Marx: Todas las religiones incitan a la violencia
El purpurado llama a hacer autocrítica en cuanto a la influencia de la fe
Se pregunta si las creencias están realmente alimentando los conflictos o promoviendo la paz
No es solo cuestión del islam. Ninguna religión del mundo es totalmente inocente del cargo de incitación a la violencia, según ha afirmado el cardenal Reinhard Marx. El arzobispo de Múnich ha llamado a todas las comunidades de fe a hacer un examen de conciencia sobre el ejemplo que marcan, en este sentido, para los jóvenes a su cargo.
Según recoge La Croix, el purpurado -colaborador cercano del Papa Francisco- manifestó en una entrevista con el Luxemburger Wort que la cuestión del grado hasta el que las diferentes religiones del mundo promueven, realmente, los valores de la coexistencia y convivencia cobra una especial importancia debido a la gran influencia que éstas ejercen en la formación del carácter y personalidad.
La autocrítica a la que Marx llama a fieles de toda estirpe consistire en preguntas tales como si usan su influencia para radicalizar a la juventud o para educarles en cómo mantener el equilibrio y armonía sociales. O si las teologías a las que recurren denuncian la violencia de forma incondicional e inequívoca, y si se corrige, por otro lado, a los correligionarios que la defienden.
"¡Sobre esto hemos de ser muy claros!", clamó el purpurado alemán. "Las religiones tienen que preguntarse -o permitir que se les pregunte- si por la manera en la que están siendo interpretadas o vividas, están contribuyendo a justificar o hasta a alimentar los conflictos, o si están promoviendo la paz y reconciliación entre naciones y grupos culturalmente distintos".
Si bien hay actualmente muy pocos conflictos que se pueden reducir a desacuerdos estrictamente religiosos, el cardenal observó que la religión a menudo sirve como un "marco pío" en el que encuadrar otros intereses particulares de índole más terrenal, y que de ahí venga la complicidad de la religión con la violencia.
Incluso la complicidad con la violencia de la religión cristiana. Una fe que, "como sabemos", no siempre ha estado a la altura de los preceptos evangélicos de no agresión. Y eso hasta tal punto en que la Iglesia ha tenido que ir aprendiendo durante su historia un par de lecciones duras: que la tolerancia no es lo mismo que el relativismo, y que la propagación de la fe no se hace con fuerza.
Son ejercicios de autocrítica de este tipo, concluyó Marx -junto con encuentros y diálogos entre miembros de distintas religiones- los factores que hacen falta en conflictos como el de Siria, y que pueden acabar teniendo un impacto positivo en otros escenarios de guerra alrededor del mundo también.
Se pregunta si las creencias están realmente alimentando los conflictos o promoviendo la paz
No es solo cuestión del islam. Ninguna religión del mundo es totalmente inocente del cargo de incitación a la violencia, según ha afirmado el cardenal Reinhard Marx. El arzobispo de Múnich ha llamado a todas las comunidades de fe a hacer un examen de conciencia sobre el ejemplo que marcan, en este sentido, para los jóvenes a su cargo.
Según recoge La Croix, el purpurado -colaborador cercano del Papa Francisco- manifestó en una entrevista con el Luxemburger Wort que la cuestión del grado hasta el que las diferentes religiones del mundo promueven, realmente, los valores de la coexistencia y convivencia cobra una especial importancia debido a la gran influencia que éstas ejercen en la formación del carácter y personalidad.
La autocrítica a la que Marx llama a fieles de toda estirpe consistire en preguntas tales como si usan su influencia para radicalizar a la juventud o para educarles en cómo mantener el equilibrio y armonía sociales. O si las teologías a las que recurren denuncian la violencia de forma incondicional e inequívoca, y si se corrige, por otro lado, a los correligionarios que la defienden.
"¡Sobre esto hemos de ser muy claros!", clamó el purpurado alemán. "Las religiones tienen que preguntarse -o permitir que se les pregunte- si por la manera en la que están siendo interpretadas o vividas, están contribuyendo a justificar o hasta a alimentar los conflictos, o si están promoviendo la paz y reconciliación entre naciones y grupos culturalmente distintos".
Si bien hay actualmente muy pocos conflictos que se pueden reducir a desacuerdos estrictamente religiosos, el cardenal observó que la religión a menudo sirve como un "marco pío" en el que encuadrar otros intereses particulares de índole más terrenal, y que de ahí venga la complicidad de la religión con la violencia.
Incluso la complicidad con la violencia de la religión cristiana. Una fe que, "como sabemos", no siempre ha estado a la altura de los preceptos evangélicos de no agresión. Y eso hasta tal punto en que la Iglesia ha tenido que ir aprendiendo durante su historia un par de lecciones duras: que la tolerancia no es lo mismo que el relativismo, y que la propagación de la fe no se hace con fuerza.
Son ejercicios de autocrítica de este tipo, concluyó Marx -junto con encuentros y diálogos entre miembros de distintas religiones- los factores que hacen falta en conflictos como el de Siria, y que pueden acabar teniendo un impacto positivo en otros escenarios de guerra alrededor del mundo también.