La hipótesis puede parecer descabellada... pero ¿y si sí? Todos dan por hecho que este sábado, al mediodía, el Papa Francisco nombrará a Francisco Cerro nuevo arzobispo de Toledo, en sustitución de Braulio Rodríguez. Un primado extremeño para poner fin a la disputa sobre Guadalupe, un hombre de paz y de consenso. Sin embargo, en las últimas horas, un rumor anteriormente desechado vuelve a aparecer con fuerza, como la primera gran sorpresa del Nuncio Bernardito Aúza.
Se trata, ni más ni menos, que de Ernesto Brotóns, director del Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón. Un hombre joven (nacido en 1968), muy cercano al pensamiento del Papa Francisco y al cardenal Omella. De hecho, su designación -la primera con el Nuncio ya en activo, y ni más ni menos que en la sede primada- podría interpretarse como una señal -muy sutil, muy de las suyas- de Bergoglio ante las próximas elecciones a la Conferencia Episcopal.
Un toque de atención
Una señal, especialmente dirigida al sector conservador, cuyo líder no es otro que el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, y que se vería reflejada en el hecho de que Roma ha desechado la última terna propuesta por el anterior nuncio, Renzo Fratini, y que buscaba colocar a Sanz en Toledo, en un intento de allanar su camino hacia Madrid (Bailén o Añastro, o ambas). Junto a Sanz, la terna se completaba con el arzobispo castrense, Juan del Río, y el obispo de Segorbe-Castellón, Casimiro López Llorente.
Sea Brotons o, como dicen la mayoría, Cerro, lo cierto es que el primer nombramiento de la era post-Fratini no será del gusto de las elecciones -pocas, hay que reconocer- que gustaba hacer el arzobispo italiano, hoy desaparecido. Si es el obispo de Coria-Cáceres, tendremos un buen arzobispo. Si es Brotons, tal vez un nuevo polo de renovación en la Iglesia española. ¿La solución? Dicen que el sábado. Veremos.