El problema no es que la gente no crea en Dios, sino que crea en un Dios que no cambia nada La dimensión profética y revolucionaria del Domingo de Ramos

La revolución de Dios llega a la ciudad santa
La revolución de Dios llega a la ciudad santa

Era la fiesta de un pueblo formado multitudes que no calificaban en su mayoría con los “requisitos” morales y rituales de cualquier culto o sociedad establecida...de quienes Jesús decía con ternura, que entrarían antes al Reino de los Cielos que aquella elite de “perfectitos” ausentes que se sentían religiosamente superiores y juzgaban a los demás.

Con el tiempo, el Domingo de Ramos ha sido progresivamente espiritualizado y privatizado por el lado del clericalismo, mientras la sociedad de consumo, que todo lo arrasa, lo ha turistificado y mercantilizado. El clericalismo que usurpa la Iglesia y el consumismo que esmerila los cimientos humanos de la sociedad buscan un nuevo constantinismo, un nuevo contubernio entre el altar y el totalitarismo de mercado.

El huracán Francisco nos re-propone este día a lo largo de su pontificado: el Domingo de Ramos es una invitación a la humildad (contra el poder opresor), un grito de solidaridad con los que sufren y un compromiso con la justicia, aunque cueste la cruz. "No celebremos a un Cristo decorativo, sino al que nos sacude y nos llama a cambiar el mundo".

La entrada de una Misericordia revolucionaria en el Domingo de Ramos

El Domingo de Ramos, una de las celebraciones más significativas del cristianismo, va más allá de su carácter litúrgico, convirtiéndose en un evento cargado de simbolismo político, social y revolucionario. Este acto, que durante la época de Jesús desafiaba las estructuras de poder, sigue resonando en las realidades contemporáneas.

Sin embargo, su esencia transformadora ha sido poco a poco desvirtuada por el modus vivendi de la sociedad consumista burguesa por un lado y del clericalismo bon vivant por el otro. Ambos han tejido una alianza creando un relato propio. Han desactivado su dimensión popular sociopolítica y reducido a un ritual comercial costumbrista que alimenta una espiritualidad evasiva e intimista. ¿Cómo podemos recuperar su mensaje original y su impacto?

El impacto sociopolítico en la época de Jesús

La entrada de Jesús a Jerusalén, montado en un burro, no fue un gesto casual, sino un acto profundamente subversivo y aún cuando intuía las consecuencias de enfrentarse a las estructuras de poder político-religioso del “señor de este mundo” (2 Cor 4, 4). Jesús era un hombre inteligente y de coraje que sabía que se acercaba a la batalla final por la salvación del mundo.

En un contexto dominado por el poder imperial romano, que imponía su autoridad mediante desfiles militares y caballos de guerra, Jesús eligió un símbolo de paz y humildad, desafiando un sistema de dominación y explotación humana altamente organizado.

El "¡HOSANA!" que clamaban las multitudes no era solo un canto de alabanza a Jesús, sino un grito de liberación frente a la opresión.

Jesús no solo confrontó al poder imperial, sino también a las estructuras religiosas de su tiempo. El drama de Semana Santa está vinculado a la expulsión de los mercaderes del templo. Al expulsar a los mercaderes, Jesús denunció como nunca, un sistema que explotaba a los más vulnerables, convirtiendo un espacio sagrado en un centro de lucro, monopolización del fenómeno religioso y manipulación de conciencias por un un establishment religioso en connivencia con el poder político de la época.

En el domingo de Ramos original, los que aclamaron a Jesús no fueron las élites políticas ni religiosas (fariseos, saduceos, que estaban conspirando para acabar con su vida), sino la gente común: campesinos, artesanos, enfermos, mujeres y niños (Mateo 21:15-16) que extienden mantos y ramos (Lucas 19:36-38). Son multitudes que no calificaban en su mayoría con los “requisitos” morales y rituales de cualquier culto o sociedad establecida.

Asisten también el lumpen periférico de ciegos, leprosos, paralíticos, hambrientos, adúlteras, forasteros, huérfanos, viudas y descartados en general, aquellos que molestan y generan el rechazo de “la gente de bien”... y a los que Jesús miraba y asistía con ternura. Están además los publicanos y pecadores que han comido y bebido con Jesús y de quienes Él ha asegurado que entrarían antes al Reino de los Cielos que aquella elite de “perfectitos” aburguesados que se sentían religiosamente superiores y juzgaban a los demás.

Tampoco su mensaje cumplió con las expectativas de quienes esperaban un mesías guerrero, un zelote que justificara la guerra y la violencia contra los circunstanciales opresores…para terminar convirtiéndose en otra versión de lo mismo. En lugar de utilizar la fuerza o la trenza polítiquera. Por eso el nacionalismo de la época, ese patrioterismo que apela siempre a la violencia y que está de revival actualmente, preferirá soltar a Barrabás y condenarlo a Él.

Jesús expresa un liderazgo basado en el servicio y la humildad, como lo ejemplificó al renunciar a los medios que el demonio le ofreció en el desierto para "hacerse valer". Prefirió el discernido camino de la redención mediante la solidaridad, el servicio y el lavado de los pies. En la revolución de Dios, la verdadera autoridad es lavar los pies, y que esto ponga patas para arriba al mundo. Usurpar el trono de los déspotas, hubiera sido repetir la misma historia adánica.

El desafío cristiano en el mundo actual, que dispone de todo tipo de medios como nunca antes en la humanidad, es cambiar las injusticias de forma no violenta y combatir todas las formas de odio descontrolado en las cuales estamos inmersos.

caminar juntos con Esperanza
caminar juntos con Esperanza

La actualidad del mensaje del Domingo de Ramos

El mensaje del Domingo de Ramos sigue siendo profundamente disruptivo. En un mundo marcado por la competición a muerte sin solidaridad, el autoritarismo, las guerras “justas”, los populismos agresivos, demagogos y paletos, la exclusión social y las enormes desigualdades económicas, Jesús ofrece un modelo de liderazgo alternativo, centrado en el servicio y la justicia.

Lo siguen actualmente aquellos misioneros por el mundo que van entregando sus vidas a los otros, como los samaritanos de las periferias existenciales o los Movimientos sociales como los que lideró Martin Luther King o las luchas de Óscar Romero en El Salvador. Todos ellos inspiran con su compasión y resistencia no violenta un nuevo camino de solución de conflictos.

También aquellos santos anónimos de la puerta de al lado, que Francisco reivindica siempre. Un estilo de vida generoso incompatible con la ideología narcisista y consumista predominante. Son los Bienaventurados y los samaritanos, semillas del Reino que crecen en medio de la cizaña, silenciosamente mientras esperamos activamente la Parusía.

Además, afrontamos la manipulación pseudo-religiosa de sectores ultras que justifican guerras, excluyen a migrantes y perpetúan sistemas de opresión. En este contexto, el Domingo de Ramos nos recuerda que Dios está del lado de los marginados y que la verdadera autoridad no radica en la dominación, sino en la austeridad compartida, la búsqueda del Bien Común y la solidaridad activa con los excluidos.

doroty day profeta de los inmigrantes explotados
doroty day profeta de los inmigrantes explotados

La domesticación del Domingo de Ramos

Con el tiempo, el Domingo de Ramos ha sido progresivamente clericalizado, espiritualizado y privatizado por el lado del clericalismo, mientras la sociedad de consumo, que todo lo arrasa, lo ha turistificado y mercantilizado.Tanto el clericalismo que amenaza con manipular toda la Iglesia como el consumismo que carcome los cimientos humanos de la sociedad, buscan un nuevo pacto constantiniano, un nuevo contubernio entre el altar y el totalitarismo de mercado.

Lo que en los Evangelios fue una manifestación popular de esperanza en la liberación se ha transformado en un ritual endogámico controlado por el clero para sus propios fines eclesiásticos y no para ser levadura de una sociedad nueva.

La procesión, que originalmente era un acto espontáneo del pueblo que arrastraba sus gozos y esperanzas, hoy sigue un guion predecible, relegando a los laicos a un papel de espectadores pasivos, monaguillos sumisos de sacristía, esterilizados de compromiso social y profético.

Todavía es común que, en el momento de la bendición de Ramos, haya una multitud que va para que le bendigan su ramo, pero luego no se quedan a misa y se vuelven a sus casas con el “talismán” conseguido. Podemos criticarlo, pero es un comportamiento fruto de un determinado tipo de evangelización. Es como si las masas pensaran “seguimos a Jesús” pero no empatizamos con el templo de los sacerdotes porque ellos no tienen nada que ver con nuestras vidas, fuera de sus muros.

Además, el mensaje político y revolucionario de esta celebración ha sido neutralizado. Se enfatiza la humildad de Jesús sin reconocer su denuncia al sistema y se espiritualiza la cruz, ignorando que fue un instrumento de tortura estatal utilizado contra disidentes. Este proceso de domesticación convierte un acto de redención social en una tradición folclórica desconectada de las luchas actuales, que no se compromete con el hombre real ni con el clamor de los pueblos oprimidos.

Es una reducción del evangelio que no ayuda a discernir cambios sociales acordes a la dignidad humana, sino que es instrumentalizado para “repetir” ritos, consolidar el poder eclesiástico y afianzar la complicidad con los sistemas sociales injustos vigentes. No hay cristianismo si se ignora los pobres, se justifica la violencia o se silencian las víctimas de abusos eclesiales.

El cristianismo no es solo “portarse bien”, sino hacer el bien, un bien creativo, expansivo, reparando el daño en la historia humana. Para esto hace falta una actitud profética, un amor que no es conformista sino que denuncia y propone un mundo distinto: el Reino de Dios y que proclama cada día su entrada humilde en nuestras vidas personales y sociales.

Jesús entra a Jerusalén
Jesús entra a Jerusalén GUILLERMO JESUS

Recuperar la fuerza transformadora del Domingo de Ramos

Para devolverle su potencia original, el Domingo de Ramos debe ser resignificado desde la calle y sus dramas, vinculado a un proceso de discernimiento social que ilumine las opciones políticas, económicas, educativas, etc., para hacer un mundo de hermanos.

La esencia de las procesiones del pueblo nace allí, en el pueblo humilde que se sentía identificado con el drama de la semana santa que daba sentido a sus vidas y lo proyectaba en la cultura.

Deberíamos vincular el relato a un cambio social, económico y religioso opuesto a toda guerra, armamentismo y violencia mediática. No desde la soberbia sacralizada sino desde la humildad de pertenecer a una institución que también tiene mucho de qué arrepentirse y reparar…pero que lleva un gran tesoro como vasijas de barro.

Es imprescindible leer su relato desde una perspectiva sociológica, comprendiendo que Jesús fue ejecutado por anunciar una transformación misericordiosa de la persona y la sociedad, incompatible con el poder político-religioso establecido. Las procesiones podrían transformarse en manifestaciones populares de denuncia y protesta, y los ramos podrían simbolizar luchas actuales, llevando los nombres de víctimas de injusticia que sufren por la complicidad de nuestra piedad pasota.

Como dijo Dorothy Day (activista católica):  "El cristianismo no es un culto de domingo, sino un martes en la sopa comunitaria, un jueves en la cárcel visitando presos, un viernes protestando contra la guerra".

También es crucial sinodalizar la liturgia, rompiendo el monopolio clerical que solo procura su ensalzar su protagonismo excluyente y devolverle relevancia al pueblo pobre que se manifestó a la entrada de Jesús en Jerusalén. Las comunidades de base pueden liderar celebraciones que incluyan testimonios de luchadores sociales y que conecten el mensaje de Jesús con las realidades contemporáneas. El "¡Hosanna!" debe recuperar su significado original como un grito de liberación, no como una alabanza vacía manipulada por el clericalismo.

El Domingo de Ramos es para celebrar la revolución del servicio y la “austeridad compartida” (Ellacuría). No puede ser reducido a un rito ornamental. Es un espejo que nos interroga sobre nuestras prioridades y compromisos. ¿Estamos dispuestos a seguir el ejemplo de Jesús, desafiando las estructuras que perpetúan las opresiones ¿O preferimos celebrar una tradición cómoda y pintoresca que no incomode al poder ni a nuestros hábitos consumistas insolidarios? "¿De qué sirven ramos benditos si después ignoramos al necesitado?" (Francisco, Homilía, 2017).  

El Papa Francisco nos dice de este día a lo largo de su pontificado: el Domingo de Ramos es Una invitación a la humildad (contra el poder opresor), un grito de solidaridad con los que sufren y un compromiso con la justicia, aunque cueste la cruz. "No celebremos a un Cristo decorativo, sino al que nos sacude y nos llama a cambiar el mundo".

Como dijo san Óscar Romero: "La Iglesia no es un refugio para cobardes, sino la voz de los que no tienen voz" o como también afirmaba Dorothee Sölle: "El problema no es que la gente no crea en Dios, sino que crea en un Dios que no cambia nada"

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