Jesucristo grave secuestro
Entre los secuestros que se sucidieron hace unos años
entre la alta alcurnia, que se confesaban muy cristianos
y como queriendo dar testimonio de su fe, muchos hemos
intuído otro secuestro mucho más grave, el de Jesucristo
Sí, el Dios revelado por Jesucristo, que se mostró en el
Antiguo Testamento como imperativo moral de justicia entre los hombres, como voz que nos pregunta siempre por el hermano, a quien ignoramos, o esclavizamos, hace tiempo que está secuestrado y su mensaje manipulado. ¿Cómo, si no, iba a hacerse compatible con la fe en este Dios la acumulación tan desorbitada de riquezas al amparo de un capitalismo inhumano y por lo mismo anticristiano?
El Dios bíblico, el cristiano, se define como justicia y liberación (Ex.3), por tanto una fe que no se verifique en la realización de la justicia entre los hombres, no es fe en este Dios, sino un ídolo que nos fabricamos para nuestra satisfacción espiritual. El Dios del Evangelio es irreconciliable con las riquezas: "No podeis servir a Dios y al dinero" (Lc 16,13).
Se sigue entonces que las modélicas familias cristianas
de la aristocracia, tan bien vistas por la Iglesia de antaño y premiadas con el honor de tener su capilla, hasta
su Santísimo propio (el Cristo más secuestrado)hoy vemos
que no son tales, porque han florecido enraizadas en un
orden social capitalista injusto y opresor.
Pero este secuestro de Jesucristo y del Cristianismo, viene desde antiguo. Un poco caricutizada, podemos ver así
su génesis: Desde la aparición en la Historia de Jesús de Nazaret los grandes del mundo vieron amenazados sus intereses con su mensaje y su persona.
En un principio optaron por perseguirle a él y a sus discipulos. Después, convencidos de que ésto no era muy eficaz, decidieron emprender un camino de interesadas alianzas con sutiles concesiones, para introducirse en su propio campo y llevar así a cabo más facilmente su secuestro.
Un largo camino ya, que inició el emperador Constantino (sIV)y que todavía siguen empeñados en recorrer la nobleza cristiana y los que prestaron apoyo al más genuino El obispo Lèfebre y los que le siguieron (Muchos de ellos con altos cargos...)
Desde entonces los sucesores de Constantino han venido repitiendo, más o menos la misma táctica. Por su parte la jeraquía de la Iglesia favorecida y halagada con honores y privilegios ha caído en la red, quizá obsesionada con la expasión numérica del cristianismo y con lo que hoy llamamos nacional catolicismo. El resultado ha sido fatal,
el enmascaramiento de Cristo y su secuestro.
Muy pronto, pues, en lugar de Cristo se nos ha puesto la religión, una religión no cristiana. Una vez más imperó lo antiguo sobre lo nuevo, la novedad que aportaba Cristo y su Evangelio fué aniquilada por los viejos y egoistas intereses de clase de la religión alienante.
La Iglesia se ha conformado con la mal llamada libertad
religiosa, que no es tal, porque es una libertad reducida a a la sacristía. La Iglesia no ha tenido libertad para proclamar las exigencias del Evangelio abiertamente en los países que se profesan oficialmente cristianos.
El punto de referencia para valoral el alcance del derecho de libertad religiosa no es la libertad de culto, sino el de proclamar y defender los derechos del hombre y la mujer, porque tal derecho no se da, si no lleva anejos todos los demás derechos de la persona, cuya dignidad la Iglesia tiene que proclamar.
Pero la Iglesia ha dormido plácidamente en maridaje con los injustos poderosos en el profundo sueño que proporciona una religión que no es cristiana, sino pagana. De esta manera los dominadores del mundo, los explotadores...no han encontrado obstáculo en la práctica de la religión para sus interesados proyectos:
con ella, a veces amparándose en ella han podido seguir extendiendo sus redes opresoras. Este es por ejemplo el caso de los países hispanoaméricanos cuyos gobernantes se confiesan públicamente cristianos ante su pueblo y el mundo entero, mientras el cincuenta por ciento de la población vive en la miseria y la represión.
Esta situación injusta continuará largo tiempo, porque los poderosos "cristianos" apagaron sus cirios bautismales y amparados en la oscuridad traman toda suerte de males. Ellos son los que tienen más secuestrado a Cristo, porque en la legislación que hacen para los pueblos enrredan a los más débiles (en los que vive Cristo especialmente)con pesadas cargas sobre sus espaldas, sin que ellos arrimen el hombro lo más mínimo para llevarlas. Ellos son los que han apagado la voz de Dios, al mantener en silencio a sus pueblos con un poder que han usurpado dictatorialmente.
Tan ciega es la fuerza de la religión, que impide ver al Cristo de carne y hueso, vivo en los hermanos,absortos en la contemplación de un Cristo de madera en el templo. Tenía, pues, mucha razón el teólogo alemán Bonhoeffer en su afán de desrelijiosidar el cristianismo (Ver mi libro Jesucristo en la izquierda II cap.)
A la luz de este proceder de los cristianos poderosos
valoramos mejor lo positivo de la crítica marxista a la religión, por su peligro de alienación y evasión del compromiso humano. Tal vez Marx fué un verdadero profeta que la Iglesia no ha sabido valorar.... (Volvemos día 8)