Los líderes anglicanos lamentan "el legado de desconfianza y rivalidad" que dejó la Reforma
Los arzobispos de Canterbury y York aseveran que "recordar la Reforma debe llevarnos a arrepentirnos por nuestra parte en la perpetuación de las divisiones"
"Tal arrepentimiento debe ir de la mano de acciones dirigidas a un acercamiento a las otras iglesias y a una profundización de nuestras relaciones con ellas"
Esta semana en el blog traigo mi propia traducción del mensaje de los líderes de la Iglesia anglicana -los arzobispos Justin Welby. de Canterbury, y John Sentamu, de York- para el 500 aniversario de la Reforma, en el marco de esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.
"Tal arrepentimiento debe ir de la mano de acciones dirigidas a un acercamiento a las otras iglesias y a una profundización de nuestras relaciones con ellas"
Esta semana en el blog traigo mi propia traducción del mensaje de los líderes de la Iglesia anglicana -los arzobispos Justin Welby. de Canterbury, y John Sentamu, de York- para el 500 aniversario de la Reforma, en el marco de esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.
Este año, iglesias alrededor del mundo celebrarán el 500 aniversario del comienzo de la Reforma en Europa, contado desde las 95 tesis de Martín Lutero que protestaban contra las indulgencias, el 31 de octubre 1517, en Wittenberg. La Iglesia de Inglaterra participará de varias formas, incluso tomando parte en eventos con otras iglesias protestantes de la Europa continental.
La Reforma fue un proceso tanto de renovación como de división entre los cristianos de Europa. En este aniversario, muchos cristianos desean dar las gracias por las grandes bendiciones que han recibido de las que la Reforma fue la causa. Entre muchas otras más estas bendiciones incluyen la de la proclamación clara del Evangelio de la gracia, la puesta de la Biblia a disposición de todos en su propia lengua y el reconocimiento de la llamada a los laicos a servir a Dios en el mundo y en la iglesia.
Muchos también se acordarán del daño duradero que se hizo hace cinco siglos a la unidad de la Iglesia, en oposición al mandato de Jesucristo a la unidad en el amor. En aquellos años turbulentos los cristianos se enfrentaban a sí mismos, de tal forma que muchos sufrieron la persecución y hasta la muerte a manos de otros que afirmaban conocer al mismo Señor. Este legado de desconfianza y rivalidad acompañaría a la proliferación del cristianismo a lo largo del mundo en los siguientes siglos. Todo esto merece una reflexión profunda.
Recordar la Reforma debe reorientarnos a lo que los reformadores querían poner en el centro de la vida de cada uno, es decir, una confianza sencilla en Jesucristo. Este año es un momento para renovar nuestra fe en Cristo, y en Él solamente. Con esta confianza estaremos capacitados para hacer preguntas difíciles acerca de aquellas cosas en la vida nuestra propia y en la de nuestras iglesias que impiden que compartamos y celebremos juntos nuestra fe en Él.
Recordar la Reforma asimismo debe llevarnos a arrepentirnos por nuestra parte en la perpetuación de las divisiones. Tal arrepentimiento debe ir de la mano de acciones dirigidas a un acercamiento a las otras iglesias y a una profundización de nuestras relaciones con ellas. Este aniversario ofrecerá muchas oportunidades para hacer precisamente eso, empezando con esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.
Por todo lo anterior hacemos una llamada a todos los cristianos a buscar ser renovados y unidos en la verdad del Evangelio de Cristo mediante nuestra participación en el aniversario de la Reforma, a arrepentirse de nuestras divisiones, y, permaneciendo juntos en Él, a ser una bendición para el mundo en obediencia a Jesucristo.