 12 años, lo demuestra de una forma acabada y dolorosa. Por eso, tras la liberación que supuso su marcha a Orihuela-Alicante hace cuatro meses, nos llueven las cartas, las quejas y los informes sobre sus andanzas dosnostiarras, donde quiso imponer 'su' doctrina y 'su' camino, como el único válido para ser creyente.
En una especie de catarsis colectiva, curas, fraicles, monjas y laicos nos muestran sus heridas, para sanear su memoria tantos años asfixiada y airear tanto dolor acumulado, como única terapia colectiva de sanación y reparación. Lo necesitan para seguir proclamándose creyentes, aunque todos lo hacen con tristeza por “tener que hurgar en la todavía abierta herida de la diócesis” y con cierta dosis de miedo. Pero sabedores de que lo que están viviendo en el presente y lo que van a vivir en el próximo futuro hunde sus raíces en la etapa del Munilla-Atila para todo lo que sonase a las épocas de sus sucesores (Setién y Uriarte) y del Munilla-señor, que dejó su 'siembra' esparcida por toda la diócesis.
Es significativo que todos nuestros informantes (más de une veintena, que se comunican en nombre y representación de otros muchos) aseguren que el prelado donostiarra siempre se creyó la piedra angular de la diocesis y, en base a eso, se erigió en el criterio único y exclusivo de la vida de la comunidad. Es decir, Munilla actuó en San Sebastián más como el fundador de un movimiento que como un pastor.
De tal forma que identificó la diócesis con el 'Grupo Loyola', que fundó hace décadas, cuando era párroco de Zumárraga y actuaba pastoralmente al margen o en contra de las directrices diocesanas. Un grupo que giraba absolutamente en torno a la palabra y la voluntad de José Ignacio, un espacio de adoctrinamiento hermético donde, supuestamente, se proporcionaba la verdad de la fe católica. Allí surgieron algunas vocaciones tanto femeninas como masculinas, inducidas por el ambiente inusitado que generaba su impetuosa personalidad.
Un grupo de sacerdotes, que firman una carta conjunta y nos piden anonimato, definen así la situación:
“Munilla nunca ha sabido lo que es una diócesis. Le fallaba el concepto. Se le ha visto ejerciendo una especie de episcopado universal, al modo del sucesor de Pedro, pronunciando conferencias y presidiendo encuentros en numerosas diócesis de España y de otros lares. Moviéndose como si todo perteneciera a su jurisdicción canónica, como si nada quedara al margen de su magisterio y ministerio episcopal. El anillo episcopal no representaba sus nupcias con la Iglesia de San Sebastián, sino que era un signo de su dignidad personal que mostraba, con una artificiosa humildad, por donde fuere”.
Con esta teología del episcopado por bandera, los curas bajan a lo concreto de su ministerio en la diócesis donostiara: “Entre nosotros entró como quien da continuidad a la reconquista y exige las llaves de la ciudad, como Isabel la Católica hiciera en Granada con el moro. Y, siguiendo su programa de reconquista ha ido creando toda una estructura, en paralelo con el organigrama propio de una diócesis y, por supuesto, integrando a sus adeptos en ese organigrama diocesano. Así, el 'mal' (término con el que se refería a la situación diocesana) podría ser sometido desde dos flancos: desde los organismos internos de la misma diócesis y desde aquellas otras realidades que, girando en torno a su persona, actuaran en distintos escenarios de la heterogénea realidad diocesana”.
Un plan perfectamente diseñado, para convertir a una diócesis, víctima del 'mal', y reconducirla al redil de la recta doctrina. Y, para eso contó con cómplices de su misma ideología, que se sumaron a la 'cruzada' con armas y bagajes, y con algunos colaboracionistas necesarios. A unos y otros señalan, en concreto, las diversas comunicaciones recibidas.
Cómplices y colaboradores necesarios
Esteban Munilla, hermano sacerdote del obispo y factotum mediático
Por el momento continúa en la diócesis. No se sabe por cuanto tiempo. Mientras siga en San Sebastián, su objetiuvo es claro: Debe preservar lo edificado en torno a la persona de su hermano, ha de velar para que la unidad de los adeptos no se desquebraje, y seguir haciendo presente el espíritu de Munilla entre ellos, para que no se dejen llevar por el temor.
Este grupo de fieles a ultranza, abanderados por Esteban Munilla, conformaron el núcleo o el corazón de la diócesis, desde que, hace 12 años con la toma de posesión de Munilla, abandonaran las catacumbas, para hacerse con las riendas de la Iglesia diocesana.
Ahora, temen volver a ser irrelevantes y marginales, desplazados por lo que ellos llaman una 'Iglesia nacionalista vasca', que más que una Iglesia es una ideología, mientras el nacionalismo españolista ha de ser considerado como una virtud moral con arraigo en el mismísimo evangelio.
En cualquier caso y siguiendo esa dinámica, los cercanos a Munilla cometieron los mismos abusos que, supuestamente, sufrieron, arrinconando, marginando y despreciando a quienes no comulgaban con ellos y sus ideas. Tras la marcha de su hermano, Esteban Munilla pretende mantener intacto todo este entramado ideológico implantado en la diócesis con todo tipo de medios y de presiones.
Pero el número de fieles que acudían los domingos y fiestas a la misa del Obispo se va reduciendo paulatinamente. La asamblea ya no es tan compacta. Falta el aglutinador. Los diversos grupos y movimientos vuelven a sus 'cuarteles', es decir a las iglesias y centros de culto en los que han celebrado su fe hasta la llegada de Munilla. Falta el pastor y las ovejas se disgregan.
Evitar su desaparición total es la principal labor de Esteban Munilla. Al mismo tiempo y mientras pueda, el hermanísimo debe cuidar también que la televisión de Munilla mantenga intacta su línea editorial y su programación.
Se trata de 'Telemunilla', como la motejó un periodista local, porque no tenía otra finalidad que la de transmitir y emitir las conferencias, charlas, cursos, conferencias, seminarios, intervenciones y liturgias…de Munilla y de sus adláteres. Una televisión al servicio de una persona.
Curas y fieles (en concreto uno de los grupos de laicos que nos escriben) dicen desconocer cuánto costó la adquisición de la televisión a Vocento o a cuánto asciende su mantenimiento. Esteban y los suyos aseguran que se mantiene con donativos y voluntariado. Pero la gente se pregunta: “Si Vocento no podía sostenerla, ¿lo va a poder hacer una pobre diócesis?"
Equipo de gobierno
Para los denunciantes, “resulta sorprendente que el equipo de gobierno ni se cuestione los contenidos de esta televisión, ni se plantee la posibilidad de que sea sometida a un proceso de inculturación, para que deje de estar tan alejada de la realidad de esta diócesis, de los pueblos y las personas que la componen, al menos de un gran sector”. Otros se plantean preguntas de calado pastoral: ¿Es verdaderamente un medio de evangelización o, más bien, de adoctrinamiento? ¿Se ha realizado algún estudio serio sobre la audiencia que tiene?
Y eso que el equipo de gobierno estaba constituido mayoritariamente por miembros del presbiterio previo a la toma de posesión de Munilla. Algunos de ellos, como Unai Manterola y Xabier Andonegui, se destacaron en su momento por manifestar abierta y públicamente su desaprobación y repulsa ante su nombramiento. Manterola lo hizo incluso en un programa de la televisión autonómica.
Munilla mostró habilidad y astucia en la composición del equipo de gobierno, pues no eligió para ello a sus adeptos. Más aún, con el tiempo, logró que los que antes iban de adverarios dieran un giro de 180 grados y se convirtieran en sus más acérrimos defensores y fieles servidores.
A cambio, todos ellos tienen el privilegio de ser responsables de una parroquia en la capital. Incluso Manterola, que continúa siendo párroco en la localidad costera de Orio, tiene una parroquia asignada en San Sebastián. Es decir, por cambiasr de chaqueta recibieron algo mucho más atractivo, seductor e incluso codiciado que sus nombramientos privilegiados: el poder sobre los demás, la autoridad o capacidad para decidir sobre la vida y los destinos de los demás presbíteros y también de los laicos contratados. Ése fue, según nuestros comunicantes, el excepcional y sublime obsequio recibido de manos de Munilla, que fue transformando a los miembros del Gobierno diocesano.
Por su parte, el vicario general, Juan Mari Olaetxea, ha perdido la confianza de no pocos sacerdotes pertenecientes al presbiterio previo a la llegada de Munilla y no ha logrado ganarse la de los que se han ido incorporando a lo largo de su pontificado. Quizás, porque los instrumentos que, tanto Munilla como su vicario, han utilizado habitualmente en todos los ámbitos de la vida diocesana (y particularmente en lo referente a los nombramientos de los presbíteros), no se han caracterizado por su sinceridad, caridad y honestidad, sino por la pura arbitrariedad.
Otro estrecho colaborador y peso pesado del gobierno de Munilla fue Tomás Iraolagoitia, laico y abogado, que durante todo este tiempo ejerció de férreo canciller general de la diócesis y que, al parecer, está preparando las maletas. Lo mismo ocurre con Francisco Palmero, llegado de Pamplona, donde era profesor, para convertirse en el máximo responsable de Eikel, la fundación que aglutina los colegios propiedad de la diócesis. Su misión: cuidar que todos ellos se rigieran por el magisterio y la autoridad del obispo.
En estos momentos, todas esas personas que, desde el interior y exterior de la diócesis, manifestaron su plena adhesión a Munilla y se pusieron a su servicio incondicional, podrían estar pensando en buscarse un futuro alejado de la diócesis. Entre ellos, también habría que incluir a los sacerdotes que, aun siendo originarios de Guipúzcoa, realizaron sus estudios teológicos y se ordenaron en y para otras diócesis, y fuerona Donosti por petición expresa de Munilla.
Muchos de ellos pertenecen al “Grupo Loyola”, fundado por Munilla cuando era párroco en Zumárraga, por supuesto sin autorización ni aprobación episcopal. No son numerosos, en torno a una docena, pero ¿qué van a hacer en San Sebastián sin su mentor y con su programa de reconquista truncado?
Eso sí, la mayoría de ellos no se incardinaron en la diócesis. La típica prudencia eclesiástica, para guardar ese as en la manga, por si tienen que regresar a la Iglesia para cuyo servicio recibieron el sacramento del orden. Puede que, para algunos, haya llegado el momento propicio de la despedida, que dependerá, en gran medida, del carácter y orientación del próximo prelado.
Onofre Sousa y su esposa Itziar
Llegaron a la diócesis hace nueve años para ser responsables del servicio diocesano de Nueva Evangelización. Se les proporcionó como sede Villa Gentza. Al principio parecía que iban a lograr despuntar… pero ha sido un fracaso rotundo. Fueron de los primeros en abandonar la diócesis, el 8 de diciembre del 2021, según puede leerse en su blog. Sólo un día después de que la Santa Sede hiciera público el nombramiento de Munilla como prelado de Alicante. Es de suponer que Munilla habló con el matrimonio fechas antes de que se conociera públicamente su nuevo destino y dio por terminada su tarea en la diócesis.
Una tarea que ellos definen desde el resquemor del fracaso. Incomprensión, sufrimiento… foro de los leones… así describen su vivencia en esta diócesis y lo que ha supuesto para ellos el paso por la misma. Quizás porque no la han amado ni respetado nunca. Como dicen unos laicos que los trataron:
"Vinieron a reconquistarla y no fueron capaces de sentirla como propia, ni se mezclaron con sus gentes ni se dejaron conformar por ella. Acaso hubiera supuesto contraer una enfermedad contagiosa. La razón única por la que vinieron fue su afinidad ideológica con Munilla. Se marcha él… ya no tiene sentido que sigan aquí. Y, de paso, Munilla y el equipo de gobierno ponen en venta la Villa".
Seminario y vocaciones
Algunos pronosticaron que el seminario de San Sebastián iba a conocer sus días más gloriosos bajo el pontificado de Munilla. ¿La razón? Que, por fin, se hablaba de Jesús en la diócesis y eso despertaría la vocación al sacerdocio en infinidad de jóvenes. Un vaticinio de falsos profetas que no encontró confirmación alguna.
Las cifras son incontestables: en doce años, diez ordenaciones. De ellas, uno que terminó sus estudios en Roma, dos provenientes de otras diócesis y un africano. En este momento, el seminario lo integran tres jóvenes. Es decir, que hubo mayor abundancia vocacional en tiempos de Setién y Uriarte.
Además, Munilla se deshizo de J. L. Elisart, un joven seminarista que sufrió un ictus y que a duras penas logró esquivar la muerte. El hecho, según Munilla y su entorno, fue un milagro, que atribuyeron a la intervención del Padre Pío de Pietrelcina. Incluso lo hicieron público en la revista diocesana Berri On, a bombo y platillo. Pero, después, al quedarle secuelas visibles que afectan a su movilidad, Munilla le echó del seminario, en una muestra clara de falta de caridad y de escrúpulos.
Otros mimbres dela galaxia ultra
Para meter a la diócesis en cintura y apuntalar su pontificado de hierro, teledirigido hacia la 'sana doctrina', monseñor Munilla se rodeó de toda una galaxia de agentes de su propia escuela y heraldos aguerridos de su ideología rigorista. Éstos son los principales.
Carmelitas Samaritanas del Sagrado Corazón
Es un instituto religioso nacido de una escisión de un monasterio de las carmelitas descalzas de Valladolid a principios de este siglo. La fundadora, Olga María del Redentor, tiene su propio Blog en la Web Religión en Libertad. Hace un par de años fueron noticia por las deudas millonarias contraídas en la compra de algún convento. Unas carmelitas, por otra parte, que no hallan suficiente motivación espiritual en Santa Teresa y necesitan recurrir al sagrado Corazón. La devosión corazonista, muy del gusto de Munilla, obsesionado con ella, hasta el punto de convertirla en la esencia del cristianismo y de la fe católica.
Su concepto del mundo, en el que un conjunto de fuerzas conspiran para acabar con el catolicismo, encuentra en la gran promesa de que el Corazón de Cristo ha de reinar una clave apocalíptica y mesiánica desde la que interpretar la historia. Por eso, quiso imponer esta devoción en la totalidad de la diócesis.
Para ello recurrió a este instituto femenino, a una Hermandad sacerdotal y, por supuesto, a todos los movimientos afines que había en la diócesis. Llegaron en el año 2018 a la diócesis. Para ubicarlas, se remodeló un pequeño hostal que la diócesis poseía en lo alto de Arrate junto al santuario de la Virgen del mismo nombre, en Eibar. Se desconoce cuánto dinero se invirtió en la conversión de un establecimiento de este tipo en un convento. Tampoco se sabe cuál es su misión en esta diócesis, qué es lo que aportan a la vida de esta Iglesia. ¿Han hecho un mínimo esfuerzo para arraigar en el ser y sentir de esta comunidad cristiana a la que supuestamente han de servir? ¿Vienen a proponer o a imponer, sin que por su parte den un solo paso para acomodarse a la idiosincrasia de esta Iglesia?
Son, como otras tantas realidades, una incorporación que responde a una decisión absolutamente personal del obispo, aunque luego toda la diócesis deba cargar con las consecuencias de sus decisiones arbitrarias, tomadas al modo de los reyes absolutos. ¿De qué viven? ¿Cuál es su fuente de ingresos? ¿La Venta de recuerdos de la Virgen de Arrate? Son numerosos los eibarreses que profesan devoción a la Virgen, pero no tantos como para mantener a esta comunidad. Y al ser una devoción de índole loca, ahora que se ha marchado su valedor, ¿qué hará esta comunidad? ¿Abandonará Arrate como abandonó Valdedios?
Hermandad de Hijos de Ntra. Sra. del Sagrado Corazón
Es una asociación de presbíteros erigida en Toledo. El origen parece estar en otro movimiento vinculado asimismo con la devoción al Corazón de Jesús (Schola Cordis Iesu). Recalaron en la diócesis en 2015 con el encargo de dar a conocer el Sagrado Corazón como expresión de la fe cristiana. Y es que Munilla llama a la diócesis a personas y grupos que guarden afinidad con él, con sus opciones teológicas y su ideología.
En ADORA (templo dedicado a la adoración eucarística de manera ininterrumpida), ejercen como confesores con el privilegio de absolver los pecados reservados al obispo. Tienen a su cargo algunas parroquias de la ciudad de San Sebastián, todo centralizado para que su influjo sea más efectivo. Son reflejo de la denominada Nueva Evangelización, aunque sea difícil percibir esas novedades.
Por lo visto, la Hermandad envía sacerdotes a las diócesis carentes de clero. La nuestra sigue sufriendo el lastre de la falta de vocaciones, así que se supone que estos sacerdotes seguirán aquí también cuando se designe un nuevo obispo. No están tan mal ubicados: en la capital, viviendo en una villa, en parroquias conveniente y al cuidado de la Schola, puesto que tiene, por decirlo de algún modo, “clientela propia” y muy del gusto de la derechona católica, que tan fácilmente identifica la propia ideología con los principios cristianos.
En Arrasate-Mondragon, hay una comunidad de religiosos de los que se tienen pocos datos y que se hicieron con un monasterio legado a la diócesis por las Franciscanas Concepcionistas y ubicado a las afueras, en la loma de Uríbarri. Se desconoce cómo viven y de qué, pero parece que tienen espíritu eremítico, puesto que pocos saben siquiera de su existencia. Es una zona donde podrían colaborar en las numerosas parroquias que existen, pero se abstienen de hacerlo, en consonancia con todas estas nuevas fundaciones, muchas de ellas comisariadas por Roma.
Hermanas de María Stella Matutina
Se trata de una asociación publica de fieles, aunque sus miembros vayan vestidas de hábitos más propios del siglo XII. Es una refundación de las Hermanas de san Juan y santo Domingo. Mediante rescripto de audiencia del Papa Benedicto fechado el 10 de enero de 2012, tal Asociación quedaba suprimida de manera inmediata y sin que pudiera ser reconstituida bajo ninguna otra forma. La renuncia del Papa un mes más tarde fue providencial para Munilla que no acataría el rescripto pontificio y las refundaría con un nuevo nombre.
Se hicieron con un monasterio de clarisas. No se sabe con claridad a cargo de quién se efectuó la compra. Su lengua habitual es el francés y hacen uso del latín para orar. Ubicadas en medio de Guipúzco, ¿tiene sentido una comunidad así? ¿Qué significa para ellas la inculturación? ¿Qué aportan a la vida de la Iglesia diocesana? Y… la pregunta obligada ante todas estas realidades implantadas en la diócesis por Munilla: ¿de qué viven? ¿Cómo se mantienen? Ahora que falta su fundador, su escudo y valedor, ¿seguirán en la diócesis? No han demostrado mucho amor y aprecio hacia ella. Prácticamente la desconocen. En la prensa se publicó que piensan hacerse con el monasterio de Estíbaliz, cuando lo abandonen los benedictinos allá por otoño.
Fraternidad Reparadora Apostólica en el Corazón de Cristo
Una asociación privada de fieles fundada por uno de los mentores de Munilla: el padre Mendizabal, jesuita. Constituía una minúscula comunidad de dos personas. Una de sus miembros con responsabilidad en el campo de la pastoral matrimonial-familiar. Y Eguzkiñe Atutxa, su secretaria personal, que le ha acompañado a lo largo de todo su trayectoria como obispo desde que fue ordenado en Palencia. Ambas abandonaban la diócesis. Concretamente la que fuera secretaria personal recibía nuevo destino en Getafe allá por el mes de junio.
Otro grupo que fue incorporado a la diócesis por voluntad personal de Munilla, al servicio de sus principios ideológicos que debían implementar en los campos en los que se moviera. Recientemente, después de que el obispo se deshiciera del edificio en el que tenía su residencia oficial, donde también habitaban las dos religiosas, se realizaron unas remodelaciones, con el fin de que dispusieran de su propio espacio. Se desconoce a cuánto ascendieron las obras, pero ahora se revelan innecesarias e inútiles. Una vez que Munilla es conocedor de su nombramiento, sigilosamente, despide a esta comunidad. La diócesis ya no las necesita. ¿Las necesitó realmente alguna vez?
De hecho, las dos se marcharon ya. Eguzkine, muy cansada y sin ánimos para continuar colaborando con Munilla en Alicante. Pero, al parecer, han sido sustituidas por otras dos hermanas de la misma Fraternidad, que, por lo tanto, sigue presente em la diócesis. Viven en el piso que se les preparó en la catedral, tras la venta o alquiler del edificio en el que residía el obispo y en el que ellas ocupaban una vivienda. Al parecer, una colabora a media jornada en la sacristía y la otra está implicada en la pastoral de inmigrantes.
Y, por último, un fenómeno cuando menos extraño. En algunas localidades de la diócesis, algunas personas (de origen latino sobre todo) dicen estar poseídas por el diablo. De la mano de Munilla, aparecen videntes, que afirman tener mensajes del más allá exigiendo la conversión de los sacerdotes. En la misma catedral, algunos sacerdotes se reúnen con laicos ante el Santísimo expuesto y experimentan caídas denominadas “de descanso en el Espíritu” tras movimientos y contoneos suaves.
Acompañan incluso gemidos o llantos y supuestamente alcanzan la sanación y liberación. Munilla fomentó este tipo de fenómenos y cortó de cuajo experiencias tan valiosas como los grupos de lectura creyente del evangelio. Así se escribe la historia de la diócesis durante el reinado de monseñor Munilla.
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