A falta de una palabra para nombrar a la mujer, en el segundo relato de la creación en los escritos sagrados judeocristianos (Gn 2,23) se le llama "varona", así, como una simple version femenina del varón. Mucho faltaba todavía por comprender acerca del género y de lo que significa ser humanos y serlo con una sexualidad tan distinta en tantas cosas de la de los otros seres de la creación.

Mucho falta todavía hoy cuando se han tomado textos de aquel estado primario de la revelación bíblica para intentar cerrar una conversación que cada vez es más urgente abrir, y hacerlo apoyados en las ciencias humanas, que en muchas cosas logran superar las explicaciones meramente biológicas.

No le haría yo preguntas sobre género al Génesis, pues ni habla de eso con claridad ni es su interés responder con narrativas didácticas de los siglos XI y X AC a preguntas que esa gente no se estaba haciendo (Muy ocupados estaban intentando unificar un reino y una religión en medio de los rarísimos comportamientos afectivos y sexuales del Rey David y de su hijo Salomón).

Lo que sí le preguntaría es por qué, si tan claro es que fuimos hechos como complemento y apoyo de unos para otros, por esa idea grandiosa de evitar un aislamiento nocivo y una soledad destructiva, hemos tomado esos mismos textos para pretender aislar, separar y apartar a los que, siendo tambien apoyo y complemento, no caben en ese araico dúo de "varón y varona".

De hacer preguntas de género a la Biblia, valdría hacérselas a Mateo, en donde varias veces resalta Jesús a las mujeres sobre los varones, en una sociedad - esa sí patriarcal - y desigual, y en donde aparece muy diligente curando al criado del centurión, que en la cultura romana tenían comúnmente un rol de amantes, cosa que a Jesús no parece importarle pues el tema ni se menciona. ¿No surgen muchas preguntas allí?

O a Lucas, que en los Hechos nos muestra a Felipe viajando junto al eunuco, y le hace comprender que la buena noticia tambien es para él, sin que emerja en lo más mínimo su diversa condición sexual. ¿Qué significa ese anuncio de salvación desprovisto de consideración alguna sobre su distinta identidad sexual?

O a Pablo que, bien probado está, más que la llana homosexualidad condena radicalmente la pederastia, práctica ya común entre los Romanos del siglo I, y que consideró contraria a toda la propuesta cristiana. ¿Qué significa que semejante advertencia no haya sido considerada crucial en 20 siglos, pero aquella otra interpretación acomodada sí?.

Mucho camino nos falta por recorrer a un buen número de sociedades del mundo, para comprender que los seres humanos no fuimos hechos para la separación sino para complementarnos, y que poner barreras a eso por lecturas incompletas o insensatas de nuestras convicciones sagradas es inhumano y por inhumano, contrario a toda espiritualidad auténtica.