La vida misma
Artículo especial sobre las cofradías 2017, escrito por Juan de la Lama Rincón
(Hoy escribe Juan de la Lama Rincón, joven cofrade sevillano).- "La Iglesia en Sevilla no es nada sin las cofradías", decía un amigo en un bar. Era yo entonces seminarista y no le daba la razón argumentando que muchas otras pastorales sirven a la Iglesia. Más tarde colgué los hábitos y me quedé a la deriva sin esas pastorales para súper cristianos de JMJ y demás.
Las cofradías en Sevilla, pompas aparte, son otro rollo. Refugio de pecadores, infieles practicantes, y también, cómo no, hombres y mujeres de bien de esos que viven en plena lealtad a los principios de nuestra Fe. Pero las cofradías hay de todo, cabe de todo, se encuentra de todo. Algo une al bético y al sevillista, algo une al del PP y al podemita, algo encuentra al muy rico y al muy pobre. Hay algo que hermana a los muy practicantes y al que a penas va al templo un par de veces al año.
Destaca la obra social que realizan a lo largo del curso. "No solo en Navidad comen los pobres", dicen los hermanos en sus 'casas', siempre cerca de las parroquias. Comedores y centros sociales se mantienen con la generosa aportación de sus Bolsas de Caridad. En patrimonio también gastan las cofradías y en bandas, flores y cera para los cultos. Besapiés y besamanos. Triduos y Quinarios con sus posteriores e inolvidables ágapes... para unos todo eso es frivolidad para otros gloria, pero algo habrá en el folclore y la brujería de la Semana Santa que une, como decía al muy laico y al muy ateo. Una Madre, Un Señor.
Viernes Santo por la mañana, pasa la cofradía. Unos hablan y beben, otros desde el bar miran el cortejo con el café y los churros, otros guardan respetuoso silencio, otros whatsappean y otros hacen fotos, otros selfies... Unos creen, otros no. Las Hermandades todo el año y sus desfiles en Semana Santa juntan, unen, a gente de todo tipo. Una reunión de hermanos cualquier día del año es eso mismo que pasa en la calle: gente muy de lo uno y muy de lo otro. La vida misma.
(Hoy escribe Juan de la Lama Rincón, joven cofrade sevillano).- "La Iglesia en Sevilla no es nada sin las cofradías", decía un amigo en un bar. Era yo entonces seminarista y no le daba la razón argumentando que muchas otras pastorales sirven a la Iglesia. Más tarde colgué los hábitos y me quedé a la deriva sin esas pastorales para súper cristianos de JMJ y demás.
Las cofradías en Sevilla, pompas aparte, son otro rollo. Refugio de pecadores, infieles practicantes, y también, cómo no, hombres y mujeres de bien de esos que viven en plena lealtad a los principios de nuestra Fe. Pero las cofradías hay de todo, cabe de todo, se encuentra de todo. Algo une al bético y al sevillista, algo une al del PP y al podemita, algo encuentra al muy rico y al muy pobre. Hay algo que hermana a los muy practicantes y al que a penas va al templo un par de veces al año.
Destaca la obra social que realizan a lo largo del curso. "No solo en Navidad comen los pobres", dicen los hermanos en sus 'casas', siempre cerca de las parroquias. Comedores y centros sociales se mantienen con la generosa aportación de sus Bolsas de Caridad. En patrimonio también gastan las cofradías y en bandas, flores y cera para los cultos. Besapiés y besamanos. Triduos y Quinarios con sus posteriores e inolvidables ágapes... para unos todo eso es frivolidad para otros gloria, pero algo habrá en el folclore y la brujería de la Semana Santa que une, como decía al muy laico y al muy ateo. Una Madre, Un Señor.
Viernes Santo por la mañana, pasa la cofradía. Unos hablan y beben, otros desde el bar miran el cortejo con el café y los churros, otros guardan respetuoso silencio, otros whatsappean y otros hacen fotos, otros selfies... Unos creen, otros no. Las Hermandades todo el año y sus desfiles en Semana Santa juntan, unen, a gente de todo tipo. Una reunión de hermanos cualquier día del año es eso mismo que pasa en la calle: gente muy de lo uno y muy de lo otro. La vida misma.