Un libro fraguado en el infierno.
Steven Nadler y la interpretación de la Escritura de Baruc Espinosa / Spinoza
(1263. 28.10.2022)
Escribe Antonio Piñero
Confieso paladinamente que la filosofía de Espinosa / Spinoza (que aunque descendiente de judíos hispano-portugueses nació ya en Ámsterdam) es de las que más ha influido en mi modo de pensar acerca de la cuestión de la existencia de Dios, y que el planteamiento inicial de su obra “Ética demostrada al modo de los geómetras” me parece casi absolutamente definitivo. Spinoza discurre acerca de cuál es la única substancia en el universo que debe denominarse así, es decir, la única que responde a la definición filosófica de “substancia”, y llega a la conclusión que la definición de verdadera “substancia” solo corresponde a la Naturaleza completa, al Universo completo (o el conjunto de los universos si los hubiere). Por ello está justificada la proposición spinoziana “Deus sive Natura” (“Dios o la Naturaleza) que define muy bien su pensamiento en cuanto a qué se le puede llamar Dios, sin equivocación alguna.
Naturalmente, esta definición sostiene que las dos características principales de la divinidad son el pensamiento y la extensión. Ahora bien, esta propuesta horroriza a quien piense que Dios no puede tener extensión, ya esa significa mutación o movimiento, lo que es impropio de la divinidad. En mi opinión, no hay salida a este dilema y me convence el tratamiento de Espinosa en la primera parte de su “Ética” acerca de a qué se puede llamar verdadera substancia es decir Dios / Naturaleza en su totalidad.
Pro hay otra obra de Espinosa que es mucho menos conocida por el público, pero que no por ello es menos interesante: “El tratado teológico político” que vio la luz en 1670. Las dos obras, Ética y el Tratado, están escritas en latín… voluntariamente por Espinosa, porque él no pretendía escandalizar al pueblo llano, que quizás no entendiera bien su argumentación. Por ello se decidió a emplear una lengua culta, de modo que quienes lean su obra sean solo los realmente preparados.
Pues bien, y ahora voy a lo concreto, ha caído en mis manos, un libro de Steven Nadler, filósofo estadounidense especializado en el pensamiento de la temprana modernidad, en especial Descartes y los cartesianos, Spinoza y Leibniz, que me parece sencillamente maravilloso y encomiable desde muchos puntos de vista. He aquí su ficha:
Un libro fraguado en el infierno. El Tratado teológico político de Spinoza, Edit. Trotta, Madrid 2022. Traducción de Manuel Abella. 15x23. ISBN 978-84-1364-058-7, 338 páginas
Lo he leído dos veces, y ha sido un empeño grato, porque el libro –a pesar de que sea un ensayo denso con muchísima información– es totalmente claro e incluso ameno. Está muy bien escrito y cuando Nadler trata de algún tema que afecta a la comprensión del Tractatus debido a que responde a una posición de algún precedente anterior a Spinoza, explica este precedente con tal claridad que ayuda en extremo para entender luego la posición o respuesta de Spinoza a una cuestión determinada.
Así pues, el libro de S. Nadler no es solo una introducción que ayuda a comprender la metería que abra el Tractatus, sino que se ocupa también de la génesis de cada tema importante y del impacto que produjo entre sus contemporáneos. El Tractatus fue considerado un texto peligrosísimo porque representaba una amenaza para la fe cristiana, la armonía política y social del momento e incluso para la comprensión y práctica de la moral cristiana.
En síntesis y respecto a la materia que es el centro de mi trabajo, Spinoza fue el primer autor en tratar extensamente (hubo precedentes como Hobbes y Francis Bacon) el problema de la credibilidad de la Biblia. Defiende Espinosa con toda suerte de argumentos que la Biblia no es literalmente la palabra de Dios, sino una obra literaria humana, llena de problemas y contradicciones; que el Pentateuco no fue obra de Moisés; que toda la Biblia es un cajón de sastre cuyo contenido fue compuesto durante siglos por gentes que tenían opciones teológicas muy diversas; que la verdadera y posible religión no tiene nada que ver con la teología, la cual es un mero constructo humano; que tampoco tiene que ver la Biblia con dogmas, a menudo sectarios, ni con ceremonias litúrgicas; que, por el contrario, la verdadera religión consiste en practicar una única norma moral, el “amor al prójimo”… y, finalmente, que las autoridades eclesiásticas no tienen por qué desempeñar papel alguno en el gobierno de un estado moderno.
Naturalmente estas ideas eran incendiarias para la época de Spinoza, y en parte también para los momentos que vivimos. Steven Nadler se pregunta: ¿Afirma esto exactamente Spinoza? ¿Por qué motivo escribió un libro tan incendiario? ¿Cuál fue la reacción contra ese libro y las consecuencias para Spinoza mismo?
En mi opinión, y esto me llevó a una segunda lectura, creo que Steven Nadler responde a todo lo que puede interesar respecto al Tractatus de un modo muy ameno, erudito a la vez y tremendamente informativo.
Y otra cosa que atañe a la filología y la crítica literaria de la Biblia: Spinoza fue un claro precedente de Hermann Samuel Reimarus en el tratamiento, crítico, racional, sociológico del texto bíblico. Para entender bien el texto bíblico, Spinoza recurre a pruebas textuales, a conmiseraciones sociológicas e históricas; a la indagación del verdadero sentido literal de los pasajes bíblicos sin dejarse llevar por fantasías hermenéuticas, sino a atenerse a un examen riguroso e imparcial de las Escrituras por sí mismas sin dejarse llevar por ningún apriorismo.
En síntesis: la lectura del libro de Nadler me ha procurado amena y muy interesante. Creo que aparte de entender bien el Tractatus, su obra es una iluminación sobre los pasos precedentes que llevaron a la crítica de la Biblia como producción literaria humana solo entendible si se tienen en cuenta las normas de estudio e interpretación que se han ido redactando durante más de tres siglos por la investigación independiente y cuyo precedente es claramente Spinoza: “La Escritura no se entiende teológicamente si antes no se ha entendido filológicamente”, escribió Philip Melanchton, colega de Martín Lutero en la versión de la Biblia al alemán.
Leamos, pues, a Spinoza y a su ameno introductor Steven Nadler.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.antoniopinero.com
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