La Misa sobre el Mundo (Teilhard de Chardin)
Himno a la Materia
Himno a la Materia
(continuación)
Creyendo obedecer a tu irresistible llamada, Materia, los hombres se precipitan con frecuencia por amor hacia ti en el abismo exterior de los goces egoístas.
Les engaña un reflejo o un eco.
Lo veo ahora.
Para llegar hasta ti, Materia, es necesario que, partiendo de un contacto universal con todo lo que se nueve aquí abajo, sintamos poco a poco cómo se desvanecen entre nuestras manos las formas particulares de todo lo que sostenemos, hasta que nos encontremos frente a la única esencia de todas las consistencias y de todas las uniones.
Si queremos conservarte, hemos de sublimarte en el dolor después de haberte estrechado voluptuosamente entre nuestros brazos.
Tú, Materia, reinas en las serenas alturas en las que los Santos se imaginan haberte dejado a un lado; Carne tan transparente y tan móvil que ya no te distinguimos de un espíritu.
Arrebátame, Materia, allá arriba mediante el esfuerzo, la separación y la muerte; arrebátame allí en donde al fin sea posible abrazar castamente al Universo”
Abajo, en el desierto que se ha vuelto a calmar, alguien lloraba: “¡Padre mío, Padre mío. ¡Qué viento alocado se lo llevó”
Y en el suelo yacía un manto.
La Humanidad en marcha
EL SUFRIMIENTO HUMANO, la totalidad del sufrimiento diseminado en cada momento sobre la Tierra entera, ¡qué inmenso océano! Pero, ¿de qué está formada esa masa? ¿De negruras, de lagunas, desperdicios?...No, en absoluto, sino, repitámoslo, de energía posible. En el sufrimiento se oculta, con un intensidad extrema, la fuerza ascensional del mundo. Todo el problema radica en liberarla, infundiéndole la conciencia de lo que significa y de lo que pierde.
¡Ah! Qué salto hacia Dios daría el Mundo si todos los enfermos a la vez fundiesen sus penas en un deseo común de que el Reino de Dios madurase rápidamente a través de la conquista y la organización de la Tierra. Si todos los pacientes de la Tierra uniesen su sufrimiento para que el dolor del Mundo se convierta en un único acto de conciencia, de sublimación y de unión, ¿no resultaría de ahí una de las formas más elevadas que podría revestir ante nuestros ojos la obra misteriosa de la Creación?
Poesía de San Juan de la Cruz
Canción de Cristo y el Alma
Un pastorcito solo esta penado,
ajeno de placer y de contento,
y en su pastora firme el pensamiento,
y el pecho del amor muy lastimado.
No llora por haberle amor llagado,
que no le pena en verse así afligido,
aunque en el corazón está herido,
mas llora por pensar que está olvidado.
Que sólo de pensar que está olvidado
de su bella pastora, con gran pena
se deja maltratar en tierra ajena,
el pecho del amor muy lastimado.
Y dice el pastorcito: “¡Ay desdichado
de aquel que de mi amor ha hecho ausencia,
y no quiere gozar de mi presencia,
y el pecho por su amor muy lastimado!”
Y al cabo de un gran rato se ha encumbrado
sobre un árbol do abrió sus brazos bellos,
y muerto se ha quedado, asido de ellos,
el pecho del amor muy lastimado.