¿Qué temen los australianos?

Más que temores lo que tenemos son ansiedades y dudas, sostiene Frank Brennan

"Se trata de la ansiedad y de la duda de que tengamos un sentido de orientación suficiente como para hacer algo de este lugar", dice el jesuita en un acto en Brisbane




¿Qué temen los australianos? Un abanico amplio de respuestas a esta pregunta fue ofrecido la noche del pasado 21 de marzo en una cena institucional en el campus de la Universidad Católica Australiana en Brisbane.

Un vistazo a la crónica publicada en el Catholic Leader da fe de algunas de estas respuestas. "Australia siempre ha sido, de forma extraña, un lugar que ha conocido el miedo", afirmó el arzobispo de Brisbane, Mark Coleridge. "Pero ahora hay más de ese miedo, y lo que me llama la atención es la manera en que el miedo suscitar el enfado".

"Pienso que hay pruebas verdaderas como para decir que la democracia se está descomponiendo en modos que no hemos conocido", continuó Coleridge. "Trump ciertamente es síntoma de ello… (pero) hay muchos ejemplos más de la erosión de la democracia".

"El poder se está volviendo más fácil de tener, más difícil de ejercer y más fácil de perder", sentenció el arzobispo. "Sólo hay que mirar a la procesión de Primeros Ministros en este país para darse cuenta de ello".

Por su parte, la profesora Sandra Jones, del Centro para la Salud y la Investigación Social de la universidad, declaró que en Australia "tememos a las cosas equivocadas", refiriéndose a una búsqueda que realizó en Google que reveló que nueve de cada diez resultados con los términos "qué temen los australianos" se remiten a artículos sobre los musulmanes. "Los australianos más bien son cuarenta y una veces más propensos a morir resbalándose en la ducha que a morir en un ataque terrorista", recalcó la académica, antes de opinar que "los australianos dicen que temen a los musulmanes por la misma razón que temen a cualquiera que no sea como nosotros".

"Luego tememos a las personas que nos podrían arrebatar las cosas que tenemos", siguió Jones. "Así que tememos a los drogodependientes, a los pobres… tememos a los inmigrantes o refugiados que nos podrían quitar nuestro trabajo".

El padre Frank Brennan, sj, consejero delegado de los Servicios Sociales Católicos de Australia, puso nuevo rumbo a la tertulia tras redefinir los términos de la pregunta. "Quizás somos más ansiosos que temerosos", declaró el jesuita, definiendo en el proceso al país como tibio, perdido y flojo.

"Las ansiedades de los padres -no importa lo encarrilado o acomodado que se esté- es que todos tienen preocupaciones y ansiedades por sus hijos… por sus nietos", explicó, a cuenta de esta ansiedad peculiar nacional. La situación privilegiada de la que goza Australia -"somos 24 millones de personas viviendo en una cantera de piedras al fin del mundo – y eso tiene sus ventajas"- si bien ha inoculado al país contra los miedos que se sienten en otros lugares del planeta, trae para la población otra serie de complicaciones desconocidas u obviadas, incluso por los propios lugareños.

"Creo que para nosotros como australianos no se trata tanto de ser buenos administradores de este continente: se trata de la ansiedad y de la duda de que tengamos un sentido de orientación suficiente como para hacer algo de este lugar", dijo el padre Brennan a tal efecto.

El presidente y rector de la ACU, Greg Craven, asimismo acertó en su diagnosis de los temores de los australianos. Observó, primero, que "el gran sueño australiano y el miedo correspondiente versa sobre la garantía de que las vidas de sus hijos sean mejores que la suya propia". El problema, prosiguió, es que "hemos venido creyendo durante mucho tiempo que daba igual cuánto aborreciéramos a un gobierno en particular. Hubo de verdad una garantía fidedigna de que cada gobierno se dedicaría a la propuesta de modo generalizado". Promesas que, a ojos de Craven, ya no se ven cumplidas. "Tengo un miedo tremendo a que hayamos perdido totalmente esta confianza", se lamentó al respecto.

¿Con qué perspectiva, pues, se queda este autor? Con la perspectiva del padre Brennan, y con la "ansiedad" y "duda" sobre qué debe ser "Australia" que azota a cada australiano que pare a pensarlo.

Es difícil para los no australianos creer que tengamos miedos -por no decir nada de ansiedades y dudas- los que hemos tenido la inmensa suerte de haber nacido en el que llamamos (o solíamos llamar) el lucky country ("país dichoso"). Pero que vivamos "en una cantera de piedras al fin del mundo" suena casi apocalíptico… y lo es. Hemos sido históricamente el "nuevo" Nuevo Mundo… y nos da miedo, o ansiedad, pensar que acabemos como los viejos. O mejor: que no podamos ofrecerlos ninguna visión de un "nuevo mundo" de verdad donde todos tenemos cabida.

Volver arriba