La Misa sobre el Mundo (Teilhard de Chardin)




Oración

Señor Jesús, Cristo glorioso, Influencia secretamente difundida en el seno de la Materia y Centro deslumbrador en el que se centran las innumerables fibras de lo Múltiple; Potencia implacable como el Mundo y cálida como la Vida. Tú en quien la frente es de nieve, los ojos de fuego, y los pies son más centelleantes que el fuego en fusión; Tú cuyas manos aprisionan las estrellas; Tú que eres el primero y el último, el vivo, el muerto y el resucitado; Tú que concentras en tu unidad exuberante todos los encantos, todos los gustos, todas las fuerza; a Tí es a quien llamaba mi ser con un ansia tan amplia como el Universo: ¡Tú eres realmente mi Señor y mi Dios!.

Reflexión

Energía Material y Energía Espiritual, sin duda alguna, se sostienen y se prolongan una en otra por medio de algo. En el fondo, de alguna manera, no debe haber actuado en el Mundo más que una Energía única. Y la primera idea que nos viene a la mente es la de representarnos el "alma" como un foco de transmutación, hacia el cual, a trvás de todas las avenidas de la Naturaleza, la fuerza de los cuerpos convergería para interiorizarse y sublimarse en belleza y en verdad.

Ahora bien, esta idea, tan seductora, de una transformación directa de una en otra de las dos Energía, debe abandonarse ya, apenas entrevista. Y ello porque, tan claramente como su ligazón, se manifiesta su mutua independencia en cuanto se intenta acoplarlas.

"Para pensar hay que comer", insisto. Pero, como contrapartida, ¡cuántos pensamientos distintos para el mismo trozo de pan! Como las letras de un alfabeto, del cual pueden salir tanto la incoherencia como el más bello poema nunca oído, las mismas calorías parecen tan indiferentes como necesarias a los valores espirituales que alimentan...

Poesía de San Juan de la Cruz

Llama de Amor Viva

¡Oh llama de amor viva
quie tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!,
pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
rompe la tela deste dulce encuentro.

¡Oh cauterio suave!
¡oh regalada llaga!;
¡oh mano blanda! ¡oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y a toda deuda paga!.
Matando, muerte en vida la has trocado

¡Oh lámpara de fueg,
en cuyos resplandores,
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores,
calor y luz dan junto a su querido!

¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras:
y en tu aspirar sabroso,
de amor y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamorar!
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