087. El reino de Dios (3).

Una vez establecidas las ideas principales que en el Mediterráneo oriental configuraban las ideas de reino y rey, es hora de ver algún caso de nuevo reino en la zona.

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El emperador Augusto con el rayo de Zeus en la mano. Museo de Nápoles. Foto del autor.



A) Cuando se producía un cambio de rey, la llegada de un rey al poder, las expectativas eran siempre halagüeñas, o esa idea ofrecía la propaganda. De hecho, hay algunos testimonios procedentes de Egipto que confirman que sus reyes griegos, los Tolomeos, comenzaban sus reinados perdonando las deudas y auspiciando la condonación de las mismas entre particulares. Además de esto, en el mundo tolemaico el nuevo rey también se preocupaba de los aspectos alimenticios de su pueblo y, de hecho, se esperaba que repartiera pan a sus súbditos. A decir verdad, se esperaba una vida lo más holgada posible con el nuevo gobernante.

B) En cuanto al mundo romano, concretamente el mundo imperial, la famosa égloga IV de Virgilio, dedicada a Augusto, es buena prueba de las expectativas favorables que despertaba un nuevo mandamás. Este poema es tan laudatorio, está tan impregnado del beneficio del cosmos en favor de la ciudadanía romana y el imperio de Augusto, que se ha llegado a sospechar que en realidad era una profecía referida al advenimiento del Mesías y, en consecuencia, del Reino de Dios cristiano, cosa que, evidentemente, no fue así. El texto, en este enlace:

http://wpd.ugr.es/~agamizv/wp-content/uploads/bucolica4.pdf



C) En cuanto al mundo judío, las expectativas despertadas por el reino macabeo independiente, instaurado en el año 143 antes de nuestra era, pero dramáticamente derrumbadas por la conquista romana a manos de Pompeyo en el año 63, incluida profanación del sancta sanctorum del templo de Jerusalén, fueron tan grandes que nuevamente se esperó un Reino de Dios mejorado y, por qué no decirlo, tan sublimado y desbordado como el que prometía Virgilio a los romanos.

La literatura farisea atesora, entre sus famosos Salmos de Salomón, algunos pasajes que reflejan esta idealización. De hecho, durante la época más irredenta de la Palestina romana, el periodo entre la primera y la segunda revuelta contra Roma, las lámparas de aceite fabricadas en el periodo muestran una gran preferencia por el motivo de las espigas de grano, trigo en general (y no deja de tener interés que las lámparas aunaran tres cosas: aceite y pan, por un lado, y luz por otro, luz divina frente a las tinieblas del mal). Y no debe pasarse por alto el hecho de que el reino de los cielos había de llegar, es decir, nos encontraríamos en situación de ansiar un nuevo reinado equivalente a los nuevos reinados de la época, que darían alimento (aceite y pan) a todos sus súbditos.

Veamos ahora dos ejemplos tomados de Salmos de Salomón. El primero, Sal. Salomón 2, 30-37

Él es rey de los cielos, y juzga a los reyes y los dignatarios,

él me eleva a la gloria y acalla a los soberbios hasta el fin del tiempo mediante la deshonra, porque no lo conocieron.

Y ahora ved, poderosos de la tierra, el juicio del Señor, porque es rey grande y justo que juzga la tierra bajo el cielo.

Bendecid al Señor quienes teméis al Señor mediante el conocimiento, porque la compasión del Señor llegará a quienes le temen con la sentencia

de distinguir al justo y al pecador y restituir a los pecadores hasta la eternidad según sus obras

y compadecer al justo de la humillación del pecador y devolver al pecador por lo que hizo al justo.

Porque el Señor es bueno con quienes le invocan en la paciencia, para hacer según su misericordia a sus santos y que estén eternamente ante él llenos de fuerza.

Bendito el Señor hasta la eternidad de parte de sus siervos.

El salmo 17 es igualmente interesante. Su extensión obliga a citar sólo algunos pasajes:

Señor, tú eres nuestro rey para la eternidad: porque en ti, Señor, se gloriará nuestra alma.

¿Cuál es la duración de la vida del hombre sobre la tierra? Según su tiempo, así es su esperanza en él.

Pero nosotros esperaremos en el Señor nuestro salvador; porque el poder de nuestro Señor es misericordioso y eterno y el reinado de nuestro Señor sobre las naciones reside en que él las juzgará en la eternidad.

Tú, Señor, escogiste a David por rey de Israel y le prometiste respecto a su descendencia que su reino no desaparecería de tu presencia hasta la eternidad...

Mira, Señor, y restáuranos en el presente como rey a un hijo de David, a quien elegiste, Señor, para reinar sobre Israel como hijo tuyo.

Y hazlo fuerte para destrozar a los gobernantes injustos, purificar Israel de naciones que la pisotean con la destrucción.

Mediante la sabiduría de la justicia expulsa a los injustos de tu herencia, extermina toda su soberbia como un alfarero hace con su obra.

Rompe con tu bastón todo su cimiento de hierro, arruina las naciones contrarias a la ley mediante una palabra de tu boca.

Con jactancia /amenaza haz huir de tu presencia a las naciones e injuria a los pecadores mediante una palabra de tu corazón.

Y reúne a tu pueblo santo para dirigirlo mediante la justicia y discrimina las tribus del pueblo gobernado por su señor;

Y no permitirá que la injusticia acampe más entre ellos, y ningún hombre que conozca la maldad habitará entre ellos, pues sabrá que ellos son los hijos de Dios. (vv. 2-4, 21-27)

Un Reino de Dios muy terreno, muy material, muy humano, en definitiva.

 Texto de los Salmos de Salomón en Apócrifos del Antiguo Testamento, Edit. Cristiandad 2ª edic. 2002, pp. 13-78.

Saludos cordiales.

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